2021
Cuando se vive en una sociedad colectivista, siempre hay un mando ¨²nico que determina el proceder de la poblaci¨®n. Esa es la esperanza que celebramos: la posibilidad de recobrar nuestra vida individual en el nuevo a?o
En Oviedo, colas hormigueras se?alaban los negocios abiertos. Por Nochebuena cientos de ociosos ocupaban el espacio p¨²blico con un cierto jolgorio. La ciudad estaba alumbrada por miles de figuras luminosas. No por eso la atm¨®sfera era menos seria. Todos sab¨ªan que la situaci¨®n estaba cargada de dramatismo por los familiares y amigos que no hab¨ªan podido reunirse como cada a?o, pero la sobriedad no enterraba la alegr¨ªa de celebrar la llegada de un nuevo a?o.
Por un conjunto de azares culturales, celebramos el nuevo a?o en tres sucesivas fiestas. La primera es el nacimiento del Ni?o en No...
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En Oviedo, colas hormigueras se?alaban los negocios abiertos. Por Nochebuena cientos de ociosos ocupaban el espacio p¨²blico con un cierto jolgorio. La ciudad estaba alumbrada por miles de figuras luminosas. No por eso la atm¨®sfera era menos seria. Todos sab¨ªan que la situaci¨®n estaba cargada de dramatismo por los familiares y amigos que no hab¨ªan podido reunirse como cada a?o, pero la sobriedad no enterraba la alegr¨ªa de celebrar la llegada de un nuevo a?o.
Por un conjunto de azares culturales, celebramos el nuevo a?o en tres sucesivas fiestas. La primera es el nacimiento del Ni?o en Nochebuena, festividad que se adelanta a todas hasta el punto de que vuelve a celebrarse el 6 de enero cuando los Reyes de Oriente confirman la celebraci¨®n. Lo cual no impide que el 1 de enero hayamos festejado el a?o nuevo. Con tanto gusto cambiamos de a?o que necesitamos tres fastos para convencernos. Las fiestas son imprescindibles en una cultura que tiene como fundamento el decurso hist¨®rico. Aunque es una trivialidad, para los occidentales pasar del a?o 20 al 21 es algo sustancial, sobre todo en circunstancia como la actual. Librarnos de la maldici¨®n de 2020, a¨²n y ser superstici¨®n, ayuda a olvidar un a?o funesto, no s¨®lo por las muertes y los sufrimientos sino tambi¨¦n porque hemos tenido que soportar un r¨¦gimen de colectividad forzosa. Nos hemos visto presos en una arcaica comunidad sin fisuras y a actuar todos del mismo modo y al mismo tiempo.
Cuando se vive en una sociedad colectivista, siempre hay un mando ¨²nico que determina el proceder de la poblaci¨®n. Es la intolerable vida de quienes sufren un r¨¦gimen dictatorial. Esa es la esperanza que celebramos: la posibilidad de recobrar nuestra vida individual en el nuevo a?o. As¨ª sea.