?ltimas palabras
Pau Don¨¦s nos regal¨® un sereno epitafio plasmado en el documental m¨¢s visto en una d¨¦cada en Espa?a
Acudo a una sala de cine casi vac¨ªa ¡ªel p¨²blico en los cines se ha desplomado¡ª para mirar dentro de lo que no se suele ver. En la cartelera del que me queda cerca de casa se ofrecen un par de comedias, una pel¨ªcula de ciencia ficci¨®n, otra de cat¨¢strofes¡ Y tambi¨¦n Eso que t¨² me das, la ¨²ltima entrevista de Pau Don¨¦s. Dijo Albert Camus que la ficci¨®n es la mentira que usamos para explicar la verdad, pero en este documental se usa la verdad para contar lo que a veces sentimos como una ficci¨®n: la vida, oculta a menudo en un bosque de mentiras, o, por lo menos, de medias verdades.
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Acudo a una sala de cine casi vac¨ªa ¡ªel p¨²blico en los cines se ha desplomado¡ª para mirar dentro de lo que no se suele ver. En la cartelera del que me queda cerca de casa se ofrecen un par de comedias, una pel¨ªcula de ciencia ficci¨®n, otra de cat¨¢strofes¡ Y tambi¨¦n Eso que t¨² me das, la ¨²ltima entrevista de Pau Don¨¦s. Dijo Albert Camus que la ficci¨®n es la mentira que usamos para explicar la verdad, pero en este documental se usa la verdad para contar lo que a veces sentimos como una ficci¨®n: la vida, oculta a menudo en un bosque de mentiras, o, por lo menos, de medias verdades.
La c¨¢mara avanza por una carretera vista desde el interior de un coche. Seguimos el trazado de la v¨ªa con las voces en off del entrevistador y de la onc¨®loga que acompa?¨® a Don¨¦s hasta el final. El trayecto a la Val d¡¯Aran invita a olvidar cualquier prisa. Si desde Barcelona el valle pirenaico parece una esquina del mundo, una vez all¨ª se siente lo contrario: es la ciudad, encerrada en s¨ª misma, la que ha quedado relegada a la periferia. Con serenidad, la doctora comenta que hicieron todo cuanto pudieron, y eso, no haber dejado ninguna opci¨®n sin explorar, consuela a un enfermo terminal.
Nada prepara para entrar en el mundo adulto, ser padres, despedirse de otros para siempre. Todo se aprende sobre la marcha, mientras nos atraviesa. Entonces tratamos de agarrar el volante con fuerza y seguir. Al nacer emprendemos un viaje sin saber cu¨¢nto combustible llevamos en el dep¨®sito. Un d¨ªa el motor dejar¨¢ de rugir, y basta. En esencia, todas las muertes se reducen a lo mismo, a un universo que se extingue, pero cada una es diferente.
A lo largo del siglo XV, cuando la muerte prematura por guerra, hambruna o peste era omnipresente, se escribieron textos sobre el arte de ¡°morir bien¡± (Ars moriendi). En el ¨²ltimo suspiro, hab¨ªa mucho en juego: una eternidad en el cielo o en el infierno. M¨¢s tarde, se empez¨® a dar otro valor a las ¨²ltimas palabras ¡ª¨²nicas y personales¡ª de los moribundos. Apuntes in extremis de todo lo visto y aprendido para quienes quisieran escucharlo. ¡°Cuenta mi historia¡±, le pide Hamlet en la escena final a Horacio. En Leyendo a Ch¨¦jov, Janet Malcolm recogi¨® frases que amigos, escritores y bi¨®grafos pusieron en boca del escritor ruso cuando agonizaba en la Selva Negra. ?Dijo ¡°hace mucho que no bebo champ¨¢n¡± y luego ¡°Ich sterbe¡±, aunque apenas supiera alem¨¢n? ?O ¡°no pongas hielo sobre un coraz¨®n vac¨ªo¡±?
El viajero que se aproxima a su ¨²ltima estaci¨®n parece hablarnos en un lenguaje distinto, sin dobleces. ?Qu¨¦ perdemos cuando las palabras se malgastan? Se lo pregunta Anne Carson en Econom¨ªa de lo que no se pierde, ensayo en el que pone a dialogar al poeta Paul Celan con Sim¨®nides de Ceos, el m¨¢s prol¨ªfico y valorado creador de epitafios de la Antig¨¹edad. Uno suyo muy conocido dice: ¡°Todos somos deudas contra¨ªdas con la muerte¡±. Como poeta lapidario, deb¨ªa adaptar su inspiraci¨®n a los l¨ªmites de una piedra. El documental Eso que t¨² me das cabe en 65 minutos y, en estos tiempos en que la enfermedad nos rodea, arroja luz sobre aquello que no se suele ver por la tendencia a alejar y externalizar todo cuanto rodea a la muerte.
Pau ¡ªpaz, en catal¨¢n¡ª esper¨® al equipo de rodaje en su para¨ªso particular: casa, familia, monta?as. Ya no contestaba mensajes ni segu¨ªa las redes. De forma natural, ya no se sent¨ªa en ese mundo. El tiempo de descuento lo llenaba con peque?as-grandes cosas: qu¨¦ comer ese d¨ªa en compa?¨ªa de los suyos, comprar un queso al vecino, salir un rato a la naturaleza para tomar el sol o ver a su hija nadar en un r¨ªo para sentir el agua fr¨ªa a trav¨¦s de ella. ¡°Soy tambi¨¦n este¡±, nos dice Pau ¡ªel de la voz quebrada, el de la sonda, el del cuerpo fr¨¢gil¡ª, y en un momento dado a?ade: ¡°?Y si en vez de irme el pr¨®ximo mes me fuera el a?o que viene? El verde est¨¢ subiendo, los corzos empiezan a bajar las monta?as, despu¨¦s caer¨¢n las hojas, marrones y amarillas¡ Luego nevar¨¢¡±. Palabras sencillas para expresar que vivir es una suerte de rompecabezas envuelto en un enigma dentro de un misterio. ?Te das cuenta de que esto se escuchar¨¢ cuando no est¨¦s?, le preguntan. Sus palabras, grabadas, se conocer¨¢n sin los equ¨ªvocos que rodearon a las de Ch¨¦jov. El ¨²ltimo regalo que nos hizo Pau fue un sereno epitafio, vitalista como los acordes y las letras de sus canciones. Ayer le¨ª que este documental ha sido el m¨¢s visto de la ¨²ltima d¨¦cada en Espa?a.
Marta Reb¨®n es escritora y traductora.