?Qu¨¦ fue del ministro de Cultura?
En Espa?a ha calado tan hondo la idea de que nuestra cultura se reduce a cuatro famosos que viven del cuento que parece que hasta a los ministros del ramo les da siempre verg¨¹enza hablar de dinero
Rechazo a la cultura, a veces desprecio. Alg¨²n d¨ªa habr¨ªa que seguir el rastro de esa hist¨®rica desconfianza hacia la cultura que cala hondo en algunos sectores de la poblaci¨®n espa?ola. Deber¨ªamos analizar por qu¨¦ decimos amar la cultura, como si naciera por generaci¨®n espont¨¢nea, y no conseguimos valorar a quienes la producen, a los trabajadores. Dicen que la persistente campa?a contra el sector comenz¨® con las manifestaciones de la guerra de Irak. Ojal¨¢ que la historia del desencuentro fuera as¨ª de corta, pero no, las ra¨ªces son m¨¢s profundas, se trata sin duda de un sentimiento, el recelo ...
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Rechazo a la cultura, a veces desprecio. Alg¨²n d¨ªa habr¨ªa que seguir el rastro de esa hist¨®rica desconfianza hacia la cultura que cala hondo en algunos sectores de la poblaci¨®n espa?ola. Deber¨ªamos analizar por qu¨¦ decimos amar la cultura, como si naciera por generaci¨®n espont¨¢nea, y no conseguimos valorar a quienes la producen, a los trabajadores. Dicen que la persistente campa?a contra el sector comenz¨® con las manifestaciones de la guerra de Irak. Ojal¨¢ que la historia del desencuentro fuera as¨ª de corta, pero no, las ra¨ªces son m¨¢s profundas, se trata sin duda de un sentimiento, el recelo hacia quien crea, que entronca con el maldito pa¨ªs que no sabe ni d¨®nde est¨¢n los huesos de sus m¨¢s ilustres, ni ha preservado casas, ni la huella de los que tanto nos dieron. Los intelectuales de los a?os veinte y treinta del pasado siglo entendieron que hab¨ªa que curar ese tozudo mal desde la ra¨ªz, alfabetizando a un pa¨ªs sumido en la ignorancia y dignificando la cultura popular. Es posible que no haya habido momento en Espa?a en el que las ¨¦lites, pedag¨®gicas y art¨ªsticas, pusieran tanto empe?o en rescatar al pobre de la ignorancia. Sab¨ªan que educaci¨®n y cultura deb¨ªan ir de la mano y que se trataba de una inversi¨®n a largo plazo. Los versos que Luis Cernuda escribi¨® en recuerdo de su amigo Garc¨ªa Lorca, ¡°Toda hiel sempiterna del espa?ol terrible/ que acecha lo cimero/ Con su piedra en la mano¡±, resumen el triste final de quien tanto dej¨® a su paso.
Esta semana aparec¨ªa en Le Monde una entrevista con la ministra de Cultura francesa, Roselyne Bachelot. Sin malgastar tiempo en promesas gaseosas, ofrec¨ªa cifras concretas, dando cuenta de un plan organizado para rescatar al sector cultural, que tras el del transporte es el que m¨¢s est¨¢ sufriendo las consecuencias econ¨®micas de la pandemia. Desglosaba los 2.000 millones de euros que se piensan destinar a los distintos sectores implicados, del patrimonio estatal al negocio privado; las ayudas al desempleo y al peque?o negocio, en el que entran desde salas de teatro hasta librer¨ªas, que en Francia son la base de la industria editorial. En este plan de rescate de un pa¨ªs orgulloso de su cultura se contempla una puesta al d¨ªa en la modernizaci¨®n de los sectores, del aumento de la presencia digital, que puede, en un futuro, descargar a los museos del amontonamiento tur¨ªstico. Sin saber si el p¨²blico volver¨¢ a las andadas, que ser¨ªa lo deseable, la ministra resum¨ªa su discurso con una frase esperanzadora: ¡°El Estado no va a abandonar a nadie¡±.
En Espa?a ha calado tan hondo la tozuda campa?a voceada por pol¨ªticos y periodistas mentirosos de que nuestra cultura se reduce a cuatro famosos que viven del cuento, a paniaguados que subsisten gracias a ping¨¹es subvenciones, que parece que hasta a los ministros del ramo les da siempre verg¨¹enza hablar de dinero. No ocurre lo mismo con el sector hostelero o el automovil¨ªstico. Ni tan siquiera con el deportivo, un campo en el que los pol¨ªticos pueden hacer gala de su populismo. Pero en el debate no hay un recuerdo para tantos trabajadores de salas de teatro que han perdido el trabajo, para el incierto futuro de los cines, de los locales de m¨²sica, para las librer¨ªas, para todos los oficios que intervienen en la producci¨®n de un libro, de una obra de teatro, de una pel¨ªcula, del mantenimiento de nuestros museos y salas de arte. Cada manifestaci¨®n cultural frustrada env¨ªa al paro a un buen n¨²mero de personas con pocas expectativas de reiniciar su actividad laboral. Esta ser¨ªa la oportunidad de retomar aquel noble impulso de rescatar al pa¨ªs de su ostracismo cultural elevando a su vez el nivel educativo. Y ah¨ª podr¨ªan arrimar el hombro los creadores. No hay cultura sin una buena educaci¨®n b¨¢sica. Este es el momento. M¨¢s all¨¢ de la curva de contagio, necesitamos un proyecto para mejorar el pa¨ªs. Se?or ministro, comparezca.