Dos presidentes a cambio de un solo voto
Ser vicepresidente de EE UU no es tan aburrido como parece
Se suele decir en Estados Unidos que la gente no elige a un vicepresidente, sino a un presidente. Una frase que sirve tanto para ser empleada contra un buen candidato a vicepresidente del rival, como para expresar modestia (habitualmente falsa, hay que decirlo) ante la nominaci¨®n para un cargo que es una verdadera loter¨ªa. Puede terminar siendo completamente irrelevante o muy influyente. Puede servir de perfecto trampol¨ªn electoral para la presidencia, pero tambi¨¦n llevar a su titular directamente al Despacho Oval sin ser elegido para el puesto. Esto ¨²ltimo es posible que acontezca casi en un ...
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Se suele decir en Estados Unidos que la gente no elige a un vicepresidente, sino a un presidente. Una frase que sirve tanto para ser empleada contra un buen candidato a vicepresidente del rival, como para expresar modestia (habitualmente falsa, hay que decirlo) ante la nominaci¨®n para un cargo que es una verdadera loter¨ªa. Puede terminar siendo completamente irrelevante o muy influyente. Puede servir de perfecto trampol¨ªn electoral para la presidencia, pero tambi¨¦n llevar a su titular directamente al Despacho Oval sin ser elegido para el puesto. Esto ¨²ltimo es posible que acontezca casi en un suspiro, como le sucedido a Lyndon B. Johnson horas despu¨¦s del asesinato de Kennedy en 1963 o con un poco m¨¢s de tiempo como vivi¨® Gerald Ford tras la dimisi¨®n de Nixon en 1974. Se supone que Ricardito el tramposo ¡ªsobrenombre m¨¢s que justificado por el que era conocido Nixon¡ª le hab¨ªa puesto sobre aviso. En realidad, lo de Ford tiene m¨¦rito porque no solo no fue elegido presidente, sino que jam¨¢s fue votado para vicepresidente. Accedi¨® al cargo tras la dimisi¨®n del vicepresidente Spiro Agnew por unas trampas con Hacienda. De todo lo anterior se pueden extraer dos conclusiones: la vicepresidencia de EE UU no es tan aburrida como parece y ojo siempre a los que est¨¢n en tercera fila.
La elecci¨®n de la persona que va a acompa?ar al candidato a presidente, y que con ¨¦l forma el llamado ticket, es tan variada y por tantas razones como elecciones y candidatos ha habido en la democracia m¨¢s poderosa del planeta. Primero hay que ganar las elecciones, por lo cual tiene que ser buena, carism¨¢tica, atrayente¡ pero no demasiado, no vaya a ser que eclipse al presidenciable. Y de ah¨ª hacia abajo cabe todo. Ha habido candidatos con problemas para deletrear la palabra ¡°patata¡± durante la visita a un colegio, como Dan Quayle, vicepresidente con George Bush padre, y otros absolutamente fuera de control y pasados de rosca que hac¨ªan las delicias del contrario y hund¨ªan en la desesperaci¨®n al equipo propio, como Sarah Palin, compa?era de ticket de John McCain que perdi¨® en 2008 frente a un joven senador llamado Barack Obama a quien acompa?aba un ya entonces veterano pol¨ªtico llamado Joe Biden.
Sin embargo, la elecci¨®n de compa?era de ticket de Biden es muy especial porque el que fue vicepresidente de Obama est¨¢ a punto de cumplir 78 a?os y no parece probable que en caso de victoria acuda a una reelecci¨®n con 82. Si gana en noviembre, su vicepresidenta ser¨¢ una mujer negra y joven y estar¨¢ con una mano en el pomo de la puerta del Despacho Oval. Parece que esta vez, en la candidatura dem¨®crata, los votantes eligen un presidente¡ y una presidenta. Son unas presidenciales con tres candidatos.