Nos gusta la calle
El urbanismo poscovid debe ganar espacios para el peat¨®n y la bici y mejorar el transporte p¨²blico
Hace a?os que estoy interesada en estudiar la morfolog¨ªa de las ciudades y de sus calles. Todos los oto?os tengo la suerte de poder pasearme por Madrid con un peque?o grupo de estudiantes hablando sobre el uso que hacemos del espacio p¨²blico. Estudiamos cu¨¢les son las caracter¨ªsticas que una calle o una plaza deben tener para que sean un espacio p¨²blico de calidad, haci¨¦ndonos eco de lo que nos ense?¨® Jane Jacobs hace tiempo.
A los espa?oles nos gusta la calle, nos gusta callejear. Nos gusta disfrutar del aire libre, ir de bar en bar y, ahora, nos gusta comer al fresco tambi¨¦n en invier...
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Hace a?os que estoy interesada en estudiar la morfolog¨ªa de las ciudades y de sus calles. Todos los oto?os tengo la suerte de poder pasearme por Madrid con un peque?o grupo de estudiantes hablando sobre el uso que hacemos del espacio p¨²blico. Estudiamos cu¨¢les son las caracter¨ªsticas que una calle o una plaza deben tener para que sean un espacio p¨²blico de calidad, haci¨¦ndonos eco de lo que nos ense?¨® Jane Jacobs hace tiempo.
A los espa?oles nos gusta la calle, nos gusta callejear. Nos gusta disfrutar del aire libre, ir de bar en bar y, ahora, nos gusta comer al fresco tambi¨¦n en invierno en las muchas terrazas habilitadas a ra¨ªz de la pandemia. Cuando yo era peque?a, en Madrid, pod¨ªa ir sola en bicicleta a casa de mi abuela y ten¨ªa una pandilla de amigos que viv¨ªan cerca con los que jugaba a polis y cacos. Hoy en d¨ªa es imposible imaginar a los ni?os jugando en las calles con libertad. Sin embargo, hay soci¨®logos, como el italiano Francesco Tonucci, que usan este indicador ¡ªla posibilidad de que los ni?os circulen con independencia en la ciudad¡ª para medir la calidad de vida en las urbes.
En el siglo XX la morfolog¨ªa urbana se fue transformando para acomodar al coche privado, desplazando actividades sociales como el juego y relegando al peat¨®n a aceras peque?as, apretadas e inc¨®modas. La ciudad se fue convirtiendo en un gran aparcamiento en superficie, ocupando los veh¨ªculos motorizados, por ejemplo, en Madrid, el 70% del espacio p¨²blico. Cuando somos peatones o ciclistas (los dos grupos son igual de vulnerables), la velocidad de los coches nos asusta, su ruido nos incomoda y su humo nos enferma. El di¨®xido de carbono del tr¨¢fico rodado perjudica la salud y es parcialmente culpable del cambio clim¨¢tico. Se producen 214 muertes al a?o por atropellos en ciudades espa?olas, sin embargo, no existe un plan contra esta lacra.
Durante el confinamiento en 2020 hemos visto la ciudad vac¨ªa. Hemos dejado el coche aparcado y hemos comprobado que caminar o montar en bici nos permite disfrutar m¨¢s de nuestro barrio, y del comercio de proximidad. El espacio se podr¨ªa repartir mejor si decidi¨¦ramos querer hacerlo. El cambio ya estaba en marcha en toda Europa, porque sus ciudades est¨¢n obligadas a cumplir con los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 de Naciones Unidas; pero como consecuencia de la pandemia, el proceso se ha acelerado exponencialmente.
Muchas ciudades han sabido en estos dif¨ªciles ¨²ltimos meses adaptar sus calles. Par¨ªs, durante la pandemia, ha a?adido 50 kil¨®metros a los 700 kil¨®metros de carril bici que ten¨ªa. Su alcaldesa, Anne Hidalgo, ha logrado equilibrar en poco tiempo el n¨²mero de ciclistas al de conductores, y, por cada coche, caben seis bicis. Tambi¨¦n en Estados Unidos, The New York Times se hac¨ªa eco en diciembre de c¨®mo ha mejorado la calidad de vida de los habitantes de la Gran Manzana con las medidas provisionales adoptadas en 2020, que devuelven a los peatones el espacio ocupado por los coches. Quieren que el cambio sea permanente. Est¨¢n felices con las 11.000 nuevas terrazas que han aparecido en todos los barrios suprimiendo plazas de aparcamiento en superficie. Aplauden los 133 kil¨®metros ganados para el ciclismo que se suman a los 2.170 kil¨®metros de su red.
Yo confieso ser primero peat¨®n, luego ciclista convencida de las bondades de este medio de transporte, y finalmente activista a favor de la movilidad activa. Madrid, la ciudad donde vivo, tiene desde 2008 un plan de movilidad ciclista. Pero no hemos conseguido todav¨ªa tener en el interior de la ciudad m¨¢s que unos pocos kil¨®metros de red ciclista segregada. El actual alcalde lleg¨® con el prop¨®sito de desmantelar los pocos carriles bici que hab¨ªa, pero parece que la pandemia ha ayudado a que haya un ligero cambio de actitud.
Adem¨¢s, los fondos europeos que recibir¨¢n pronto todas las ciudades espa?olas empujan proyectos de movilidad activa que ayuden a parar el cambio clim¨¢tico. Quiz¨¢s por eso, el mismo delegado de Movilidad en Madrid, Borja Carabante, confes¨® recientemente estar ya convencido de la necesidad de ampliar la red ciclista segregada y segura. Debemos estar atentos en todas las ciudades y pedir a nuestros pol¨ªticos respuestas m¨¢s ¨¢giles y voluntad de cambio real. Estamos ante un momento de oportunidad.
Muchos somos los que queremos recuperar las calles que antes eran bulevares para volver a pasear por ellas, los que deseamos que los ni?os puedan jugar en la calle con mayor seguridad, los que pedimos espacio p¨²blico de calidad. Y si Par¨ªs y Nueva York han podido reducir el tr¨¢fico para favorecer a los ciudadanos, ?por qu¨¦ no otros lugares? El urbanismo poscovid consiste en eso, en ganar espacio para el peat¨®n y la bici y mejorar el transporte p¨²blico. Se trata de conseguir que la ciudad sea un sitio saludable, con parques, con espacio intergeneracional de encuentro e intercambio y espacios p¨²blicos de calidad con car¨¢cter y cultura propia.
La ciudad del futuro se parece a la del pasado, donde pod¨ªas llegar andando a todas partes, hasta al campo. A los espa?oles nos gusta la calle y queremos recuperarla.
Bel¨¦n Moneo Feduchi es arquitecta y profesora de la ETSAM.