La vacuna y sus fronteras
La tragedia est¨¢ servida, salvo que entendamos que es imposible dise?ar e implementar una estrategia efectiva de salud p¨²blica que no est¨¦ plenamente coordinada entre territorios
Los resultados preliminares de los ensayos con vacunas para el virus nos dan lo que le estaba faltando a la pol¨ªtica p¨²blica contra la epidemia: un camino que desemboca en un horizonte alcanzable, visible. Pero lejano: aunque (en el mejor de los escenarios) empecemos a aplic¨¢rnosla este invierno, no habr¨¢ dosis suficientes durante todo 2021 para producir una inmunidad significativa. El inicio de la vacuna no ser¨¢ el fin de la pandemia.
Estamos de acuerdo, parece, en el ¡°qui¨¦n¡±: primero, las personas en riesgo o m¨¢s expuestas. Pero apenas hemos hablado del ¡°d¨®nde¡±. La ¨²ltima vez que pasa...
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Los resultados preliminares de los ensayos con vacunas para el virus nos dan lo que le estaba faltando a la pol¨ªtica p¨²blica contra la epidemia: un camino que desemboca en un horizonte alcanzable, visible. Pero lejano: aunque (en el mejor de los escenarios) empecemos a aplic¨¢rnosla este invierno, no habr¨¢ dosis suficientes durante todo 2021 para producir una inmunidad significativa. El inicio de la vacuna no ser¨¢ el fin de la pandemia.
Estamos de acuerdo, parece, en el ¡°qui¨¦n¡±: primero, las personas en riesgo o m¨¢s expuestas. Pero apenas hemos hablado del ¡°d¨®nde¡±. La ¨²ltima vez que pasamos de lado por esta conversaci¨®n, en Espa?a acabamos con una desescalada acelerada que produjo la segunda ola m¨¢s temprana de Europa. Entonces se plantearon unos ambiciosos objetivos t¨¦cnicos que se vieron superados por la realidad pol¨ªtica. El control epidemiol¨®gico era un bien sometido a lo que Elinor Ostrom llam¨® la tragedia de los comunes: si todos nos hubi¨¦ramos coordinado para distribuir las restricciones en funci¨®n de d¨®nde eran necesarias y nada m¨¢s que eso, la curva podr¨ªa haber sido menos pronunciada (o cuando menos tard¨ªa). Pero los incentivos cortoplacistas de cada territorio estaban por adelantarse sin tener en cuenta las consecuencias para los dem¨¢s. As¨ª sucedi¨® finalmente.
Con la distribuci¨®n territorial de unas dosis escasas sucede algo similar: si somos capaces de llegar a acuerdos entre territorios que destinen las primeras campa?as de vacunaci¨®n donde tengan un mayor efecto (porque hay m¨¢s peligro de brotes, o porque la proporci¨®n de poblaci¨®n vulnerable es m¨¢s alta), saldremos todos ganando al final. Pero a d¨ªa de hoy una mayor¨ªa de comunidades aut¨®nomas afirma que el Gobierno central no les ha hecho part¨ªcipes de un plan que necesariamente les incluye. Algunas, como Galicia, ya est¨¢n anunciando su propia estrategia de vacunaci¨®n. A otras se les intuye su aspiraci¨®n irredenta de verso libre. Todo, atravesado por partidismo y nacionalismos.
La tragedia est¨¢ servida, salvo sorpresa. Es decir: salvo que, por fin, entendamos que es imposible dise?ar e implementar una estrategia efectiva de salud p¨²blica que no est¨¦ plenamente coordinada entre territorios. Algo que, sorprendentemente, parece que hemos entendido a nivel europeo sin asumirlo en el seno de nuestro propio pa¨ªs: que el virus s¨®lo sabe de fronteras lo que nosotros le ense?amos. @jorgegalindo