Salvar vidas y no cavar tumbas

La Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados cumple hoy 70 a?os. Para una organizaci¨®n que deber¨ªa haber dejado de existir despu¨¦s de tres a?os, es una efem¨¦ride inc¨®moda que no nos entusiasma celebrar.

Mientras un mundo devastado por la II Guerra Mundial empezaba a reconstruirse, nace ACNUR con el mandato de encontrar un hogar para personas refugiadas procedentes de Europa. Se cre¨® el 14 de diciembre de 1950, su mandato era limitado en el tiempo, contenido geogr¨¢ficamente y expl¨ªcitamente apol¨ªtico, como si su existencia fuera un recordatorio de las miseri...

La Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados cumple hoy 70 a?os. Para una organizaci¨®n que deber¨ªa haber dejado de existir despu¨¦s de tres a?os, es una efem¨¦ride inc¨®moda que no nos entusiasma celebrar.

Mientras un mundo devastado por la II Guerra Mundial empezaba a reconstruirse, nace ACNUR con el mandato de encontrar un hogar para personas refugiadas procedentes de Europa. Se cre¨® el 14 de diciembre de 1950, su mandato era limitado en el tiempo, contenido geogr¨¢ficamente y expl¨ªcitamente apol¨ªtico, como si su existencia fuera un recordatorio de las miserias que se deber¨ªan barrer junto con los escombros.

Pero el cambiante orden internacional trajo consigo nuevos conflictos y m¨¢s refugiados: del levantamiento de Hungr¨ªa en 1956 a la guerra de independencia de Argelia un a?o despu¨¦s y a otras luchas por la liberaci¨®n que acompa?aron la era poscolonial. A?o tras a?o, continente tras continente, se solicitaba la ayuda del ACNUR ante el creciente n¨²mero de personas forzadas a huir.

El a?o pasado se cumplieron cuatro d¨¦cadas de los desplazamientos que produjo el enfrentamiento en Afganist¨¢n. El a?o que viene habr¨¢ pasado una d¨¦cada desde que el conflicto, abierto a¨²n, estallara en Siria. Y as¨ª sucesivamente; una serie de aniversarios no deseados, nuevos conflictos emergiendo y reapareciendo, incluso cuando los efectos de los antiguos a¨²n no han desaparecido. Durante las ¨²ltimas siete d¨¦cadas, un mundo que prometi¨® embarcarse en una era de paz ha resultado ser muy bueno entrando en conflictos, pero no tanto resolvi¨¦ndolos.

Como resultado, se ha pedido a ACNUR una y otra vez que haga todo lo posible para proteger a las personas vulnerables que han sido desarraigadas de sus hogares. Muchas veces esto ha supuesto un compromiso. Normalmente no estamos ¡°en la sala¡± cuando el destino de las naciones y de la gente se decide. Pero s¨ª estamos en el terreno, ayudando a las personas que se han visto obligadas a huir cuando esas disputas no se resuelven. Nuestra naturaleza apol¨ªtica est¨¢ escrita en nuestro estatuto, pero estamos presentes en muchas crisis, respondiendo a muchas emergencias y nuestro trabajo a menudo implica diplomacia compleja, decisiones dif¨ªciles y elecciones imposibles mientras intentamos llegar cada vez a m¨¢s personas vulnerables, con unos recursos que simplemente no avanzan al ritmo de las necesidades.

Los colegas de ACNUR de ahora y de antes siempre se han sentido orgullosos de la diferencia que han marcado en las vidas que protegen, que cambian y que salvan. Se enorgullecen de enfrentarse a nuevos retos, como el impacto del cambio clim¨¢tico o, recientemente, a la pandemia del coronavirus, factores que agravan a¨²n m¨¢s los problemas aparejados al desplazamiento.

Pero al mismo tiempo, preferir¨ªan no tener que hacerlo. Si las partes enfrentadas acordaran un alto el fuego, si las personas desplazadas pudieran retornar con seguridad a sus hogares, si los gobiernos compartieran la responsabilidad del reasentamiento, si los Estados respetaran sus obligaciones seg¨²n el derecho internacional de asilo y el principio de no-devoluci¨®n ¡ªsin devolver al lugar de procedencia a personas que han huido por ver amenazadas sus vidas¡ª entonces, nosotros, en ACNUR, tendr¨ªamos muchas menos preocupaciones.

Y s¨ª, hemos reiterado constantemente nuestras peticiones sobre todas estas cuestiones.

En 1994 yo formaba parte del equipo de respuesta de emergencia de ACNUR y estaba en lo que entonces era el Zaire, ahora la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo. En cuatro d¨ªas, un mill¨®n de personas cruzaron la frontera desde Ruanda, escapando de masacres, para terminar afectados por un brote de c¨®lera que mat¨® a decenas de miles. Mis colegas, que se hab¨ªan comprometido a proteger a la gente, en lugar de ello, estaban cavando tumbas. Puedes pensar en las vidas que salvas, en el momento en el que la situaci¨®n de desesperaci¨®n de un refugiado se torna en esperanza gracias a tu trabajo. Pero en lo que nunca dejas de pensar es en las vidas que nunca pudiste salvar.

Hace casi un a?o, el n¨²mero de personas refugiadas, desplazadas internas, solicitantes de asilo y ap¨¢tridas alcanzaba el 1% de la poblaci¨®n mundial. Me pregunto cu¨¢l ser¨¢ el porcentaje que llegar¨ªamos a considerar inaceptable ?el 2%, el 5% o m¨¢s? ?Cu¨¢ntas personas m¨¢s tendr¨¢n que sufrir las p¨¦rdidas o la indignidad del desplazamiento antes de que los l¨ªderes pol¨ªticos se pongan a resolver las causas de la huida?

Por ello, en el 70 aniversario de ACNUR, mi reto ante la comunidad internacional es este: d¨¦jenme sin trabajo. Plant¨¦ense como objetivo construir un mundo en el que no haga falta una Agencia de la ONU para los Refugiados, porque no haya nadie forzado a huir. No me malinterpreten: tal y como est¨¢n las cosas, nuestro trabajo es crucial, aunque, aun as¨ª, la paradoja es que no deber¨ªamos existir. Si terminamos encontr¨¢ndonos en muchos m¨¢s aniversarios, la ¨²nica conclusi¨®n ser¨¢ que la comunidad internacional habr¨¢ fallado.

Pero si las causas que provocan el desplazamiento forzoso se resolvieran, aunque s¨®lo fuera en media docena de pa¨ªses, millones de refugiados podr¨ªan volver a casa, al igual que muchos m¨¢s millones de personas desplazadas internas. Este ser¨ªa un excelente comienzo y, s¨ª ser¨ªa algo que todos podr¨ªamos celebrar.

Filippo Grandi es Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados.