El ¡®efecto Bruselas¡¯ llega a las megatecnol¨®gicas
Dada la idea autoritaria que tiene China de Internet, a la nueva Administraci¨®n de Estados Unidos le conviene trabajar estrechamente con la UE en la regulaci¨®n de los gigantes de la Red y la econom¨ªa digital
En un hecho hist¨®rico y que fija un nuevo est¨¢ndar mundial, la Comisi¨®n Europea ha puesto en marcha hace poco nuevas normas para la econom¨ªa digital. La Ley de Servicios Digitales (DSA) y la Ley de Mercados Digitales (DMA), dirigidas a limitar el poder de las megatecnol¨®gicas, tendr¨¢n amplias consecuencias respecto de las pr¨¢cticas empresariales de Apple, Amazon, Facebook, Google y otras megacorporaciones (en su mayor¨ªa, estadounidenses). Se prev¨¦ que la Uni¨®n Europea calificar¨¢ a estas empresas como gatekeepers de Internet (actores con control de acceso al mercado digital), lo que justificar¨¢...
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En un hecho hist¨®rico y que fija un nuevo est¨¢ndar mundial, la Comisi¨®n Europea ha puesto en marcha hace poco nuevas normas para la econom¨ªa digital. La Ley de Servicios Digitales (DSA) y la Ley de Mercados Digitales (DMA), dirigidas a limitar el poder de las megatecnol¨®gicas, tendr¨¢n amplias consecuencias respecto de las pr¨¢cticas empresariales de Apple, Amazon, Facebook, Google y otras megacorporaciones (en su mayor¨ªa, estadounidenses). Se prev¨¦ que la Uni¨®n Europea calificar¨¢ a estas empresas como gatekeepers de Internet (actores con control de acceso al mercado digital), lo que justificar¨¢ hacerlas objetivo de un esfuerzo regulatorio que ponga freno a su desmesurado poder de mercado.
Las nuevas regulaciones complementar¨¢n la autoridad europea de defensa de la competencia, que se ha usado en reiteradas ocasiones para imponer multas de miles de millones de d¨®lares a las megatecnol¨®gicas estadounidenses y exigirles cambios a sus pr¨¢cticas empresariales. Conforme a la DMA, por ejemplo, pr¨¢cticas como dar preferencia a servicios propios en los resultados de b¨²squeda formar¨¢n parte de una lista negra: se las presupondr¨¢ ilegales, sin que la UE deba presentar una denuncia de conducta monopolista y demostrar que hubo perjuicio a la competencia.
La DSA, por su parte, reforzar¨¢ la obligaci¨®n de las megatecnol¨®gicas de revelar sus algoritmos o eliminar de Internet materiales ilegales o nocivos (como el discurso de odio y la desinformaci¨®n). Combinadas, ambas medidas ampliar¨¢n de forma significativa el control regulatorio de la econom¨ªa digital en Europa y el resto del mundo.
Las megatecnol¨®gicas tienen mucho en juego, porque las regulaciones de la UE suelen tener alcance mundial, un fen¨®meno denominado efecto Bruselas. Como la UE es uno de los mercados de consumo m¨¢s grandes del mundo, casi todas las corporaciones multinacionales aceptan su normativa comercial como precio de admisi¨®n: para evitar el costo de adaptarse a una diversidad de reg¨ªmenes regulatorios, extienden las reglas de la UE a sus actividades en todo el mundo. Por eso, muchas grandes empresas no europeas aplican el Reglamento General de Protecci¨®n de Datos (RGPD) de la UE a todas sus operaciones.
No sorprende entonces que directivos de megatecnol¨®gicas y otros cr¨ªticos de la normativa europea opongan resistencia y acusen a la UE de abuso regulatorio y motivaciones proteccionistas. Pero las medidas de la UE no son una violaci¨®n injusta de la libertad comercial de las empresas tecnol¨®gicas estadounidenses exitosas, ni limitan la autonom¨ªa regulatoria de Estados Unidos. Aun si las regulaciones de la UE resultaran costosas para las grandes empresas estadounidenses, beneficiar¨¢n a muchas firmas estadounidenses m¨¢s peque?as que llevan a?os dependiendo de que sea la UE (en vez de su propio Gobierno) la que ponga l¨ªmites a los gigantes de la industria.
Adem¨¢s, el alcance mundial de las regulaciones de la UE ha tra¨ªdo importantes beneficios a los usuarios de Internet estadounidenses, muchos de los cuales aplauden que se mejore la protecci¨®n de la privacidad y se limite el discurso del odio en el ciberespacio.
