En defensa de una innovaci¨®n cr¨ªtica
Alguien deber¨ªa asumir un papel inc¨®modo que nos pregunte por el rumbo de esta gran transformaci¨®n
Hay palabras que operan como verdaderos fetiches sociales. Son conceptos que gozan de un extraordinario prestigio a pesar de que nadie pueda perfilar de un modo claro y preciso cu¨¢l es su significado. A veces son ideas a cuya promoci¨®n se destinan generos¨ªsimos fondos y su mera invocaci¨®n parece nutrir de una solemne autoridad a quien las pronuncia. Innovaci¨®n, probablemente, sea una de ellas. Pocas veces se ha conseguido apuntalar una convicci¨®n mesi¨¢nica tan potente y fascinada en torno a una ¨²nica palabra. No importa hacia donde miren, siempre habr¨¢ alg¨²n gur¨² advirtiendo delante de una pan...
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Hay palabras que operan como verdaderos fetiches sociales. Son conceptos que gozan de un extraordinario prestigio a pesar de que nadie pueda perfilar de un modo claro y preciso cu¨¢l es su significado. A veces son ideas a cuya promoci¨®n se destinan generos¨ªsimos fondos y su mera invocaci¨®n parece nutrir de una solemne autoridad a quien las pronuncia. Innovaci¨®n, probablemente, sea una de ellas. Pocas veces se ha conseguido apuntalar una convicci¨®n mesi¨¢nica tan potente y fascinada en torno a una ¨²nica palabra. No importa hacia donde miren, siempre habr¨¢ alg¨²n gur¨² advirtiendo delante de una pantalla gigante una urgente necesidad por adelantarnos al mundo que viene. Sospechen de ellos: mueven las manos igual que los magos.
Los desarrollos tecnocient¨ªficos y el efecto multiplicador que ha tenido el conocimiento sobre nuestra capacidad de acci¨®n nos han convertido en animales cada vez m¨¢s capaces a la hora de satisfacer nuestras necesidades y apetitos. Pero no debemos olvidar que en no pocas ocasiones nuestros deseos se han caracterizado por ser desmesurados y terribles. El animal carencial que retratara Plat¨®n en su Prot¨¢goras se ha convertido en un animal cada vez m¨¢s h¨¢bil, lo que no ha dejado de generar consecuencias aterradoras. Auschwitz o la gran mancha de basura del Pac¨ªfico son tambi¨¦n, no lo olvidemos nunca, consecuencias de la innovaci¨®n.
Esta innovaci¨®n, a pesar de lo que muchos creen, no tiene una valencia moral espec¨ªfica. Ya en el contexto cl¨¢sico encontramos numerosos precedentes que nos advierten de lo que en t¨¦rminos t¨¦cnicos se denomina la falacia ad novitatem. La confianza en que una idea sea necesariamente mejor por el mero hecho de ser m¨¢s reciente es sencillamente absurda. El af¨¢n de novedades no s¨®lo atraviesa nuestras costumbres, sino tambi¨¦n, y esto es lo peligroso, nuestras pol¨ªticas, optimizando sin descanso distintos medios para fines inexistentes. Si la ciencia y la tecnolog¨ªa nos hacen cada vez m¨¢s capaces en t¨¦rminos materiales, parece imprescindible que las disciplinas human¨ªsticas nos ayuden a responder por qu¨¦ y para qu¨¦ queremos multiplicar nuestra capacidad de influencia.
Uno de los ¨¢mbitos donde la ambici¨®n acr¨ªtica por la innovaci¨®n y el desarrollo han demostrado su condici¨®n m¨¢s amenazante y lesiva para nuestra democracia la constatamos en la articulaci¨®n de los nuevos espacios de deliberaci¨®n p¨²blica. La promesa transversal y democratizadora de las redes sociales ha terminado en convertirse, como ya certifican los expertos, en un nuevo Leviat¨¢n. No son s¨®lo las fake news el problema, sino que es incluso la ingente sobreexposici¨®n a los datos veraces y siempre nuevos lo que aturde nuestra conciencia. La voracidad informativa por el futuro inmanente nos hace adictos, nos dispersa y nos exalta, anulando el uso del tiempo reflexivo y sobrecargando de reacciones emotivas un debate cada vez menos racional.
Sectores pr¨®ximos a la gesti¨®n de la informaci¨®n, la investigaci¨®n y el dato son quiz¨¢ los escenarios m¨¢s tentadores para disponer nuestra ilimitada pulsi¨®n innovadora. En t¨¦rminos literales la noticia es siempre deudora de su condici¨®n novedosa y toda ciencia aspira a decirse siempre nueva. Si, como pomposamente se advierte a veces, la investigaci¨®n aspira a ampliar las fronteras del conocimiento, son pocas las ocasiones en las que nos interrogamos por la forma o la silueta con el que queremos roturar el nuevo per¨ªmetro de nuestros saberes. Un conocimiento puramente innovativo resulta tan ingenuo como temerario. Tal vez por este motivo los grandes nombres de nuestra ciencia, desde Bernardo de Chartres hasta Isaac Newton, apostaron por conocer m¨¢s all¨¢, pero subidos siembre a hombros de gigantes.
Es obvio que nuestro reflejo consumista se ha dirigido tambi¨¦n al ¨¢mbito de la ciencia y el conocimiento. La obsolescencia programada no afecta s¨®lo a los electrodom¨¦sticos sino, tambi¨¦n, y esto es lo terrible, a nuestras ideas. M¨¢s all¨¢ del frenes¨ª acelerado y de la adoraci¨®n tecnof¨ªlica, se impone como soluci¨®n urgente introducir algunos matices en nuestra apuesta por la innovaci¨®n. La ciencia y el conocimiento cada vez se antojan m¨¢s urgidos, m¨¢s acelerados, m¨¢s productivos, pero no existe una sola regi¨®n de lo humano donde la cr¨ªtica, la sospecha y una dosis de quietud no se demuestren efectivas. La innovaci¨®n no es una excepci¨®n y sin una cr¨ªtica emancipatoria, humanista e ilustrada con la que orientar los fines de nuestra capacidad transformadora estaremos, a cada paso, m¨¢s cerca de ser devorados por nuestra criatura.
La rentabilidad industrial, ideol¨®gica e incluso espiritual de la innovaci¨®n exigen reconstruir un contrapeso prudencial que permita detener el vigor electrizante de esta falsa promesa encarnada en un ¨ªdolo de colt¨¢n. All¨ª donde demasiadas voces nos instan a adelantarnos al futuro alguien deber¨ªa asumir un papel inc¨®modo para preguntarnos acerca del rumbo de esta gran transformaci¨®n. Ya lo certific¨® T. S. Eliot: hemos perdido el conocimiento entre tanta informaci¨®n pero, sobre todo, hemos perdido la capacidad para distinguir el conocimiento de la verdadera sabidur¨ªa.
Elena Herrero-Beaumont es profesora de ?tica Corporativa en IE University y fundadora y directora de Ethosfera. Diego S. Garrocho Salcedo es vicedecano de Investigaci¨®n de la Facultad de Filosof¨ªa y Letras y profesor de ?tica y Filosof¨ªa Pol¨ªtica en la Universidad Aut¨®noma de Madrid.