El lamentable baile con la CUP
El protagonismo de la formaci¨®n radical es otra p¨¦sima noticia para Catalu?a
Las negociaciones para formar Gobierno en Catalu?a tras las elecciones del 14-F arrojan de momento escasos resultados, pero p¨¦simos presagios. En vez de pasos hacia el cambio de ciclo que esa comunidad necesita, toca lamentar s¨ªntomas de fosilizaci¨®n en geometr¨ªas pol¨ªticas fracasadas y el protagonismo que ...
Las negociaciones para formar Gobierno en Catalu?a tras las elecciones del 14-F arrojan de momento escasos resultados, pero p¨¦simos presagios. En vez de pasos hacia el cambio de ciclo que esa comunidad necesita, toca lamentar s¨ªntomas de fosilizaci¨®n en geometr¨ªas pol¨ªticas fracasadas y el protagonismo que Esquerra Republicana y Junts per Catalunya han decidido darle a los antisistema de la CUP para formar Gobierno. Empe?¨¢ndose en sus posiciones sectarias de no buscar apoyos m¨¢s all¨¢ del soberanismo, no solo condenan a Catalu?a a perpetuarse en la pol¨ªtica de bloques que ya suficiente da?o ha hecho a la convivencia. Lo que est¨¢n haciendo es situar a un partido que no cree ni en la Constituci¨®n ni en el Estatuto de autonom¨ªa en el mismo epicentro de las negociaciones. Incluso al margen de la cuesti¨®n independentista, resulta arduo encontrar en Europa una regi¨®n relevante en la que una formaci¨®n de semejante radicalismo tenga tanta influencia. Este es el signo de los tiempos que sufre Catalu?a.
Las conversaciones pol¨ªticas se han solapado con protestas en las calles de Barcelona y otras ciudades catalanas que, con la excusa del encarcelamiento del rapero Pablo Has¨¦l, han derivado en un intolerable espect¨¢culo de fuego y violencia sin que el Ejecutivo catal¨¢n en funciones y los partidos que lo conforman hayan sido capaces de condenarlo un¨¢nimemente desde el primer momento. Al contrario, han abundado lamentables silencios, circunloquios, justificaciones. En este asombroso clima pol¨ªtico, la CUP se siente legitimada ¡ª?y apoyada!¡ª para pedir la disoluci¨®n de la unidad antidisturbios de los Mossos d¡¯Esquadra, cuestionar todo el modelo de seguridad y proteger a quienes rompen impunemente los escaparates del centro de Barcelona o, peor incluso, prenden fuego a una furgoneta de la Guardia Urbana con un agente en su interior. Ayer mismo, en un elocuente contorsionismo dial¨¦ctico, el president de la Generalitat en funciones, Pere Aragon¨¨s, manifest¨® su apoyo a los Mossos, pero destac¨® que el prestigio del cuerpo depende de ¡°la capacidad de reaccionar y cambiar eso que no funciona¡± y que es preciso variar el modelo de orden p¨²blico. Aragon¨¨s tard¨® varios d¨ªas en condenar de forma rotunda la violencia callejera.
Esquerra Republicana, como partido que lidera las negociaciones para formar Gobierno y sedicente formaci¨®n pragm¨¢tica, tiene la responsabilidad de evitar a?adir a los enormes problemas que sufre Catalu?a una nueva dosis de extremismo radical de la mano de la CUP.
Afortunadamente, no todo son p¨¦simas noticias. Se?ales positivas emergen desde la sociedad civil. Principalmente, el plante que est¨¢n protagonizando los sectores empresariales catalanes ¡ªdemasiado callados en momentos cruciales del proc¨¦s¡ª contra la deriva violenta de las ¨²ltimas semanas. El influyente C¨ªrculo de Econom¨ªa y la patronal Foment del Treball, pero tambi¨¦n los sindicatos, reclaman orden en Catalu?a y que se forme ya un Gobierno capaz de hacer frente a la triple emergencia pol¨ªtica, social y econ¨®mica que sufre la comunidad. La CUP, con sus posiciones maximalistas y antipol¨ªticas, no aporta soluciones a ninguna de las tres.