?A qu¨¦ juega el PP en Europa?
?Qu¨¦ coste democr¨¢tico est¨¢ dispuesto a asumir Pablo Casado trasladando a Bruselas la falacia de que el Gobierno de Espa?a es ileg¨ªtimo?
Mientras el Gobierno se pone de perfil ante el car¨¢cter iliberal e inconstitucional del proyecto de reforma del Poder Judicial, neg¨¢ndose a retirarlo sin m¨¢s dilaciones, el Partido Popular se enroca en su din¨¢mica explosiva, traslad¨¢ndola a Europa en un pasmoso ejercicio de deslealtad. ?C¨®mo explicar los movimientos de Casado en las instituciones comunitarias durante la pandemia? ?No son acaso otra ruptura m¨¢s con el ejercicio de...
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Mientras el Gobierno se pone de perfil ante el car¨¢cter iliberal e inconstitucional del proyecto de reforma del Poder Judicial, neg¨¢ndose a retirarlo sin m¨¢s dilaciones, el Partido Popular se enroca en su din¨¢mica explosiva, traslad¨¢ndola a Europa en un pasmoso ejercicio de deslealtad. ?C¨®mo explicar los movimientos de Casado en las instituciones comunitarias durante la pandemia? ?No son acaso otra ruptura m¨¢s con el ejercicio de una oposici¨®n responsable, ahora en lo europeo? Hasta la fecha, la relaci¨®n con la Uni¨®n era una pol¨ªtica de Estado que, al menos sobre el papel, avanzaba gracias al consenso entre Gobierno y oposici¨®n, proyectando una imagen de unidad en Europa. Era el signo de nuestro europe¨ªsmo, pero el PP parece haber decidido que Europa es tambi¨¦n el campo de batalla de su peculiar estrategia de confrontaci¨®n, incluso frente al inter¨¦s general de Espa?a.
Ya fue extra?a la alianza con los frugales durante las negociaciones de los fondos europeos con el af¨¢n de imponer controles m¨¢s estrictos a Espa?a, pero m¨¢s delicada fue la delirante carta que Dolors Montserrat envi¨® en junio al comisario de Justicia cuestionando la salud de nuestra democracia por un aparente ejercicio desproporcionado del mando ¨²nico durante el estado de alarma. La campa?a de desprestigio internacional es tan ins¨®lita que, si no fuera el l¨ªder de la oposici¨®n, parecer¨ªa que Casado est¨¢ haciendo pinza con Puigdemont en Europa. Es dif¨ªcil imaginar a la oposici¨®n francesa instando la investigaci¨®n de Macron por un ejercicio desproporcionado del poder ante medidas como el toque de queda decretado en ciudades como Par¨ªs. Ni Le Pen se atreve a tanto.
Esta vez, Casado se rasga las vestiduras con raz¨®n ante un proyecto de marcado car¨¢cter populista que cambia las reglas del juego, pero sabe que puede influir en el proceso en Espa?a, quit¨¢ndole argumentos al Ejecutivo. El dilema que podr¨ªa plantearle es sencillo: ?pretende reformar o controlar el Poder Judicial? Pero Casado opta por el camino m¨¢s desleal: viajar a Bruselas y extender el argumento inexacto (apoyado por Ciudadanos) de que la reforma har¨¢ peligrar los fondos europeos, inoculando en Europa la misma toxicidad en el debate que existe en nuestras Cortes. La ponzo?a roz¨® la brutalidad hace poco, cuando un grupo de europarlamentarios espa?oles pidi¨® con mal¨ªsimo tono explicaciones a Borrell sobre la delegaci¨®n que viaj¨® a Caracas con motivo de los comicios de diciembre, describi¨¦ndola como ¡°semiclandestina¡±. ?Entiende as¨ª Casado su funci¨®n de fiscalizar al Gobierno? ?Qu¨¦ coste democr¨¢tico est¨¢ dispuesto a asumir trasladando a Bruselas la falacia de que el Gobierno de Espa?a es ileg¨ªtimo? ?Y el Gobierno, hasta d¨®nde llevar¨¢ su frivolidad? Ambos pretenden ignorar que es momento de unir voluntades y trabajar juntos. Porque el precio, no nos enga?emos, no es otro que la reputaci¨®n del pa¨ªs.