Infrarrojo
La de Alicia Schr?dinger es una voz distinta, distinguida, disparatada y, por qu¨¦ callarlo, disipada
Intrigado por el pr¨®logo de Menchu Guti¨¦rrez, escritora de la que no me pierdo ni una l¨ªnea, me puse a leer el libro de Alicia Schr?dinger, quien para su debut (en Siruela) ha elegido uno de los t¨ªtulos m¨¢s largos de la historia de la literatura: Qui¨¦nes son y qu¨¦ sienten las plantas carn¨ªvoras (Cuentos de humor infrarrojo). El libro en s¨ª es corto, y su lectura produce una alegr¨ªa arrebatadora, propia de su invenci¨®n constante, su escritura de alta relojer¨ªa, su humor, que va de lo inquietante a lo descacharrante; historias que dan luz a la parte oscura de casi todos nosotros. ?Humor n...
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Intrigado por el pr¨®logo de Menchu Guti¨¦rrez, escritora de la que no me pierdo ni una l¨ªnea, me puse a leer el libro de Alicia Schr?dinger, quien para su debut (en Siruela) ha elegido uno de los t¨ªtulos m¨¢s largos de la historia de la literatura: Qui¨¦nes son y qu¨¦ sienten las plantas carn¨ªvoras (Cuentos de humor infrarrojo). El libro en s¨ª es corto, y su lectura produce una alegr¨ªa arrebatadora, propia de su invenci¨®n constante, su escritura de alta relojer¨ªa, su humor, que va de lo inquietante a lo descacharrante; historias que dan luz a la parte oscura de casi todos nosotros. ?Humor negro? Menchu Guti¨¦rrez, que ha calado en la naturaleza de la investigadora dada a conocer en la ficci¨®n a edad madura, habla de las distintas coloraciones humor¨ªsticas, deslindando entre el negro y el blanco, el verde y el infrarrojo; no incluye el humor arco¨ªris, que asoma en alguno de los relatos, aunque s¨ª detecta el humor ¨¢cido ¡°que se clava en la piel como un alfiler¡±.
?Qui¨¦n es esta Schr?dinger surgida, seg¨²n los datos de la solapa, de la nada, de Viena, de la Universidad de Monterrey, y de familia cient¨ªfica y antropol¨®gica? Poco importa. La suya es una voz distinta, distinguida, disparatada y, por qu¨¦ callarlo, disipada. La disipaci¨®n de la carne y la disoluci¨®n del deseo, vistos con zoom y una gran dosis de zen. Como es mujer cosmopolita, seg¨²n la citada solapa (tambi¨¦n corta), me atrevo a buscarle un pedigr¨ª literario aqu¨ª y all¨¢. La seriedad rotunda con la que se r¨ªe del mal (tanto como del bien) y su envidiable uso del absurdo sistem¨¢tico la alejan del nutrido fantastique posborgiano del Cono Sur (aunque no de Roberto Arlt), acerc¨¢ndola a Perrault y sus perversos cuentos infantiles, al genio exc¨¦ntrico de Saki, a los relatos c¨®micos de esas dos damas serias que fueron Jane Bowles y Djuna Barnes. Schr?dinger o la burla del diablo.