Para que gane el peor
No es f¨¢cil pensar bien de los pol¨ªticos cuando los ves en rid¨ªculas entrevistas donde dicen una cosa y la contraria y adem¨¢s presumen de coherentes
Existe una estrategia muy primaria que consiste en embarrarlo todo. Se usa en el deporte, donde las interrupciones del juego perjudican a quien sabe jugar. Y se usa en la pol¨ªtica. Consiste en el aparatoso ejercicio de ensuciarlo todo. Ya no se puede discutir de nada, porque el debate es una grosera mancha de grasa. El resultado de esta estrategia suele ser la boba conclusi¨®n de los ciudadanos: todos los pol¨ªticos son iguales. Despu¨¦s de la grotesca batallita de la semana pasada en Madrid, donde las autoridades encararon el contagio como si fuera una escaramuza electoral de r¨¦dito inmediato, m...
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Existe una estrategia muy primaria que consiste en embarrarlo todo. Se usa en el deporte, donde las interrupciones del juego perjudican a quien sabe jugar. Y se usa en la pol¨ªtica. Consiste en el aparatoso ejercicio de ensuciarlo todo. Ya no se puede discutir de nada, porque el debate es una grosera mancha de grasa. El resultado de esta estrategia suele ser la boba conclusi¨®n de los ciudadanos: todos los pol¨ªticos son iguales. Despu¨¦s de la grotesca batallita de la semana pasada en Madrid, donde las autoridades encararon el contagio como si fuera una escaramuza electoral de r¨¦dito inmediato, muchas personas y asociaciones profesionales reaccionaron con des¨¢nimo. Todos los pol¨ªticos son culpables, todos son iguales. No es f¨¢cil pensar bien de los pol¨ªticos cuando los ves en rid¨ªculas entrevistas donde dicen una cosa y la contraria y adem¨¢s presumen de coherentes. Nunca la coherencia fue tan incoherente. Pero podr¨ªan haberse fijado en la Comunidad Valenciana, por ejemplo, con ciudades muy pobladas y oleadas anteriores enfrentadas con acierto.
Por esos mismos d¨ªas, los norteamericanos llegaron a su primer debate presidencial. Pese a estar auspiciado por la cadena Fox, el presidente Trump dedic¨® sus mayores esfuerzos a impedir que se debatiera nada. Es evidente que un rival tiene que elegir sus armas para combatir ese desprecio por la conversaci¨®n, har¨¢ mal en dejarse arrastrar por la atm¨®sfera. Del lodazal, lo mejor que uno puede hacer es salirse con la esperanza de tan solo haberse manchado los zapatos. Cualquier otra posibilidad te manchar¨¢ el traje entero. Ese fue el ¨¦xito de Trump, consigui¨® que los dos candidatos salieran manchados del espacio. Y entonces, con la bober¨ªa acostumbrada, los ciudadanos llegaron a la conclusi¨®n: todos los pol¨ªticos son iguales. Pero tampoco era cierto. Los norteamericanos comprobaron apenas dos d¨ªas despu¨¦s que el negacionismo terco de su presidente no solo hab¨ªa minusvalorado el riesgo del contagio en la poblaci¨®n, sino en s¨ª mismo. Para su fortuna, no entr¨® en el sistema sanitario por la puerta de atr¨¢s, sino por la pasarela VIP. Como a Boris Johnson, esto le salv¨® la vida. Ah¨ª no gan¨® la habilidad medi¨¢tica ni la propaganda, ah¨ª se imponen los cient¨ªficos y los medios dedicados el sistema de salud. Quienes apostaban por esas cosas tan poco fotog¨¦nicas, resultaron ganadores del debate.
La teatralizaci¨®n de la pol¨ªtica ha afectado a su ra¨ªz. El ciudadano se queja del simplismo de sus representantes, sus patochadas, sus maneras provocadoras. Pero no se para a pensar en que si elige informarse por titulares en la Red y v¨ªdeos chocantes en los noticiarios, lo ¨²nico que sus pol¨ªticos tienen para llegar a ellos es lograr titulares forzados y momentos llamativos. La inteligencia no siempre es fosforescente, a veces tiene el apagado aspecto de una idea templada y equilibrada. Por todo ello, la intuici¨®n que tienen que resguardar los ciudadanos es aquella que les lleva a percibir qui¨¦n es el responsable de enfangar cada debate, cada conflicto, cada crisis. Es imprescindible escoger a los que escapan de esa definici¨®n. B¨²squenlos, ah¨ª fuera est¨¢n. Lo hemos visto en la negociaci¨®n de la ministra de Trabajo con sindicatos y patronal. Lo f¨¢cil es encogerse de hombros y concluir que todos son iguales. Eso es lo que algunos quieren que piensen.