Fue la inacci¨®n de Estados Unidos la que hizo posible el ascenso de la UE al papel de superpotencia regulatoria. Tras adoptar la desregulaci¨®n y el tecnolibertarismo como paradigmas de gobierno en el ¨¢mbito de la econom¨ªa digital, Estados Unidos lleva mucho tiempo viendo desde un costado c¨®mo la UE fija normas para el mercado internacional. Y la Administraci¨®n de Trump reforz¨® este aislacionismo regulatorio al abandonar el di¨¢logo internacional y la cooperaci¨®n normativa, con lo que en la pr¨¢ctica cambi¨® sin darse cuenta globalizaci¨®n por europeizaci¨®n.
Pero es posible que al fin los vientos est¨¦n cambiando en Estados Unidos. Legisladores y organismos de control comienzan a darse cuenta de los excesos de las megatecnol¨®gicas. Hace algunas semanas, la Comisi¨®n Judicial de la C¨¢mara de Representantes de Estados Unidos public¨® un informe sobre la situaci¨®n de la competencia en los mercados digitales, con una contundente llamada a la acci¨®n y el bosquejo de un plan para revitalizar la legislaci¨®n estadounidense antimonopolios. Adem¨¢s, el Departamento de Justicia de Estados Unidos ha comenzado a cuestionar las pr¨¢cticas monopolistas de Google (tras 10 a?os de tolerarlas), y la Comisi¨®n Federal de Comercio (junto con 46 de los 50 Estados, Washington DC y Guam) present¨® una demanda contra Facebook por monopolio ilegal. No est¨¢ claro si estos pasos ser¨¢n el inicio de una revoluci¨®n progresista antimonopolista en Estados Unidos, o si se paralizar¨¢n en un Congreso dividido o ante tribunales de tendencia conservadora habituados a limitar el papel de la legislaci¨®n de defensa de la competencia.
En cualquier caso, a Estados Unidos le conviene renunciar al no intervencionismo tecnol¨®gico. Tiene que dejar de aceptar reglas ajenas y empezar a apuntalar su propia normativa. Un buen modo de empezar ser¨ªa una ley federal de privacidad, visto que la idea ya tiene el apoyo de importantes empresas estadounidenses como Microsoft, Facebook y Apple.
Una mejora de la legislaci¨®n de privacidad ayudar¨¢ a Estados Unidos a reiniciar los flujos de datos con la UE, detenidos por el Tribunal Europeo de Justicia por falta de mecanismos de protecci¨®n de la privacidad en Estados Unidos. Tambi¨¦n le servir¨¢ para resolver temores a la vigilancia de ciudadanos estadounidenses por parte del Gobierno chino. El desordenado intento de la Administraci¨®n de Trump de vedar a la plataforma de redes sociales china TikTok el acceso al mercado de Estados Unidos no puede actuar como sustituto de regulaciones que protejan los datos personales de sus ciudadanos.
Las razones para que Estados Unidos reasuma un nuevo liderazgo regulatorio se refuerzan por la creciente influencia global de China sobre los est¨¢ndares de gobernanza tecnol¨®gica. Empresas chinas (todas ellas relacionadas en mayor o menor grado con el gobernante Partido Comunista) han provisto de infraestructura tecnol¨®gica fundamental a pa¨ªses de todo el mundo. China tambi¨¦n suministr¨® tecnolog¨ªa de vigilancia basada en inteligencia artificial a numerosos Gobiernos de clara tendencia iliberal.
Dada la idea autoritaria que tiene China de Internet, a Estados Unidos le conviene trabajar codo a codo con la UE en la regulaci¨®n de las megatecnol¨®gicas y de la econom¨ªa digital. Los desacuerdos de ambas partes en materia de defensa de la competencia, privacidad y tributaci¨®n son manejables, y deben resolverse en el contexto de un esfuerzo m¨¢s amplio para el reinicio de la relaci¨®n transatl¨¢ntica.
En vez de oponerse a los intentos leg¨ªtimos de la UE de defender su idea de la econom¨ªa digital, el Gobierno del presidente electo Joe Biden debe explorar el modo de colaborar con la UE en la promoci¨®n de una idea compartida. Al fin y al cabo, ciudadanos a ambos lados del Atl¨¢ntico quieren una Internet centrada en las personas y basada en los valores de la democracia liberal y la autonom¨ªa individual.
Anu Bradford, profesora de Derecho y Organizaci¨®n Internacional en la Escuela de Derecho de la Universidad de Columbia.
Traducci¨®n: Esteban Flamini.
? Project Syndicate, 2020.