Una elecci¨®n sobre el multilateralismo
El 3 de noviembre todos, y no solo los estadounidenses, nos jugamos mucho. Trump ha dejado patente que entiende las relaciones internacionales como un juego de suma cero, con vencedores y vencidos
Cuando Donald Trump se convirti¨® en el candidato republicano en 2016, muchos vaticinaron que su ret¨®rica incendiaria se templar¨ªa durante la campa?a contra Hillary Clinton, con tal de atraer a votantes centristas. Una vez elegido, sin un ¨¢pice de la esperada circunspecci¨®n, se dijo que la presidencia y el Partido Republicano le har¨ªan adoptar un tono m¨¢s decoroso. Hoy sabemos cu¨¢n ingenuas fueron estas predicciones. Trump no se moder¨®; m¨¢s bien, se envalenton¨®.
Lo m¨¢s preocupante no es que su peculiar estilo se haya mantenido inmutable, sino que el Partido Republicano y el Gobierno se h...
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Cuando Donald Trump se convirti¨® en el candidato republicano en 2016, muchos vaticinaron que su ret¨®rica incendiaria se templar¨ªa durante la campa?a contra Hillary Clinton, con tal de atraer a votantes centristas. Una vez elegido, sin un ¨¢pice de la esperada circunspecci¨®n, se dijo que la presidencia y el Partido Republicano le har¨ªan adoptar un tono m¨¢s decoroso. Hoy sabemos cu¨¢n ingenuas fueron estas predicciones. Trump no se moder¨®; m¨¢s bien, se envalenton¨®.
Lo m¨¢s preocupante no es que su peculiar estilo se haya mantenido inmutable, sino que el Partido Republicano y el Gobierno se hayan moldeado a su imagen y semejanza. Hoy son pocas las voces republicanas que osan cuestionarle y, en el seno de la Administraci¨®n, el presidente se ha rodeado progresivamente de una camarilla de yes-men, apartando a los pocos que se opon¨ªan a sus ideas m¨¢s descabelladas. Con las elecciones a la vuelta de la esquina, merece la pena repasar brevemente los m¨²ltiples rostros que ha ido ense?ando Trump, y que terminan convergiendo en la completa abdicaci¨®n de las responsabilidades de EE UU para con el resto del mundo.
Trump ha mostrado una cara nacionalista, plasmada en sus famosos esl¨®ganes de America First y Make America Great Again. Todo esfuerzo de cooperaci¨®n global es vilipendiado en nombre de una anacr¨®nica concepci¨®n de soberan¨ªa nacional. Ante la actual pandemia, ha abrazado el llamado ¡°nacionalismo de las vacunas¡±, renunciando a participar en el COVAX, una iniciativa apoyada por la OMS que busca una distribuci¨®n equitativa de las mismas.
En cualquier circunstancia, Trump se ha revelado como un gran detractor de las soluciones multilaterales, priorizando los entendimientos bilaterales y la acci¨®n unilateral. La Administraci¨®n ha cuestionado m¨²ltiples compromisos internacionales e incluso ha renunciado a algunos de ellos, como el Acuerdo de Par¨ªs sobre el cambio clim¨¢tico y el acuerdo nuclear con Ir¨¢n (con la consiguiente imposici¨®n, en este ¨²ltimo caso, de abusivas sanciones secundarias a terceros pa¨ªses). Su pol¨ªtica exterior se ha basado esencialmente en golpes de efecto, como el asesinato del general iran¨ª Qasem Soleimani o el reconocimiento de Jerusal¨¦n como capital de Israel.
Trump ha dejado patente que suele entender las relaciones internacionales como un juego de suma cero, con vencedores y vencidos. Esta filosof¨ªa ha impregnado su pol¨ªtica arancelaria y, en concreto, su ¡°guerra comercial¡± con China. Para muestra, un tuit: ¡°Cuando un pa¨ªs (EE UU) pierde miles de millones de d¨®lares en comercio con pr¨¢cticamente cada pa¨ªs con el que hace negocios, las guerras comerciales son buenas, y f¨¢ciles de ganar¡±. Ciertos acuerdos internacionales, por otro lado, son contemplados por Trump como transacciones de las que espera obtener un r¨¦dito personal directo, como constata el esc¨¢ndalo con Ucrania que suscit¨® su impeachment.
Por ¨²ltimo, el presidente ha ense?ado una faceta iliberal, despreciando los contrapesos institucionales y tambi¨¦n la labor de ciertos sectores de la prensa, a los que ha acusado constantemente de propagar noticias falsas (ocultando su tendencia a hacer justamente eso). En el plano exterior, Trump ha patrocinado una especie de Internacional iliberal, que vincula a una serie de l¨ªderes mucho m¨¢s preocupados por su supervivencia pol¨ªtica que por la salud democr¨¢tica de sus pa¨ªses. Para estos l¨ªderes, los derechos humanos no sirven m¨¢s que para ser invocados de forma interesada y selectiva.
