Euskadi, entre el olvido y la memoria
Nueve a?os despu¨¦s del final del terrorismo, el inmovilismo de Bildu frena la convivencia
Las elecciones vascas de julio consolidaron a Bildu como segunda fuerza pol¨ªtica vasca. Las urnas no penalizaron a la coalici¨®n, cuya matriz es la antigua Batasuna, por su ausencia de autocr¨ªtica sobre su pasada complicidad con el terrorismo. Se benefici¨® del desconocimiento de una mayor¨ªa de j¨®venes de la historia reciente de Euskadi y de una campa?a h¨¢bil, con nuevas caras que primaron reivindicaciones sociales y medioambientales sobre las identitarias, casi tan ocultas como su pasado, que enganch¨® con la juventud.
Semanas despu¨¦s, la serie Patria, abanderada en la revisi¨®n del...
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Las elecciones vascas de julio consolidaron a Bildu como segunda fuerza pol¨ªtica vasca. Las urnas no penalizaron a la coalici¨®n, cuya matriz es la antigua Batasuna, por su ausencia de autocr¨ªtica sobre su pasada complicidad con el terrorismo. Se benefici¨® del desconocimiento de una mayor¨ªa de j¨®venes de la historia reciente de Euskadi y de una campa?a h¨¢bil, con nuevas caras que primaron reivindicaciones sociales y medioambientales sobre las identitarias, casi tan ocultas como su pasado, que enganch¨® con la juventud.
Semanas despu¨¦s, la serie Patria, abanderada en la revisi¨®n del terrorismo vasco, ha cuestionado la autosatisfacci¨®n de Bildu. El ataque a la serie de algunos dirigentes de la antigua Batasuna por su ¡°visi¨®n parcial¡± del pasado ha revelado su temor de que el olvido, sobre todo en los j¨®venes, revierta, por la v¨ªa de la imagen, en una recuperaci¨®n de la memoria del terrorismo que cuestiona la tesis abertzale, justificativa de ETA: la existencia de un ¡°viejo conflicto¡± o de ¡°los dos bandos enfrentados¡±. En el noveno aniversario del cese del terrorismo estamos en el tiempo del relato.
Euskadi debe avanzar hacia la convivencia. No debe atrincherarse en el resentimiento ni instrumentalizar el pasado con mezquindad electoral. Pero antes de pasar p¨¢gina del terrorismo hay que leerla porque la convivencia debe construirse s¨®lidamente. No puede repetirse lo sucedido con la Guerra Civil, que ochenta a?os despu¨¦s sigan miles de v¨ªctimas enterradas en cunetas o se cuestione a una figura democr¨¢tica indiscutible como Indalecio Prieto como hace la derecha.
La izquierda abertzale dio un paso importante hacia la convivencia en 2011 cuando en sus nuevos estatutos rechaz¨® el terrorismo etarra. Su decisi¨®n aceler¨® el final del terrorismo y su legalizaci¨®n con Bildu. Fue un final sin escisiones, asumido por la propia ETA, hoy hace nueve a?os. Siete a?os despu¨¦s, ETA se disolv¨ªa y una mayor¨ªa de sus 200 presos asume la legalidad penitenciaria y rechaza la violencia.
Pero Bildu ha detenido su evoluci¨®n. Elude la revisi¨®n autocr¨ªtica del pasado. Que Pernando Barrena y Joseba Permach, que estimularon el final del terrorismo, arremetan contra Patria lo confirma. Pero su autocr¨ªtica resulta necesaria para la convivencia porque aliviar¨ªa a las familias de las v¨ªctimas asesinadas injustamente por ETA y, por pedagog¨ªa, para evitar que la historia se repita. La izquierda abertzale debe reconocer que alrededor del 93% de los asesinatos de ETA lo fueron muerto el dictador. Y que no hubo dos bandos como en Irlanda el Norte. La principal violencia en Euskadi en los 36 a?os entre la muerte de Franco y el fin del terrorismo fue la de ETA, respaldada por Batasuna.
En la Transici¨®n hubo otras violencias. Hubo guerra sucia en los diez a?os transcurridos desde la muerte de Franco al final de los GAL. Hubo abusos policiales, algunos muy graves, por unas fuerzas de seguridad inadaptadas a la democracia; torturas, incluso despu¨¦s. Pero no hubo otro bando con apoyo pol¨ªtico. Mediados los ochenta se viv¨ªa en democracia y con autogobierno. ETA no tuvo justificaci¨®n. Los j¨®venes deben saberlo y lo cuentan documentales y series que cubren su desmemoria sobre ETA, motivada por un vac¨ªo educativo.
Las violencias cruzadas en la Transici¨®n en Euskadi solo explican parcialmente el vac¨ªo educativo. Los partidos democr¨¢ticos vascos no alcanzaron un acuerdo sobre ETA hasta el Pacto de Ajuria Enea de 1988 que marc¨® la divisi¨®n entre dem¨®cratas y terroristas totalitarios. Pero dicho pacto al primar el acoso a Batasuna y ETA para que abandonara el terrorismo por un acuerdo de paz por presos margin¨® a las v¨ªctimas, que hasta 1999 no tuvieron una ley que reconociera sus derechos. Lo urgente ¡ªacabar con el terrorismo¡ª margin¨® lo importante, las v¨ªctimas. Los Gobiernos del PSOE y del PP siguieron esa pauta casi hasta que ETA ces¨®.
Fue en los estertores del terrorismo etarra, con el Gobierno vasco de Patxi L¨®pez (2009-2012), apoyado por el PP, tras el retroceso del mandato de Ibarretxe (1998-2009), cuando las v¨ªctimas del terrorismo empezaron a explicarse en las aulas. Pero el inmovilismo de Bildu sigue impidiendo un relato m¨ªnimo com¨²n. No acepta que el terrorismo etarra estuviera injustificado cuando el Parlamento vasco aprob¨® una Ley de V¨ªctimas que conden¨® la guerra sucia y los abusos policiales. Ese inmovilismo no debe conllevar la prohibici¨®n de su participaci¨®n en los parlamentos ni su ilegalizaci¨®n como pretenden las derechas instrumentalizando, una vez m¨¢s, el terrorismo. El Pacto de Ajuria Enea de 1988 pretendi¨® lo que hoy tenemos: una ETA desaparecida y una izquierda abertzale haciendo pol¨ªtica en los parlamentos.
Bildu escamotea que desde el Pacto de Ajuria Enea la sociedad ¡ªincluido parte de su electorado¡ª ha aumentado su exigencia de autocritica para garantizar la convivencia. Su inmovilismo obstaculiza, adem¨¢s, su homologaci¨®n democr¨¢tica ¡ªPNV y PSE renuncian gobernar con Bildu¡ª y lo hace vulnerable. Como ha demostrado su inquietud por un relato veraz como Patria dos meses despu¨¦s de sus resultados de julio que, hay que decirlo todo, no lograron superar su techo electoral de hace ocho a?os.