Roci¨ªto
El drama de Roc¨ªo Carrasco es extraordinario, terrible e inc¨®modo. Cautiva, indigna o interesa a much¨ªsimos ciudadanos porque sintoniza con otros miles de casos parecidos
El drama de Roc¨ªo Carrasco, popularmente conocida como Roc¨ªito, es extraordinario, terrible e inc¨®modo. Muy dif¨ªcil de procesar para el periodismo de calidad, como todo asunto importado de la prensa rosa, y a¨²n de los sucesos, como si lo nuestro fuera solo predicar sobre Wittgenstein, los tipos de inter¨¦s o la guerra de Afganist¨¢n.
Pero es un caso que ¡ªen su versi¨®n televisiva comercial¨ªsima¡ª cautiva, indigna o interesa a much¨ªsimos ciudadanos: no solo por el morbo, la distracci¨®n del famoseo o la pimienta de circo. Sino porque sintoniza con otros miles de asuntos parecidos. Dispara las llamadas al tel¨¦fono 016 contra la violencia psicol¨®gica de g¨¦nero, hasta un 42% en una semana. El impacto es superlativo.
El reportaje de Pilar ?lvarez en estas p¨¢ginas, que es muy, muy recomendable, rescata a la prensa seria de su inhibici¨®n, o su distancia. De forma equilibrada: otros han optado por emprender una guerra amarilla contra el amarillismo rosa. Pues bien, si el envoltorio medi¨¢tico del caso fue terrible, cuando el papel cuch¨¦ destru¨ªa a la se?ora Carrasco y ensalzaba a su ex, sigue siendo espinoso ahora, cuando todo se aprovecha sin freno, los testimonios resbaladizos de parientes y saludados desde islas desiertas, comparecencias s¨²bitas y sorpresas programadas.
M¨¢s ¨²til que esas l¨ªneas torcidas es que alg¨²n dios escriba recto a trav¨¦s de ellas. El caso ha puesto sobre la mesa camilla de media Espa?a la dif¨ªcil asignatura de la tortura psicol¨®gica (presunta). Y sobre c¨®mo arduamente aflora, c¨®mo se detecta, a qu¨¦ ritmo se dilucida y cu¨¢ndo no termina. Supuestamente a cargo, claro, de un machismo sin sangre ni muertes, pero sibilino, alevoso, filibustero, de efectos casi igualmente destructivos.
Tambi¨¦n ha mostrado el trapo sucio del periodismo rosa, si tal cosa existe m¨¢s all¨¢ del entretenimiento de chismorreo. La confesi¨®n de la firmante de una falsa exclusiva ¡ªseg¨²n la cual el convenio para compartir la patria potestad de los hijos lo hab¨ªa sido bajo precio impuesto por la famosa a su ex¡ª de que no hab¨ªa sido verificada (apareci¨® en pantalla la ausencia de cl¨¢usula econ¨®mica) derrumb¨® el mito del acusador de la mala madre. Y el supuesto prestigio del chisme como noticia.
Hay m¨¢s: la denuncia de la violencia de una hija (contra una madre atribulada), condenada en los tribunales. El escaso conocimiento de estos para dirimir casos tan especiales. Nuestra rala pericia y fr¨¢gil conciencia como ciudadanos. Por eso, y tantas otras cosas fieramente humanas, este caso es un aldabonazo.
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