Cuando un presidente sabotea su propio pa¨ªs
Resulta que la mayor injerencia en las elecciones estadounidenses no ha venido de Rusia o China, sino del mismo inquilino de la Casa Blanca, que ha sembrado confusi¨®n y desconfianza en el sistema
A la hora de la verdad, la mayor injerencia en las elecciones de Estados Unidos no ha sido obra de Rusia, China, Ir¨¢n ni Corea del Norte. Ha sido obra del presidente de Estados Unidos.
En el momento de escribir esto, a¨²n no sabemos qui¨¦n ha ganado las elecciones, aunque todo indica que Joe Biden va a ocupar la Casa Blanca y los republicanos van a conservar el Senado.
Lo que s¨ª sabemos con certeza es que el presidente Donald Trump minti¨® p¨²blicamente en la madrugada del mi¨¦rcoles cuando proclam¨® su victoria e intent¨® que los jueces le rescataran de la decisi¨®n de los votantes. Su ...
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A la hora de la verdad, la mayor injerencia en las elecciones de Estados Unidos no ha sido obra de Rusia, China, Ir¨¢n ni Corea del Norte. Ha sido obra del presidente de Estados Unidos.
En el momento de escribir esto, a¨²n no sabemos qui¨¦n ha ganado las elecciones, aunque todo indica que Joe Biden va a ocupar la Casa Blanca y los republicanos van a conservar el Senado.
Lo que s¨ª sabemos con certeza es que el presidente Donald Trump minti¨® p¨²blicamente en la madrugada del mi¨¦rcoles cuando proclam¨® su victoria e intent¨® que los jueces le rescataran de la decisi¨®n de los votantes. Su desverg¨¹enza socava el sistema electoral estadounidense y la propia idea de un traspaso pac¨ªfico de poderes.
Es dif¨ªcil pensar que el Tribunal Supremo, por mucho que se haya politizado, vaya a sumarse a semejante farsa. No creo que, si Donald Trump sufre una clara derrota, pueda permanecer en su cargo; si trata de atrincherarse en el Despacho Oval, le obligar¨¢n a marcharse el 20 de enero.
Sin embargo, lo que Trump ha hecho ya es lo que los rusos han intentado hacer siempre: arrojar dudas sobre las elecciones y desestabilizar el pa¨ªs. El auto federal de 2018 contra los piratas inform¨¢ticos rusos que interfirieron con las elecciones afirmaba que hab¨ªan organizado ¡°una guerra de informaci¨®n contra los Estados Unidos de Am¨¦rica¡± mediante una siembra de confusi¨®n y desconfianza que perjudicaba la integridad de las elecciones y minaba la legitimidad del Gobierno resultante. Eso es precisamente lo que est¨¢ haciendo Trump ahora. Puede abrazar y besar banderas estadounidenses todo lo que quiera y pretender que es un gran patriota, pero lo que ha hecho es traicionar a nuestro pa¨ªs.
Si Biden gana a pesar de encontrarse con este c¨¢liz envenenado, heredar¨¢ un pa¨ªs terriblemente dividido tras unas elecciones que muchos considerar¨¢n ileg¨ªtimas, un pa¨ªs m¨¢s dif¨ªcil de gobernar y que no tendr¨¢ tan f¨¢cil ejercer su influencia en el mundo. Una cosa es que unos piratas rusos saboteen nuestro Gobierno desde San Petersburgo y otra, mucho m¨¢s tr¨¢gica, que lo haga el presidente desde la Casa Blanca.
El vicepresidente Mike Pence habl¨® justo despu¨¦s de Trump y no repiti¨® su proclamaci¨®n de victoria ni su llamamiento a que intervinieran los tribunales. Pero tampoco contradijo las mentiras de su jefe, y la mayor¨ªa de los l¨ªderes republicanos tambi¨¦n han permanecido callados.
El ¨²ltimo ataque de Trump contra la integridad del sistema electoral estadounidense y el traspaso pac¨ªfico de poderes ¡ªla prueba de fuego de cualquier democracia¡ª llega despu¨¦s de a?os de mentiras e intentos de desacreditarlos. No hay duda de que nuestro sistema electoral tiene varios elementos poco democr¨¢ticos, pero no son esos a los que se refiere el presidente.
