Qu¨¦ bonita era la aburrida democracia
Estos tiempos de pandemia van a terminar haci¨¦ndonos echar de menos m¨¢s cosas que los abrazos y los bares
Publicaba The New York Times un curioso art¨ªculo sobre si recordaremos c¨®mo dar abrazos despu¨¦s de la pandemia, cuando la distancia social desaparezca. En esto de dar abrazos tambi¨¦n hay diferencias culturales y a los mediterr¨¢neos los abrazos anglosajones siempre nos han parecido, en general, bastante r¨ªgidos y envarados, como si los abrazantes no estuvieran del todo c¨®modos. Nada que ver con el abrazo nacido en la cuenca del Mare Nostrum que a ellos les resulta excesivo e invasivo, pero a nosotros nos parece que no es sincero si, por lo menos, no hay una costilla fracturada. Fiel a su...
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Publicaba The New York Times un curioso art¨ªculo sobre si recordaremos c¨®mo dar abrazos despu¨¦s de la pandemia, cuando la distancia social desaparezca. En esto de dar abrazos tambi¨¦n hay diferencias culturales y a los mediterr¨¢neos los abrazos anglosajones siempre nos han parecido, en general, bastante r¨ªgidos y envarados, como si los abrazantes no estuvieran del todo c¨®modos. Nada que ver con el abrazo nacido en la cuenca del Mare Nostrum que a ellos les resulta excesivo e invasivo, pero a nosotros nos parece que no es sincero si, por lo menos, no hay una costilla fracturada. Fiel a su tradici¨®n y fruto de la machacona normalizaci¨®n ¡ªde norma¡ª moderna del ¨¢mbito personal, el art¨ªculo propone unas reglas b¨¢sicas a la hora de abrazar que algunos lectores sin duda encontrar¨¢n perfectamente prescindibles cuando llegue el momento. Pero el texto sobre todo propone que, ocurra lo que ocurra, no nos olvidemos de la trascendencia de ese gesto.
Porque dar abrazos es algo que todos hemos dado completamente por hecho, natural e incluso fastidioso hasta que nos han dicho ¡ªo nos hemos dado cuenta¡ª que no pod¨ªamos hacerlo. Lo mismo que desgraciadamente puede pasar con algunos h¨¢bitos democr¨¢ticos que se est¨¢n viendo peligrosamente alterados por las circunstancias especiales, no ya de la covid, sino de lo que los estudiosos gustan de denominar ¡°el momento hist¨®rico¡±. Son cosas que, tomadas de una en una, no son decisivas y pueden ser explicadas por la coyuntura, pero que puestas en conjunto hacen plantearse si no llegar¨¢ el d¨ªa en que tengamos que recordar c¨®mo era la democracia.
Algunos ejemplos de lo que est¨¢ sucediendo. La campa?a electoral en EE UU se produce en medio de un permanente cuestionamiento de las reglas del juego, del resultado y de lo que vendr¨¢ despu¨¦s, no por un candidato aspirante nuevo en pol¨ªtica y radicalizado, sino por el que ya est¨¢ en el poder gracias a esas mismas reglas, resultados y lo que vino despu¨¦s. Hay dos pa¨ªses de la Uni¨®n Europea que se han liberado de la influencia sovi¨¦tica pero cuyos Ejecutivos, recuperada la democracia, ahora consideran los controles que establece la democracia un fastidio prescindible a la hora de gobernar. Reino Unido, con su largu¨ªsima tradici¨®n parlamentaria, est¨¢ a punto de provocar una cat¨¢strofe econ¨®mica dentro y fuera de sus fronteras merced a la efectividad demag¨®gica en un refer¨¦ndum de un pol¨ªtico de cuarta cuya m¨¢xima habilidad era tumbar a cervezas a los periodistas que le entrevistaban y del que ya nadie recuerda su nombre. Y luego est¨¢ la rabia. La frustraci¨®n general de una ciudadan¨ªa que ha trasladado su enfado con los pol¨ªticos a su desapego, o rechazo, al mismo sistema. Cuando todo esto pase tal vez volvamos a recordar con cari?o lo aburridas que eran las democracias que funcionan. Vamos, que hasta echaremos de menos el abrazo anglosaj¨®n.