El CGPJ y el ¡®s¨ªndrome B¨¢rcenas¡¯
Todos los intentos de Pablo Casado por desprenderse de la losa de la caja B de su partido lo est¨¢n introduciendo cada vez m¨¢s en un laberinto sin salida
El frustrado intento por pactar al fin la renovaci¨®n del CGPJ ha vuelto a desempolvar esa vieja m¨¢xima de que es preciso evitar la instrumentalizaci¨®n partidista de las instituciones. Como mecanismo imprescindible para sortear este problema, S. Levitsky y D. Ziblatt, en su conocido libro C¨®mo mueren las democracias proponen atender siempre a algunas reglas informales que sirven para complementar las disposiciones legales. Subrayan dos en particular, la ¡°tolerancia mutua¡± entre los actores pol¨ªticos, y la ¡°contenci¨®n constitucional¡±. La primera se explica por s¨ª misma; la segunda alude a ¡°evitar realizar acciones que, si bien respetan la ley escrita, vulneran su esp¨ªritu¡±. Su importancia es tal, que estas reglas habr¨ªa que considerarlas como los ¡°guardarra¨ªles de la democracia¡±.
Ambas han estado bien ausentes en todo este ya largo y cansino proceso. El veto del PP a potenciales candidatos designados por UP encajar¨ªa en la primera de ellas. En la segunda, todo lo dem¨¢s, en particular la insistencia de UP en colocar a una candidata en la que su estatus de juez se diluye en su activismo partidista; o en su veto inicial al juez del caso Dina y el veto permanente del PP a Jos¨¦ Ricardo de Prada por su protagonismo en la sentencia del caso G¨¹rtel. Esto ¨²ltimo equivale a mandar el mensaje de ¡°si me condenas, te veto¡±, aviso a navegantes. O sea, que expresa una flagrante interferencia en la misma autonom¨ªa del poder judicial.
Lo que m¨¢s me interesa de este ¨²ltimo punto, sin embargo, no es tanto la quiebra de la ¡°contenci¨®n constitucional¡± o esa insoportable pr¨¢ctica de sujetar las instituciones al inter¨¦s partidista. Quiero poner el foco sobre otro aspecto, la dificultad del nuevo PP de Casado para gestionar todo lo que tiene que ver con el pasado de la corrupci¨®n de su partido, eso que podr¨ªamos llamar el s¨ªndrome B¨¢rcenas. Para empezar, porque todos sus intentos por desprenderse de esa losa lo est¨¢n introduciendo cada vez m¨¢s en un laberinto sin salida. El mensaje de su veto a De Prada es que hubo algo torticero en la sentencia G¨¹rtel; por otra parte, en cambio, todos sus esfuerzos desde que el extesorero se decidi¨® a tirar de la manta han ido dirigidos a desresponsabilizarse de las actuaciones anteriores de su partido. La contradicci¨®n performativa es manifiesta: si el PP fue condenado injustamente, ?por qu¨¦ sostener ahora que ya es otro partido, que los nuevos no son responsables de los vicios anteriores?
Lo que en realidad le hubiera redimido de ese pasado es, precisamente, el haber sacado adelante la renovaci¨®n del CGPJ. Con De Prada. Le habr¨ªa acercado al perd¨®n por conductas anteriores al manifestar mediante hechos concluyentes que, en efecto, hay una verdadera intenci¨®n de pasar p¨¢gina. Y le habr¨ªa protegido frente a pr¨®ximos estallidos del caso B¨¢rcenas. Solo el perd¨®n, dec¨ªa H. Arendt, nos emancipa de un pasado sin enmendar. Porque en este caso, adem¨¢s, va impl¨ªcitamente asociado a una promesa, la de volver a ser un partido de Estado, algo imprescindible para ser el referente de la derecha y estabilizar nuestro sistema pol¨ªtico. Toda promesa ¡ªde nuevo Arendt¡ª tiene la capacidad de transformar en confianza la incertidumbre hacia el futuro. Ocasi¨®n perdida.
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