Bajo el turbulento mandato de Trump, en definitiva, Estados Unidos ha renunciado abiertamente a ejercer de guardi¨¢n del ¡°orden liberal¡±. Sin embargo, no debemos llevarnos a enga?o y pensar que una derrota de Trump frente al candidato dem¨®crata, Joe Biden, equivaldr¨ªa a un retorno inmediato al mundo de ayer. Pese a que los programas de ambos candidatos son radicalmente distintos (como cabe esperar que ocurra en un pa¨ªs tan polarizado como Estados Unidos), se aprecian ciertos puntos en com¨²n.
Por ejemplo, Biden aboga por dar un tratamiento prioritario a los productos estadounidenses y conceder subsidios a industrias dom¨¦sticas. La postura del Partido Dem¨®crata respecto a China tambi¨¦n se ha endurecido, aunque sigue siendo menos agresiva que la expresada por Trump, y enfatiza la conveniencia de apoyarse en pa¨ªses aliados. Si algo est¨¢ claro, en todo caso, es que la pugna entre China y Estados Unidos por la supremac¨ªa tecnol¨®gica ¡ªpor ejemplo, en el ¨¢mbito de la inteligencia artificial¡ª va a seguir siendo feroz.
Ser¨ªa un error, por otra parte, idealizar el pasado y aspirar a replicarlo. La trayectoria de Estados Unidos como primera potencia global ha tenido sus luces y sus sombras, y los problemas estructurales del pa¨ªs estaban ya presentes antes de que el actual presidente llegara al poder. De hecho, en gran medida explican su elecci¨®n en 2016. Lo mismo puede decirse sobre muchas de las tensiones que aquejan al sistema internacional.
Dejando la nostalgia de lado, toda nuestra atenci¨®n deber¨ªa centrarse en afrontar con garant¨ªas el mundo de ma?ana. La covid-19 ha mostrado con crudeza que la cooperaci¨®n multilateral no deber¨ªa verse como una opci¨®n, sino como una obligaci¨®n. No obstante, estamos permitiendo que muchas organizaciones internacionales se oxiden ante nuestros ojos. Un actor fundamental como es la OMS adolece actualmente de una preocupante falta de recursos, especialmente tras la retirada de financiaci¨®n por parte de Estados Unidos. Mientras tanto, la OMC sigue teniendo su ?rgano de Apelaci¨®n bloqueado por la negativa de Trump a nombrar nuevos jueces, lo cual conlleva la par¨¢lisis del mecanismo de soluci¨®n de diferencias.
De igual modo que har¨¢ falta reformar estas instituciones para adaptarlas a los contextos que deber¨¢n navegar, tambi¨¦n ser¨¢ preciso imaginar nuevas regulaciones globales para desaf¨ªos tales como el desarrollo de la inteligencia artificial y otras tecnolog¨ªas emergentes. Y, por supuesto, deberemos seguir dando pasos firmes en la lucha contra el cambio clim¨¢tico. China ya ha declarado su intenci¨®n de alcanzar la neutralidad de carbono antes de 2060, mientras que la Comisi¨®n de Von der Leyen ha hecho del European Green Deal una de sus principales propuestas para esta legislatura. Esa es la l¨ªnea que debemos seguir.
El pr¨®ximo 3 de noviembre, todos ¡ªno solo los estadounidenses¡ª nos jugamos mucho. Aunque una potencial Administraci¨®n Biden no ser¨ªa capaz de resolver todos los problemas que heredar¨ªa, s¨ª que contribuir¨ªa a que Estados Unidos recuperase compromisos abandonados, se reencontrase con sus aliados occidentales y redescubriese una pol¨ªtica menos efectista y m¨¢s racional. La reelecci¨®n de Donald Trump, por el contrario, profundizar¨ªa las tendencias aqu¨ª analizadas, ensanchar¨ªa la brecha entre Estados Unidos y la Uni¨®n Europea, y muy probablemente infligir¨ªa da?os irreversibles (ahora s¨ª) a la cooperaci¨®n internacional.
Sea cual sea el resultado de las elecciones, el mundo deber¨¢ gestionar de la mejor manera posible una realidad que no depende del criterio de ning¨²n presidente: no hay pa¨ªs, por importante que sea, que pueda enfrentarse por s¨ª solo a los retos colectivos que tenemos ante nosotros.
Javier Solana es distinguished fellow en la Brookings Institution y presidente de EsadeGeo-Center for Global Economy and Geopolitics.
? Project Syndicate, 2020