Vida nueva
Cambiar¨¢n algunas costumbres, que pronto echaremos de menos, se tomar¨¢n ciertas precauciones, pero los hombres seguir¨¢n igual, irresponsables y heroicos, capaces de esclavizar ni?os y de inventar vacunas prodigiosas
Los sabios de todo a cien que proliferan en la feria pand¨¦mica profetizan: ¡°Nada ser¨¢ como antes¡±. Y si uno tuviese la debilidad de prestarles atenci¨®n les preguntar¨ªamos: ¡°?Y cu¨¢ndo todo fue como antes?¡±. Porque lo ¨²nico que sabemos seguro, por poco que hayamos vivido y aunque no seamos demasiado proclives a la nostalgia, es que todo cambia inexorablemente, a mejor o a peor seg¨²n gustos. Lo cambiamos nosotros. Como apunt¨® Alfonso Reyes: ¡°El hombre existe para que pueda existir lo que a¨²n no existe¡±. La tarea humana es cambiar lo que encontramos, cambiar incesantemente los lugares, las habitac...
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Los sabios de todo a cien que proliferan en la feria pand¨¦mica profetizan: ¡°Nada ser¨¢ como antes¡±. Y si uno tuviese la debilidad de prestarles atenci¨®n les preguntar¨ªamos: ¡°?Y cu¨¢ndo todo fue como antes?¡±. Porque lo ¨²nico que sabemos seguro, por poco que hayamos vivido y aunque no seamos demasiado proclives a la nostalgia, es que todo cambia inexorablemente, a mejor o a peor seg¨²n gustos. Lo cambiamos nosotros. Como apunt¨® Alfonso Reyes: ¡°El hombre existe para que pueda existir lo que a¨²n no existe¡±. La tarea humana es cambiar lo que encontramos, cambiar incesantemente los lugares, las habitaciones, las armas, las herramientas, los deportes, la medicina, la est¨¦tica... De este frenes¨ª transformador viene el estigma que dejamos en la inercia del mundo. Ahora descubren algunos que durante el confinamiento disminuy¨® la poluci¨®n en cielos y mares, mientras los bichos antes t¨ªmidos extendieron sus correr¨ªas. Claro, y si la pandemia hubiera acabado con nuestra especie el universo hubiera vuelto a ser limpio y puro. Porque lo que llamamos contaminaci¨®n no es sino un efecto necesario de la civilizaci¨®n. Algo a lo que habr¨¢ que acostumbrarse, cuando nos cansemos de predicar.
Lo que los profetas del ¡°nada ser¨¢ igual¡± pretenden es que los hombres se transformen, se arrepientan, se transfiguren flagelados por el virus. No pasar¨¢. Cambiar¨¢n algunas costumbres, que pronto echaremos de menos, se tomar¨¢n ciertas precauciones, pero los hombres seguir¨¢n igual, irresponsables y heroicos, capaces de esclavizar ni?os y de inventar vacunas prodigiosas. Siempre queda algo de ancestral en lo m¨¢s reciente. Lo ense?a la admirable y serena do?a Araceli, la primera vacunada. Cuando lleg¨® la hora de la prueba, primero se persign¨® y luego se puso confiada a disposici¨®n de la ciencia. Toda una mujer moderna, como Dios manda.