No hay nada peor que la irrelevancia
Europa no tiene m¨¢s remedio que ponerse a correr para no quedar atr¨¢s
La decadencia no es que sea mala, es que es muy complicada. Cuando dentro de unos siglos, quien lo haga, repase la historia de Europa desde 1900, probablemente llegue a la conclusi¨®n de que el siglo XX fue el que marc¨® la decadencia de Europa. Dos brutales guerras civiles, una posterior divisi¨®n geogr¨¢fica y pol¨ªtica de unos 50 a?os, p¨¦rdida de influencia en el mundo, retraso en la carrera tecnol¨®gica¡ en suma: arrinconamiento. Eso s¨ª, un nivel de bienestar ciudadano impresionante y refinado respecto a la gran parte del planeta. El sue?o de millones de personas de otras latitudes que, leg¨ªtima...
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La decadencia no es que sea mala, es que es muy complicada. Cuando dentro de unos siglos, quien lo haga, repase la historia de Europa desde 1900, probablemente llegue a la conclusi¨®n de que el siglo XX fue el que marc¨® la decadencia de Europa. Dos brutales guerras civiles, una posterior divisi¨®n geogr¨¢fica y pol¨ªtica de unos 50 a?os, p¨¦rdida de influencia en el mundo, retraso en la carrera tecnol¨®gica¡ en suma: arrinconamiento. Eso s¨ª, un nivel de bienestar ciudadano impresionante y refinado respecto a la gran parte del planeta. El sue?o de millones de personas de otras latitudes que, leg¨ªtimamente, se imaginaron que, alg¨²n d¨ªa, llevar¨ªan una vida protegida y hasta placentera paseando por el Distrito VII de Par¨ªs, de compras por Oxford Street o en el concierto de A?o Nuevo en Viena. Luego, la realidad es otra cosa, pero los sue?os tambi¨¦n mueven el mundo. Sin embargo, salvo en algunas cosas ¡ªcomo las personas, a pesar de lo que diga la publicidad¡ª, la decadencia no es inevitable. Habitualmente es producto de una serie de circunstancias, pero tambi¨¦n de decisiones. La historia es una buena maestra porque est¨¢ llena de numerosos ejemplos de c¨®mo no hacer las cosas, aunque ¡ªadvertencia¡ª no conviene tomarla como un libro de recetas de cocina.
Algunas naciones de Europa han transitado ya por la senda en la que nos encontramos ahora. Muchos de quienes creen que Venecia no es m¨¢s que un car¨ªsimo e inc¨®modo parque tem¨¢tico se sorprender¨ªan al conocer que no hace tanto fue la capital de un pujante imperio comercial, l¨ªder en investigaci¨®n, tecnolog¨ªa y pr¨¢ctica econ¨®mica. El descubrimiento de nuevos mercados (l¨¦ase Am¨¦rica y China) y de rutas a estos, la arrinconaron. Sobrevivi¨® unos cuantos siglos m¨¢s con sus ¨®peras, su arte y sus l¨ªos internos, hasta que aquello tambi¨¦n termin¨®. Cuando Barack Obama dio un giro radical a la estrategia de EE UU para centrarla en el Pac¨ªfico no hizo sino repetir lo que para Venecia fueron la ca¨ªda de Constantinopla, Vasco da Gama y Col¨®n. Obama mand¨® a Europa al rinc¨®n. Trump no ha hecho sino ignorarla.
Maniobrar desde el rinc¨®n es dif¨ªcil, pero no imposible. La idea, ya sobre la mesa, de que Europa le proponga a Washington una estrategia global, especialmente ante lo que supone la amenaza china, es un buen intento de demostrar que el Viejo Continente todav¨ªa est¨¢ lejos de quedar como gran tienda de souvenirs. Pero convendr¨ªa ir adelantando alg¨²n trabajo, por aquello de que nadie te va a ayudar si no te ayudas. Hay que moverse del rinc¨®n. Diplomacia, inteligencia de Defensa e inteligencia econ¨®mica ¡ªlos venecianos sab¨ªan mucho de esto¡ª son campos en los que es preciso avanzar ya a pasos agigantados. Y no en ¡°mecanismos de cooperaci¨®n¡±, sino en organismos cuasi ¨²nicos. En Tecnolog¨ªa y Defensa es m¨¢s complicado porque hace falta tiempo y dinero. Pero no hay opci¨®n, porque en esta carrera los segundos quedan eliminados. No hay nada que una m¨¢s que una amenaza. Y la irrelevancia es de las peores. La alternativa es ser un rom¨¢ntico escenario en el siglo XXII.