Un mercado libre en la Edad de Bronce
Un patr¨®n de medidas se extendi¨® por Europa desde Mesopotamia hace tres milenios
Estamos acostumbrados a considerar el mercado libre como una invenci¨®n anglosajona del siglo XVIII, cuando el fil¨®sofo y economista escoc¨¦s Adam Smith introdujo la poderosa met¨¢fora de la mano invisible. Seg¨²n ella, la mera suma de los ego¨ªsmos individuales genera beneficios para la sociedad y la econom¨ªa: el crecimiento de la riqueza, la divisi¨®n del trabajo, el ajuste de los precios al valor real del producto y, ag¨¢rrense, el surgimiento espont¨¢neo de...
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Estamos acostumbrados a considerar el mercado libre como una invenci¨®n anglosajona del siglo XVIII, cuando el fil¨®sofo y economista escoc¨¦s Adam Smith introdujo la poderosa met¨¢fora de la mano invisible. Seg¨²n ella, la mera suma de los ego¨ªsmos individuales genera beneficios para la sociedad y la econom¨ªa: el crecimiento de la riqueza, la divisi¨®n del trabajo, el ajuste de los precios al valor real del producto y, ag¨¢rrense, el surgimiento espont¨¢neo de un sistema de intercambio, similar a una moneda aceptada por todas las partes. Es como si una mano invisible agregara la codicia de los individuos para dirigir a la masa hacia una organizaci¨®n social ¨®ptima. Y todo ello sin necesidad de un control central. ¡°Bella idea, especie equivocada¡±, como dir¨ªa el bi¨®logo Edward O. Wilson, un estudioso de los insectos sociales.
Pero Adam Smith corre ahora el riesgo de perder la patente de la mano invisible. Como argumentan el arque¨®logo Lorenz Rahmstorf y sus colegas de la Universidad de Gotinga, el primer mercado libre de la historia precedi¨® a Adam Smith por tres milenios. Las evidencias se refieren a un sistema de intercambio que surgi¨® en Mesopotamia y se extendi¨® por Egipto, Oriente Pr¨®ximo y Europa durante la Edad del Bronce. S¨®crates tardar¨ªa a¨²n 500 a?os en nacer. Ya hab¨ªa evidencias arqueol¨®gicas de ese procedimiento de medidas ¨Dbalanzas de hueso y pesas de referencia¡ª, pero la ortodoxia arqueol¨®gica daba por hecho desde el siglo XIX que el sistema hab¨ªa sido creado por alg¨²n rey mesopot¨¢mico y su corte de funcionarios. No parece ser as¨ª.
Rahmstorf muestra que los sistemas de pesos hallados a lo largo de Oriente Pr¨®ximo y Europa tienen un origen com¨²n, como hoy lo tiene el kilogramo definido respecto a un patr¨®n de platino e iridio guardado cerca de Par¨ªs. Pero los errores respecto al patr¨®n mesopot¨¢mico siguen una pauta bien curiosa. No muestran la dispersi¨®n esperable desde un foco central, sino la predecible si un peso de referencia se ha copiado de otro que ya se hab¨ªa copiado de otro y as¨ª, ¡°sin ninguna intervenci¨®n sustancial de las autoridades pol¨ªticas¡±, seg¨²n los autores. Tambi¨¦n arguyen que el mercado libre resultaba eficaz para reaccionar con eficiencia a las fluctuaciones de precios.
El cuadro resultante es inspirador, ?no creen? Por primera vez en la historia, los mercaderes dispon¨ªan de un est¨¢ndar para otorgar valor a las cosas de Algeciras a Estambul en un aut¨¦ntico mercado continental. Las civilizaciones mesopot¨¢micas fueron ciertamente asombrosas. Por todo lo que sabemos, de aquellas tierras puntualmente regadas por el Tigris y el ?ufrates nos llegaron la escritura, la contabilidad, la astronom¨ªa, la musicolog¨ªa y, posiblemente durante su interacci¨®n con Egipto, la invenci¨®n del alfabeto. Ahora debemos a?adir el libre mercado.
Los te¨®ricos del mercado libre ¨DCoase, Friedman, Hayek¡ª permanecen m¨¢s o menos fieles a la mano invisible de Smith, pero su ideolog¨ªa econ¨®mica est¨¢ llena de agujeros. Los precios no siempre reflejan el valor real de las cosas y se dejan fuera cap¨ªtulos tan vitales como los costes ambientales. Los bienes p¨²blicos se explotan, las empresas incurren en colusi¨®n y la justicia redistributiva no comparece. Alg¨²n d¨ªa saldremos de la Edad de Bronce.