Un PP ambiguo
El ¡®caso Kitchen¡¯ no es otro episodio de corrupci¨®n. Es algo mucho m¨¢s grave
La imputaci¨®n en el marco del caso Kitchen de Mar¨ªa Dolores de Cospedal ¡ªsecretaria general del PP cuando se produjeron los hechos investigados¡ª agrava de forma muy inquietante las sombras que envuelven el pasado reciente de la formaci¨®n conservadora. El juez considera que hay indicios suficientes de la participaci¨®n de la exdirigente ¡ªy de su marido¡ª en la trama de operaciones parapoliciales urdida en 2013 para espiar al extesorero...
La imputaci¨®n en el marco del caso Kitchen de Mar¨ªa Dolores de Cospedal ¡ªsecretaria general del PP cuando se produjeron los hechos investigados¡ª agrava de forma muy inquietante las sombras que envuelven el pasado reciente de la formaci¨®n conservadora. El juez considera que hay indicios suficientes de la participaci¨®n de la exdirigente ¡ªy de su marido¡ª en la trama de operaciones parapoliciales urdida en 2013 para espiar al extesorero del principal partido de la oposici¨®n, Luis B¨¢rcenas, con el objeto de arrebatarle documentaci¨®n que pudiera ser comprometedora para altos cargos del partido despu¨¦s de que estallara el esc¨¢ndalo relacionado con sus papeles. Tras concentrarse en el Ministerio del Interior y en la Polic¨ªa, el foco judicial alcanza de lleno ahora al PP, en un caso que no es un episodio m¨¢s de corrupci¨®n. De emitirse una sentencia condenatoria, se tratar¨ªa de una verdadera aberraci¨®n democr¨¢tica a trav¨¦s del uso abusivo y sistem¨¢tico de instituciones del Estado para encubrir hechos delictivos de miembros relevantes del partido que, en medida relevante, ya han sido constatados en otros juicios. Estamos, pues, ante indicios cre¨ªbles, seg¨²n el juez, de una grave perversi¨®n de la legalidad. Un delito de Estado.
Ante este escenario cada vez m¨¢s oscuro, el l¨ªder de los populares, Pablo Casado, se mantiene en su negativa a pronunciarse sobre los hechos que involucran a su partido y evita, en contra de lo que establecen los estatutos del PP, abrir un expediente a Cospedal. El incidente de la rueda de prensa en Ceuta en el que simpatizantes del partido abuchearon a periodistas que trataban de obtener del dirigente alguna declaraci¨®n sobre las acusaciones a?ade bochorno a este decepcionante silencio pol¨ªtico.
Sostiene Casado que su direcci¨®n nada tiene que ver con ese pasado, y que no tiene por qu¨¦ dar explicaciones. Esta actitud es un error que da?a su partido y, lo que es m¨¢s importante, la calidad de la democracia espa?ola. Lejos de minimizar el da?o, el mensaje que emite el l¨ªder popular es una titubeante posici¨®n moral ante ciertos hechos. Se le ve muy r¨¢pido en utilizar conceptos como el de ¡°traici¨®n¡± ante proyectos legales de sus adversarios; reacio a condenar en toda su plenitud la erosi¨®n democr¨¢tica perpetrada por sus correligionarios. Cambiar de direcci¨®n y una nueva sede no basta. La gravedad de las sentencias emitidas ya en materia de financiaci¨®n ilegal y los crecientes indicios de una trama parapolicial de enorme gravedad requieren una claridad moral sin ambages.
Mayor claridad es necesaria tambi¨¦n en planteamientos pol¨ªticos de futuro. Un partido institucional que es la alternativa natural de gobierno, que es portador de s¨®lidos valores de una gran familia pol¨ªtica europea, debe ser cristalino en su proyecto de pa¨ªs. Pero el Partido Popular tiene pendiente aclarar con detalle su propuesta de proyecto territorial para Espa?a y c¨®mo resolver, dentro de su planteamiento, el problema de Catalu?a. El PP es ahora mismo pr¨¢cticamente irrelevante tanto en esa comunidad como en el Pa¨ªs Vasco.
Rechazar los indultos es una posici¨®n no solo leg¨ªtima, sino comprensible. Pero eso no es un proyecto pol¨ªtico. ?Qu¨¦ alternativa proponen? Si el objetivo de los populares es el mantenimiento del statu quo con un rechazo absoluto a cualquier cambio, deber¨ªan decirlo de forma expl¨ªcita. Si contemplan alguna perspectiva de cambio, lo mismo. El Gobierno de la naci¨®n tiene la iniciativa y la mayor responsabilidad. Su propuesta no brilla por ser transparente, pero hay una hoja de ruta inteligible y sometible a juicio ¡ªindultos, mesa de di¨¢logo, reforma del sistema de financiaci¨®n¡ª. El principal partido de la oposici¨®n deber¨ªa ofrecer su alternativa y salir del per¨ªmetro del no visceral. El rechazo a los indultos es comprensible. Pero hubiese sido mucho mejor para la democracia vehicularlo a trav¨¦s del Parlamento, sede natural de la discusi¨®n pol¨ªtica. Manifestaciones y firmas son leg¨ªtimas, pero pueden tener efectos colaterales que un partido responsable conoce (y que el propio PP acab¨® sufriendo en circunstancias equivalentes). Tal y como dijo uno de sus dirigentes recientemente, el PP necesita hacer una pol¨ªtica m¨¢s occidental, europea y previsible. Y Espa?a tambi¨¦n lo merece.