Estados Unidos: el peso de un cheque impagado
El voto por Biden no estriba en impedir un segundo mandato de Trump o un incremento del racismo y el supremacismo, sino en construir una alternativa que permita ganar de una vez la igualdad prometida
El 1 de enero de 1863 entr¨® en vigor la orden ejecutiva del presidente Lincoln conocida como Proclamaci¨®n de la Emancipaci¨®n (Proclamaci¨®n 95). No supon¨ªa la abolici¨®n de la esclavitud ¡ªalgo que llegar¨ªa en 1865¡ª, pero cambi¨® de estatus legal a m¨¢s de tres millones y medio de negros en 10 Estados, que pasaron de esclavos a libres en cuanto huyeron al norte o se liberaron del poder confederado, gracias al avance del ej¨¦rcito de la Uni¨®n. Fue una medida de guerra, pensada sobre todo para golpear el coraz¨®n del sistema econ¨®mico del sur, dependiente por completo de la esclavitud.
Cien a?os...
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El 1 de enero de 1863 entr¨® en vigor la orden ejecutiva del presidente Lincoln conocida como Proclamaci¨®n de la Emancipaci¨®n (Proclamaci¨®n 95). No supon¨ªa la abolici¨®n de la esclavitud ¡ªalgo que llegar¨ªa en 1865¡ª, pero cambi¨® de estatus legal a m¨¢s de tres millones y medio de negros en 10 Estados, que pasaron de esclavos a libres en cuanto huyeron al norte o se liberaron del poder confederado, gracias al avance del ej¨¦rcito de la Uni¨®n. Fue una medida de guerra, pensada sobre todo para golpear el coraz¨®n del sistema econ¨®mico del sur, dependiente por completo de la esclavitud.
Cien a?os despu¨¦s, el 28 de agosto de 1963, Martin Luther King evoc¨® esa fecha en su c¨¦lebre discurso en la Marcha sobre Washington, para recordar que los centenares de miles de ciudadanos all¨ª congregados, en su mayor¨ªa afroamericanos, segu¨ªan pendientes del cumplimiento de esa promesa y, a¨²n peor, de la promesa de los padres constituyentes en 1776. Estas fueron sus palabras: ¡°En un sentido llegamos a la capital de nuestra naci¨®n para cobrar un cheque. Cuando los arquitectos de nuestra rep¨²blica escribieron las magn¨ªficas palabras de la Constituci¨®n y la Declaratoria de la Independencia, firmaban una promisoria nota de la que todo estadounidense ser¨ªa el heredero¡ En vez de honrar su obligaci¨®n sagrada, Estados Unidos dio al negro un cheque sin valor que fue devuelto marcado fondos insuficientes. Pero nos rehusamos a creer que el banco de la justicia est¨¢ quebrado. Nos rehusamos a creer que no hay fondos en los grandes dep¨®sitos de oportunidad en esta naci¨®n¡±.
Cuando se discute el peso del movimiento Black Lives Matter (BLM) surgido en 2014, es habitual reducirlo a la denuncia de la violencia policial y a la protesta contra la impunidad en la que quedan buena parte de esas conductas. En alguna medida, la habilidad de la estrategia electoral de Trump consiste en presentar todas esas protestas en el marco de una disputa entre los partidarios de la ley, el orden y la defensa de las fuerzas policiales y los que causan disturbios en las calles, destrozan edificios y se enfrentan a las fuerzas del orden. Y es que el BLM ha alcanzado una dimensi¨®n pol¨ªtica que, en buena medida, le entronca con el discurso de King en 1963 sobre el cheque impagado y con otra famosa afirmaci¨®n: ¡°Nuestras vidas comienzan a extinguirse en el momento en que guardamos silencio sobre las cosas que importan¡±. Las cosas que importan son las garant¨ªas efectivas de la vida, las libertades y los derechos de los afroamericanos. As¨ª lo expres¨® una de las tres fundadoras del movimiento, Alicia Garza, en la presentaci¨®n del movimiento, en abril de 2014: ¡°Cuando decimos Black Lives Matter, estamos hablando de las formas en que los negros se ven privados de sus derechos humanos b¨¢sicos y de la dignidad¡±. Estamos hablando de la igualdad en derechos y libertades, pues.
