Fichas mojadas
La presidenta de la comunidad de Madrid hizo lo que se esperaba de ella. Lo resumi¨® todo en una frase dif¨ªcilmente contestable: un hospital nuevo nunca est¨¢ de m¨¢s
Josep Pla, que pas¨® un tiempo en Madrid ejerciendo como corresponsal, dec¨ªa que los camareros de la ciudad eran los ¨²nicos capaces de darle al cliente fichas de tel¨¦fono mojadas.
Unos a?os despu¨¦s de Pla, Madrid, la ciudad martirizada por la modernidad que representaba aquella tropa extranjera de periodistas y otros letrados, echaba a volar las campanas cuando se descubr¨ªa a s¨ª misma como una de las regiones avanzadas del mundo: en un tiempo de r¨¦cord, los hombres y mujeres de Isabel D¨ªaz Ayuso, la presidenta madrile?a, levantaron un hospital enorme, capaz de atender a cientos de enfer...
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Josep Pla, que pas¨® un tiempo en Madrid ejerciendo como corresponsal, dec¨ªa que los camareros de la ciudad eran los ¨²nicos capaces de darle al cliente fichas de tel¨¦fono mojadas.
Unos a?os despu¨¦s de Pla, Madrid, la ciudad martirizada por la modernidad que representaba aquella tropa extranjera de periodistas y otros letrados, echaba a volar las campanas cuando se descubr¨ªa a s¨ª misma como una de las regiones avanzadas del mundo: en un tiempo de r¨¦cord, los hombres y mujeres de Isabel D¨ªaz Ayuso, la presidenta madrile?a, levantaron un hospital enorme, capaz de atender a cientos de enfermos. La presidenta hizo lo que se esperaba de ella. Lo resumi¨® todo en una frase dif¨ªcilmente contestable: un hospital nuevo nunca est¨¢ de m¨¢s.
Fuera del recinto hospitalario, que empezar¨¢ a tener usuarios en pocos d¨ªas, una peque?a manifestaci¨®n, sobre todo de enfermeras, intentaba que se escuchara su mensaje de utilizar racionalmente los recursos. Mucho m¨¢s lejos, la oposici¨®n encabezada por ?ngel Gabilondo intentaba tambi¨¦n, sin resultados positivos aparentes, que se escuchara su discurso.
Los que se opon¨ªan a la presidenta, los que pretend¨ªan aplacarla con un discurso de aires m¨¢s sensatos, como el falso moderado, el alcalde Jos¨¦ Luis Mart¨ªnez-Almeida, todos ten¨ªan que rendirse ante su rotunda forma de estar.
Pablo Casado ha dado con la tecla. Ha encontrado oro donde no parec¨ªa haber otra cosa que chatarra de juzgado. Roc¨ªo Monasterio, la representante de Vox, quedaba oscurecida por la presencia brillante de Ayuso. Tantos a?os gastados en estudiar arquitecturas neoyorquinas, superados por cualquier gesto iletrado de otra mujer que no se ha estudiado m¨¢s que a s¨ª misma.
Porque a Ayuso no la ensalzan solo los periodistas a los que Miguel ?ngel Rodr¨ªguez engrasa para que la impulsen. A Ayuso le rinden pleites¨ªa todos aquellos que han le¨ªdo los libros que ella abandon¨® por pereza, los pesados art¨ªculos elaborados por quienes tienen que fabricar las l¨ªneas pol¨ªticas de largo plazo.
Ayuso consigue que los chicos bien de N¨²?ez de Balboa la miren a ella y no a Monasterio. Y mucho cuidado porque ha dejado bien claro el aviso: se va a dejar las u?as y el pelo para evitar que a los madrile?os ricos les suban los impuestos.
Pablo Casado se ha dado cuenta a tiempo. El PP es el que va a cambiar, no Ayuso. Y si ella habla con faltas de ortograf¨ªa, pues ya aprender¨¢ Almeida. Que se moje.