Deuda generacional
La grav¨ªsima situaci¨®n de los m¨¢s j¨®venes exige un pacto que les ofrezca expectativas dignas
A pesar de que la crisis del coronavirus afecta de forma transversal a la poblaci¨®n, sacude con especial virulencia a dos colectivos vulnerables. En t¨¦rminos sanitarios, son los ancianos. Pero en t¨¦rminos sociales, la mirada debe fijarse especialmente en quienes tienen entre 20 y 35 a?os. Como evidencia un reportaje que publica hoy domingo este peri¨®dico, ese grupo representa la generaci¨®n de la doble crisis: muchos de ellos ya sufrieron el impacto de la Gran Recesi¨®n hace 10 a?os, y otra...
A pesar de que la crisis del coronavirus afecta de forma transversal a la poblaci¨®n, sacude con especial virulencia a dos colectivos vulnerables. En t¨¦rminos sanitarios, son los ancianos. Pero en t¨¦rminos sociales, la mirada debe fijarse especialmente en quienes tienen entre 20 y 35 a?os. Como evidencia un reportaje que publica hoy domingo este peri¨®dico, ese grupo representa la generaci¨®n de la doble crisis: muchos de ellos ya sufrieron el impacto de la Gran Recesi¨®n hace 10 a?os, y otra vez un tsunami socioecon¨®mico se abate sobre sus anhelos. El panorama es desolador: niveles de paro terribles, un sistema educativo con serias deficiencias, un mercado de la vivienda hostil y un Estado que acumula una deuda que pesa sobre sus hombros. Esta situaci¨®n es inaceptable en s¨ª misma, y alarmante porque rompe uno de los motores del v¨ªnculo afectivo con la democracia: el ascenso social, el bienestar y las expectativas. Llamativamente, este escenario tan grave no ocupa un lugar prominente en la agenda pol¨ªtica. Deber¨ªa.
Las cifras sangrantes del paro nos dicen que 4 de cada 10 j¨®venes se encuentran en esta situaci¨®n. Aquellos que s¨ª tienen empleo se hallan a menudo atrapados en una rueda de contratos basura que rompe de ra¨ªz el ciclo vital y suelen ganar sueldos muy bajos. Por primera vez en d¨¦cadas, una generaci¨®n avanza con la perspectiva de vivir peor que las anteriores. La promesa de la democracia se quiebra cuando se niega la prosperidad social.
Se sabe que la problem¨¢tica de la generaci¨®n de la Doble Crisis es integral, que afecta a aspectos como el acceso a la vivienda, con un porcentaje de j¨®venes de 20 a 29 a?os que vive a¨²n con sus padres y a los que se les niega el derecho a emanciparse, hasta la educaci¨®n, con una tasa r¨¦cord en abandono y repetici¨®n escolar dentro de la Uni¨®n Europea, que dificulta a¨²n m¨¢s obtener un empleo y, de nuevo, la misma idea de tener futuro. Pero tambi¨¦n a las pol¨ªticas de conciliaci¨®n familiar, que siguen obligando a las mujeres a elegir entre el trabajo y el cuidado, y que provoca un impacto tr¨¢gico en los niveles de natalidad. Esta situaci¨®n de vulnerabilidad m¨²ltiple hace a¨²n m¨¢s inexplicable que apenas se haya planteado durante la crisis del coronavirus la idea de un nuevo pacto entre generaciones. Ahora que es posible hacer un balance de la pandemia, no podemos dejar que este problema vuelva a escaparse del foco de la atenci¨®n p¨²blica. La sociedad tiene la obligaci¨®n moral de ofrecer dignas expectativas de futuro a cada una de las generaciones. Pero, adem¨¢s, es esta una inversi¨®n estrat¨¦gica. Acompa?ar el vuelo de los j¨®venes es un seguro de vida para el conjunto de la ciudadan¨ªa. Su avance es la fuerza motriz del futuro. No podemos fallarles. Por ellos. Y por todos nosotros.