El presidente Trump trata de dar la vuelta a su desventaja aprovechando un reduccionismo del BLM como factor de desorden, violencia y enfrentamientos con las fuerzas del orden. As¨ª, aun a riesgo de dividir el pa¨ªs, se proclama m¨¢ximo defensor de la ley y del orden. Puede que esa estrategia que, como se ha denunciado, tiene el enorme coste de profundizar en la divisi¨®n del pa¨ªs, le permita a Trump reducir su desventaja frente a Biden e incluso conseguir la reelecci¨®n. Ser¨ªa una mala noticia para los norteamericanos, y tambi¨¦n para el mundo entero, y quiz¨¢ contribuir¨ªa a certificar las tesis de quienes, como Robin Wright, en l¨ªnea con el ensayista de The Nation Richard Kreitner, o el historiador de Yale David Blight, advierten del fin de mito de EE UU como una naci¨®n. Pero, sobre todo, ser¨ªa una mala noticia para la democracia y el Estado de derecho.
Como ha explicado certeramente Balibar, la igualdad en las libertades es una condici¨®n b¨¢sica para que hablemos de democracia. Y, como ha explicado por su parte Axel Honneth, el test m¨¢s claro es el de los derechos sociales: la garant¨ªa del acceso y el disfrute de derechos como trabajo, vivienda, salario m¨ªnimo, cobertura ante la enfermedad y la vejez, para todos los ciudadanos, comenzando por los m¨¢s vulnerables. Si no se alcanza, si hay grupos significativos de poblaci¨®n excluidos o marginados de facto (no digamos, de iure) de esa igual libertad, hay que dar la raz¨®n a quienes, en el idioma que sea, denuncian que ¡°lo llaman democracia, pero no lo es¡±.
Ibram X. Kendi, probablemente el m¨¢s interesante entre los historiadores que se ocupan sobre el racismo y el supremacismo, ideolog¨ªas que contaminan casi desde su nacimiento el experimento democr¨¢tico norteamericano, ejemplific¨® esta mancha original en un multipremiado ensayo que toma su t¨ªtulo del famoso discurso pronunciado en 1860 en el Senado por el entonces senador de Mississippi y luego l¨ªder confederado Jefferson Davis, en el que sostuvo que la desigualdad entre las razas blanca y negra estaba sellada desde los or¨ªgenes de la creaci¨®n (¡°Stamped from the Beginning¡±). Pues bien, el propio Kendi, en un reciente art¨ªculo para The Atlantic, sostiene que, parad¨®jicamente, el negacionismo de Trump ha puesto a los ciudadanos norteamericanos ante la oportunidad de aprovechar el punto de no retorno al que Trump ha llevado a la sociedad norteamericana, para cerrar su mandato y exigir que el nuevo equipo presidencial rompa con ese prejuicio y cumpla de una vez por todas y ya, la promesa de la igualdad: ¡°La abolici¨®n de la esclavitud parec¨ªa tan imposible a mediados del siglo XIX como lo es hoy la igualdad, pero de la misma manera que los abolicionistas exigieron la erradicaci¨®n inmediata de la esclavitud, la igualdad inmediata debe ser la exigencia hoy. No en 20 a?os. No en 10 a?os. Ahora¡±.
Las mujeres y los hombres del Black Lives Matter, las nuevas generaciones que se re¨²nen para repetir los lemas I can¡¯t breathe o Get your knee off our necks, son perfectamente conscientes de que el cheque del que habl¨® el Dr. King sigue sin cobrar y no quieren esperar. En ese sentido, creo, tienen raz¨®n los dem¨®cratas cuando sostienen que lo que est¨¢ en juego en noviembre de 2020 ¡°es una batalla por el alma de la naci¨®n¡±. Me inclino por pensar que tienen raz¨®n quienes postulan que no se trata s¨®lo de ejercer el voto para impedir un segundo mandato de Trump, para evitar que se incrementen el racismo y el supremacismo, sino sobre todo para construir una alternativa, la de aprovechar el mandato de Biden y Harris para ganar de una vez por todas la igualdad prometida. Ojal¨¢ se movilicen esos millones de afroamericanos y latinos para votar. Ojal¨¢ lo entienda as¨ª la mayor¨ªa de los votantes norteamericanos.
Javier de Lucas es catedr¨¢tico de Filosof¨ªa del Derecho y Filosof¨ªa Pol¨ªtica en el Instituto de Derechos Humanos en la Universitat de Valencia y senador del PSOE.