Maduro y sus oposiciones van a M¨¦xico
La dictadura venezolana nos ofrece desde hace a?os las mismas escenas, se hacen las mismas advertencias y lanzan los mismos dicterios unos contra otros, ritualizado todo desde 2002
Hace poco, en una oportuna entrevista concedida a Juan Cruz para este diario, la ensayista mexicana Alma Guillermoprieto, singular observadora de nuestra Am¨¦rica, comentaba, de pasada, sobre mi pa¨ªs: ¡°?Venezuela? No voy hace a?os, porque tengo la sensaci¨®n de que da vueltas sobre s¨ª misma¡±.
Guillermoprieto sintoniza, ciertamente, con el sentir de millones de venezolanos, dentro y fuera del pa¨ªs. Igual que La invenci¨®n de Morel, insuperable ficci¨®n de Bioy Casares en la que los mismos personajes, congregados en una is...
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Hace poco, en una oportuna entrevista concedida a Juan Cruz para este diario, la ensayista mexicana Alma Guillermoprieto, singular observadora de nuestra Am¨¦rica, comentaba, de pasada, sobre mi pa¨ªs: ¡°?Venezuela? No voy hace a?os, porque tengo la sensaci¨®n de que da vueltas sobre s¨ª misma¡±.
Guillermoprieto sintoniza, ciertamente, con el sentir de millones de venezolanos, dentro y fuera del pa¨ªs. Igual que La invenci¨®n de Morel, insuperable ficci¨®n de Bioy Casares en la que los mismos personajes, congregados en una isla desierta, reaparecen cada noche en un museo igualmente desierto, se dedican unos a otros los mismos gestos de cortes¨ªa y cambian las mismas palabras, todo por obra de un fant¨¢stico artefacto escenificador inventado por Morel, un cient¨ªfico chalado, as¨ª se presenta hoy Venezuela, para mal de mis paisanos y m¨ªo.
La regularidad del dispositivo de Morel depende del patr¨®n de mareas y se sirve de la energ¨ªa cin¨¦tica producida perpetuamente por el oleaje. De manera muy semejante, la dictadura venezolana y las distintas corporaciones que la adversan nos ofrecen desde hace a?os las mismas escenas, se hacen las mismas advertencias, lanzan los mismos dicterios unos contra otros, ritualizado todo desde la remota ocasi¨®n, all¨¢ por 2002, cuando el expresidente colombiano, C¨¦sar Gaviria, por entonces Secretario General de la OEA, presid¨ªa los encuentros que salvar¨ªan la crisis y preservar¨ªan el ejercicio democr¨¢tico.
Cada uno de estos episodios discurre con arreglo muy propio de la pol¨ªtica venezolana del ¨²ltimo cuarto de siglo, un modo de parlamentar que llamar¨¦ ¡°de iteraci¨®n inconducente¡± que se prolonga por muchas jornadas hasta que, en un cierto momento, y de manera inopinada, uno de los aut¨®matas deja de parecerlo y, acusando de deslealtad al bando contrario, abandona la mesa de negociaciones y lo que pudo ser Congreso de Viena degenera en ri?a de gallos.
La ruptura, ejecutada con la exigua teatralidad y escaso vuelo ret¨®rico que permite la mediocridad de toda nuestra clase pol¨ªtica, surte en el ¨¢nimo de los pantomimos de ambos bandos el efecto de un ba?o lustral que borra de su memoria moral a?os de inicuas trapisondas continuistas.
Este indignado patear el tablero habilita a los participantes ¨Cpero solo a sus ojos¡ªpara comenzar de nuevo, desde cero. Habr¨¢ m¨¢s sobre el microcircuito neuronal continuista que caracteriza por igual a chavistas y antichavistas en solo unos p¨¢rrafos.
Noto que he escrito ¡°por igual¡± y, la verdad, he sido injusto: no son en absoluto iguales Maduro y sus adversarios. Mirarlos aprestarse a la ronda de M¨¦xico trae a mi mente los tiempos heroicos de los comienzos del b¨¦isbol cuando, apenas terminada la Guerra de Secesi¨®n, los Estados Unidos se llenaron de itinerantes equipos de pelota que viajaban de ciudad en ciudad acompa?ados de su ¡°exhibition troupe¡±: un equipo adversario de mentirijillas que permit¨ªa ilustrar al p¨²blico acerca de la mec¨¢nica del juego.
Maduro y su exhibition troupe ya han visitado antes Oslo, Santo Domingo y, aunque fugazmente, Barbados. El ciclo se interrumpi¨® cuando la facci¨®n m¨¢s audaz finc¨® sus trumpistas esperanzas en un improbable pronunciamiento militar seguido de una intervenci¨®n militar gringa en apoyo de un gobierno en exilio.
Pero tras el anuncio de la ronda de M¨¦xico, una vez m¨¢s las contadas p¨¢ginas de opini¨®n de las pocas cabeceras independientes venezolanas alojar¨¢n art¨ªculos firmados por sedicentes fundamentalistas del voto que abogar¨¢n por la negociaci¨®n, la reconciliaci¨®n y el rescate de la democracia acudiendo para ello a elecciones aunque Maduro ponga las urnas en una c¨¢mara de gas.
En esta ocasi¨®n, los partidarios del di¨¢logo con Maduro se?alan que para el r¨¦gimen es crucial el levantamiento de las sanciones econ¨®micas que Washington condiciona a signos claros de apertura y pulcritud electoral. Se nos dice que esto ¨²ltimo hace veros¨ªmil que, por una vez, haya elecciones ¡°medianamente limpias¡±, como infaustamente sugiri¨® un representante opositor ante el colegio electoral.
Tambi¨¦n se afirma, desde la oposici¨®n, que sin la intervenci¨®n de una fuerza militar multinacional no queda ya sino la larga marcha hacia la recuperaci¨®n de la relevancia del voto cuyo primer paso es embestir en noviembre el envite electoral de Maduro. Yo no tengo la respuesta a la pregunta sobre qu¨¦ hacer, y solo espero no sonar demasiado antipol¨ªtico al decir que puedo vislumbrar la pr¨®xima escena que deparar¨¢ la invenci¨®n de Morel en que entre todos han logrado meter a Venezuela.
Al imponerse Maduro, como lo har¨¢, en las elecciones fraudulentas a las que la oposici¨®n no quiere ni puede dejar de acudir so pena de sumirse en la irrelevancia, la dictadura, con ayuda de la pandemia, el hambre y su inmisericorde aparato represivo, habr¨¢ derrotado, para siempre, la mentida estrategia de insurrecci¨®n ciudadana, en realidad vulgarmente golpista, que hace dos a?os invoc¨® la ¡°coalici¨®n Guiad¨®¡± y, con sanciones o sin ellas, habr¨¢ asegurado por largo tiempo su permanencia en el poder.
Por su parte, Guaid¨® y todo lo que ¨¦l representa y lo que se le asemeje no tendr¨¢ m¨¢s camino que el repliegue de su gobierno en el exilio mientras USAid, los proventos petroqu¨ªmicos de ultramar y los inc¨®gnitos donantes madrile?os lo hagan viable. Esto puede significar tambi¨¦n mucho tiempo. El resto de la oposici¨®n pol¨ªtica gravitar¨¢, seg¨²n sus afinidades, hacia uno u otro polo de este bicontinuismo.
El venezolano com¨²n deber¨¢ concentrarse en sobrevivir mientras las renovadas cepas de la covid19 lo permitan.
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