Estos pelos
La imagen del ni?o poniendo su mano en la pelambre corta del entonces presidente Obama me llev¨® a una consideraci¨®n peluquera de la pol¨ªtica
Es una foto memorable que cay¨® en el olvido, quiz¨¢ por su apariencia anecd¨®tica. Ilustraba, con otras tomadas en la actualidad, la entrevista de Javier Moreno a Barack Obama, y nadie que leyera el peri¨®dico el pasado jueves 19 habr¨¢ dejado de reparar en esa imagen: el ni?o negro, vestido de domingo, poniendo su mano en la pelambre corta del entonces presidente, que se agacha: pelo rizoso afro, el de ambos. La historia reciente de Norteam¨¦rica se condensa en dos pelos, el genuino e igual que el ni?o comprobaba en Obama, y el levantisco rubio dudoso de Trump. Eso me llev¨® a una consideraci¨®n pel...
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Es una foto memorable que cay¨® en el olvido, quiz¨¢ por su apariencia anecd¨®tica. Ilustraba, con otras tomadas en la actualidad, la entrevista de Javier Moreno a Barack Obama, y nadie que leyera el peri¨®dico el pasado jueves 19 habr¨¢ dejado de reparar en esa imagen: el ni?o negro, vestido de domingo, poniendo su mano en la pelambre corta del entonces presidente, que se agacha: pelo rizoso afro, el de ambos. La historia reciente de Norteam¨¦rica se condensa en dos pelos, el genuino e igual que el ni?o comprobaba en Obama, y el levantisco rubio dudoso de Trump. Eso me llev¨® a una consideraci¨®n peluquera de la pol¨ªtica, que tiene en Inglaterra ejemplos se?eros, la permanente Thatcher y el desmadejado rubio natural por estratos de Boris. Dos formas de peinarse a lo tory. Ya puesto, hice memoria hist¨®rica, aunque el franquismo dio poco juego est¨¦tico al cabello. En las Cortes el corte era mon¨®tono y monocolor, apenas hab¨ªa mujeres, cardadas o no, y solo la primera izquierda aport¨® novedades: la melena leonada de Alberti, el inmarcesible flequillo de Gonz¨¢lez.
En los ¨²ltimos a?os hemos recurrido a menudo al bello plata gastado de Christine Lagarde, y la variedad actual da gusto verla, bastante m¨¢s que o¨ªrla. En Europa la cosa empez¨®, como ha de ser, con los griegos; las entradas a lo Varoufakis atra¨ªan mucho a las mujeres, y la calvicie franca de aquel breve ministro de finanzas produjo, yo dir¨ªa, un efecto llamada en nuestras cabezas. Podemos o la ant¨ªtesis: las espesas rastas de Alberto Rodr¨ªguez, la coleta mutante de Pablo Iglesias. En los bancos de enfrente, un prototipo: la lacia y rubia fr¨ªa hitchcockiana representada por Cayetana Alv¨¢rez de Toledo. Una visi¨®n muy cruda de la mentira escondida en el tinte capilar y en nuestra sociedad se dio el otro d¨ªa en Washington, donde los churretes negros ca¨ªan sin piedad por las mejillas de Giuliani, el abogado de Trump.