Biden va a ganar holgadamente la votaci¨®n popular, con una diferencia de millones de votos, pero el resultado es incierto debido al Colegio Electoral. Entre 2000 y 2016, en dos de las tres ocasiones en las que los republicanos llegaron a la presidencia hab¨ªan perdido el voto popular. Y si el Tribunal Supremo interviene en esta elecci¨®n, hay que recordar que la tercera parte de los magistrados fueron designados por un presidente que perdi¨® la votaci¨®n popular por 2,9 millones de papeletas.
En el Senado hay problemas similares. Los senadores dem¨®cratas actuales representan a 14 millones de votantes m¨¢s que los republicanos, pero est¨¢n en minor¨ªa por el peso desproporcionado de los Estados poco poblados.
El senador republicano por el Estado de Utah Mike Lee en una ocasi¨®n afirm¨® que ¡°no somos una democracia¡± sino una rep¨²blica ¡ªen realidad, somos las dos cosas¡ª. Lee, junto al senador Ted Cruz, de Texas y tambi¨¦n republicano, lleg¨® a recomendar la abolici¨®n de la 17? enmienda de la Constituci¨®n, que prev¨¦ la elecci¨®n directa de los senadores. Si su designaci¨®n volviera a depender de las asambleas de los Estados, los republicanos obtendr¨ªan unos cuantos esca?os m¨¢s.
En general, muchos miembros del Partido Republicano parecen tener miedo a los electores y creen que la mejor forma de vencer es impedir el voto o incluso desechar papeletas, como en el condado de Harris, Texas. Ya no tenemos impuestos electorales ni cl¨¢usulas del abuelo para impedir que voten los negros, pero las autoridades republicanas simplemente han modernizado los obst¨¢culos. Un estudio publicado en Scientific American el a?o pasado revel¨® que los votantes en zonas habitadas mayoritariamente por negros tienen un 74% m¨¢s de probabilidades de verse obligados a esperar m¨¢s de 30 minutos para votar que los residentes de los barrios blancos.
El propio Trump dijo en marzo que se opon¨ªa a las campa?as para fomentar el voto porque ¡°si las acept¨¢ramos, en este pa¨ªs nunca volver¨ªa a resultar elegido un republicano¡±.
Ahora bien, es posible que tanto los republicanos como los dem¨®cratas se hayan precipitado al pensar que una mayor participaci¨®n perjudicaba inevitablemente a los primeros.
Parece que la participaci¨®n en estas elecciones ha sido la mayor en los ¨²ltimos 120 a?os, y quiz¨¢ tanto Biden como Trump acaben siendo los candidatos con m¨¢s votos populares en la historia de Estados Unidos. Adem¨¢s, Trump ha obtenido millones de votos m¨¢s que hace cuatro a?os. Seg¨²n las encuestas a pie de urna, a Trump le han votado el 18% de los hombres negros y el 36% de los hombres hispanos, adem¨¢s del 58% de los hombres blancos.
Los dem¨®cratas ten¨ªan muchas bazas a su favor al encarar estas elecciones: un candidato aparentemente capaz de tranquilizar y ganar, motivos sin fin para estar indignados con Trump, noticias frecuentes sobre casos de corrupci¨®n o esc¨¢ndalos en los que est¨¢ implicado, acusaciones contra ¨¦l de familiares y antiguos colaboradores y, sobre todo, la mala gesti¨®n de una pandemia que ha matado a 230.000 estadounidenses y ha destrozado la econom¨ªa.
Aun as¨ª, muchos votantes ni se han inmutado. El doctor Irwin Redlener, experto en la gesti¨®n de cat¨¢strofes sanitarias, dice que Trump ha ganado en nueve de los 10 Estados con mayor incidencia de coronavirus.
Por eso, al tiempo que me preocupa pensar en los esfuerzos de Trump para hacerle el trabajo sucio a Rusia y deslegitimar estas elecciones, tambi¨¦n me debato con una pregunta: ?c¨®mo es posible que tantos millones de estadounidenses hayan observado a Trump durante cuatro a?os, hayan sufrido las dolorosas consecuencias de su mala gesti¨®n de la covid-19, hayan o¨ªdo sus mentiras constantes, hayan visto sus ataques contra nuestras instituciones y, con todo, le hayan votado m¨¢s que nunca?
Nicholas Kristof es periodista. Durante su carrera ha sido galardonado en dos ocasiones con el Premio Pulitzer.
? 2020 The New York Times Company
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.