El olvido que no baja
Ha llegado el momento de que el miedo a reabrir el conflicto de la Guerra Civil d¨¦ paso a la empat¨ªa con aquellos que apenas tienen tiempo para recuperar a familiares muertos y conocer el pasado
Durante la sesi¨®n en el Congreso en la que se debati¨® la proposici¨®n de Ley de Amnist¨ªa el 14 de octubre de 1977 dec¨ªa Xabier Arzalluz: ¡°Una ley puede establecer el olvido, pero ese olvido ha de bajar a las personas, ha de bajar a toda la sociedad¡±. En otras palabras, el olvido no se impondr¨ªa por decreto si no consegu¨ªa poner fin antes al dolor. M¨¢s de 40 a?os despu¨¦s, y como pone de manifiesto la querella argentina, el sufrimiento de muchos sigue presente. El olvido no parece haber bajado a toda la ciudadan¨ªa. Por el contrario, el deseo de recordar est¨¢ a¨²n vigente en muchos sectores. Pero ?...
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Durante la sesi¨®n en el Congreso en la que se debati¨® la proposici¨®n de Ley de Amnist¨ªa el 14 de octubre de 1977 dec¨ªa Xabier Arzalluz: ¡°Una ley puede establecer el olvido, pero ese olvido ha de bajar a las personas, ha de bajar a toda la sociedad¡±. En otras palabras, el olvido no se impondr¨ªa por decreto si no consegu¨ªa poner fin antes al dolor. M¨¢s de 40 a?os despu¨¦s, y como pone de manifiesto la querella argentina, el sufrimiento de muchos sigue presente. El olvido no parece haber bajado a toda la ciudadan¨ªa. Por el contrario, el deseo de recordar est¨¢ a¨²n vigente en muchos sectores. Pero ?y si la sociedad espa?ola no estuviera tan dividida respecto a este tema como lo est¨¢n nuestros pol¨ªticos? Los resultados de nuestra investigaci¨®n apuntan en ese sentido.
Los autores de esta tribuna formamos parte del equipo de investigaci¨®n del proyecto H2020 REPAST, que tiene como objetivo analizar los discursos sobre el pasado y sus implicaciones para la integraci¨®n europea en nueve pa¨ªses europeos testigos de conflictos recientes. A partir de las numerosas entrevistas que hemos realizado a ciudadanos ¡ªincluidos algunos que vivieron una guerra civil durante su infancia¡ª, periodistas, responsables de institutos memorialistas, representantes de partidos de izquierda y de derecha y nacionalistas, activistas de derechos humanos y acad¨¦micos hemos constatado que, detr¨¢s de la polarizaci¨®n, hay una sociedad dispuesta a mirar de frente a su pasado y aprender de ¨¦l. Tambi¨¦n hemos llevado a cabo una encuesta en la que se preguntaba a los ciudadanos de Alemania, Bosnia, Chipre, Espa?a, Grecia, Irlanda, Irlanda del Norte, Kosovo y Polonia c¨®mo hacer frente hoy a los conflictos del pasado reciente. En el caso de Espa?a, las preguntas se refer¨ªan espec¨ªficamente a la Guerra Civil. Parad¨®jicamente, los resultados demuestran que nuestro pa¨ªs est¨¢ m¨¢s dividido por los conflictos del pasado que otros pa¨ªses con traumas mucho m¨¢s recientes. Cuando se pregunta a los espa?oles si creen que es necesaria la reconciliaci¨®n, los votantes de partidos de derechas que responden afirmativamente (50%-60%) son muchos menos que los de izquierdas (80%-90%), y esta diferencia es claramente superior a la de otros pa¨ªses de nuestro estudio. Si nos fijamos s¨®lo en quienes s¨ª consideran necesaria la reconciliaci¨®n, en la derecha ¨¦sta se asocia al olvido, mientras que en la izquierda pasa por el reconocimiento del dolor de las v¨ªctimas.
Junto a esta divisi¨®n, existe un amplio acuerdo en que no conocemos nuestra historia. M¨¢s de un 50% de los encuestados de la muestra espa?ola considera que en la escuela se deber¨ªa dedicar m¨¢s atenci¨®n al periodo de la Guerra Civil. Esta opini¨®n no s¨®lo est¨¢ presente entre quienes simpatizan con el bando republicano (63%), como cabr¨ªa esperar, sino tambi¨¦n entre los que se sienten m¨¢s pr¨®ximos al bando nacional (45%), y es compartida tanto por los j¨®venes (45%) como por los mayores de 65 a?os (62%). Como dec¨ªa uno de los j¨®venes entrevistados: ¡°No tiene sentido que yo sepa c¨®mo viv¨ªan los romanos y no sepa c¨®mo viv¨ªan mis abuelos¡±. Este resultado confirma lo que ya han constatado estudios como los de Fernando Hern¨¢ndez. Es cierto que la escuela ya es para muchos j¨®venes una fuente de informaci¨®n sobre la Guerra Civil tan importante o m¨¢s que la familia (principal fuente de informaci¨®n para las generaciones m¨¢s mayores), pero la mitad de los j¨®venes no mencionan la escuela en absoluto cuando se les pregunta d¨®nde han aprendido lo que saben sobre este periodo. El borrador de la nueva ley de memoria democr¨¢tica incide, entre otros, en la actualizaci¨®n de los contenidos curriculares de la ESO y Bachillerato para incluir la memoria democr¨¢tica en las aulas. El reto ser¨¢ disipar los esperables temores sobre el ¡°adoctrinamiento en las escuelas¡±. Quiz¨¢ baste con ponerse en manos de los numerosos y excelentes estudiosos de la historia reciente de Espa?a, entre quienes puede haber puntos de desacuerdo, pero nada comparable con el disenso entre nuestros pol¨ªticos cuando de estos temas se trata.
A menudo, hemos percibido un cierto rechazo al t¨¦rmino ¡°memoria hist¨®rica¡± entre nuestros entrevistados. Pero este rechazo no era sin¨®nimo de querer evitar el tema. Por el contrario, en m¨¢s de un grupo de discusi¨®n nos han llegado a agradecer que hubi¨¦semos facilitado un entorno sereno en el que hablar de aquella ¨¦poca, al tiempo que mostraban sorpresa por el tono tranquilo y amistoso con el que participantes de distintas ideolog¨ªas hab¨ªan compartido sus opiniones. Creemos que una mayor exposici¨®n a las experiencias de otros y un mejor conocimiento de nuestra historia pueden alejar los fantasmas de quienes s¨®lo ven versiones partidistas y tendenciosas, aunque tambi¨¦n las haya.
Adem¨¢s del deseo de saber m¨¢s de nuestra historia reciente, durante las entrevistas se ha puesto de manifiesto una sensibilizaci¨®n generalizada en torno a la necesidad de exhumar las fosas donde a¨²n hoy yacen decenas de miles de v¨ªctimas. En aquellas regiones de Espa?a m¨¢s afectadas por la violencia durante la Guerra Civil, incluso representantes pol¨ªticos de partidos poco sensibles al tema en sus discursos p¨²blicos se muestran receptivos a la apertura de fosas. La excepci¨®n que supone Espa?a en el mundo, debido al elevado n¨²mero de desaparecidos y la escasa iniciativa p¨²blica para identificar su paradero, es uno de los aspectos m¨¢s sonrojantes fuera de nuestras fronteras. ?Qu¨¦ hay de revanchismo en querer saber d¨®nde se encuentran los restos de un ser querido, desaparecido en circunstancias traum¨¢ticas? Como nos contaba la hermana de un hombre asesinado a los 16 a?os durante la Revoluci¨®n de Asturias: ¡°Mi madre siempre me ense?¨® a no tener rencor; nos dec¨ªa que el rencor no nos iba a devolver a mi hermano¡±. Lo mismo ocurre con las decenas de testimonios recogidos en libros, pel¨ªculas y documentales producidos en nuestro pa¨ªs durante los ¨²ltimos a?os, y que m¨¢s bien reflejan la necesidad de expresar en p¨²blico un dolor reprimido y escondido durante d¨¦cadas, como ha documentado abundantemente Paloma Aguilar. Ha llegado el momento de que el miedo infundado a reabrir el conflicto d¨¦ paso a la empat¨ªa con quienes ya casi no tienen tiempo.
Existen muchos otros temas de gran calado y relevancia relacionados con la gesti¨®n de nuestro pasado reciente sobre los que, de momento, no parece factible el acuerdo. La interpretaci¨®n y aplicaci¨®n del derecho internacional, y concretamente la posibilidad de juzgar hoy en d¨ªa graves violaciones de los derechos humanos previas a la Ley de Amnist¨ªa, divide a los juristas espa?oles. Curiosamente, el epicentro de los debates entre pol¨ªticos, juristas y activistas ni siquiera se menciona en las numerosas y largas conversaciones que hemos mantenido sobre este asunto con ciudadanos de a pie. ?Por qu¨¦ no empezar a buscar un acuerdo de m¨ªnimos en aquellos temas que, como la educaci¨®n y la exhumaci¨®n de las fosas, gozan de un creciente apoyo entre ciudadanos de distintas ideolog¨ªas y generaciones?
Irene Mart¨ªn, Marta Parad¨¦s y Ricardo Dacosta son investigadores del proyecto H2020 REPAST, financiado por la Comisi¨®n Europea, en la Universidad Aut¨®noma de Madrid.