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Regreso aqu¨ª, de donde no me he ido, quiz¨¢s para acercarme a un sitio donde estemos solos pero menos rotos
?C¨®mo se vuelve a un sitio del que una no se ha ido? Me fui de aqu¨ª sin irme, hace dos a?os, para escribir una columna en El Pa¨ªs Semanal. Desde entonces, parece haber sucedido una sola cosa: la pandemia. En todo este tiempo no ca¨ª, no me destru¨ª a m¨ª misma. Una sola vez, cuando habl¨¦ por tel¨¦fono con mi padre y me dijo ¡°est¨¢s triste, querida¡±, llor¨¦. Apenas. No porque estuviera triste, sino porque mi padre nunca me dice ¡°querid...
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?C¨®mo se vuelve a un sitio del que una no se ha ido? Me fui de aqu¨ª sin irme, hace dos a?os, para escribir una columna en El Pa¨ªs Semanal. Desde entonces, parece haber sucedido una sola cosa: la pandemia. En todo este tiempo no ca¨ª, no me destru¨ª a m¨ª misma. Una sola vez, cuando habl¨¦ por tel¨¦fono con mi padre y me dijo ¡°est¨¢s triste, querida¡±, llor¨¦. Apenas. No porque estuviera triste, sino porque mi padre nunca me dice ¡°querida¡± y esa palabra me pareci¨® un anuncio de lo que iba a venir: una vida deforme, descolocada. En estos meses cruc¨¦ una sola vez fronteras en un viaje que no me llev¨® a otro pa¨ªs sino a otro mundo, un sitio donde nadie usaba barbijo, donde todos parec¨ªan euf¨®ricos. Por lo dem¨¢s, sigo en el mismo departamento de Buenos Aires con vista a un balc¨®n repleto de cactus. Ese paisaje, que era mi reposo, es ahora el que contemplo a diario y ha perdido un poco de inter¨¦s. Hago paseos desconsiderados por la ciudad buscando cosas nuevas, pero me falta casi todo: las calles y los amigos de Madrid, de Santiago de Chile, de Bogot¨¢. Me dicen que debo ser agradecida porque estoy mejor que muchos. Desde la tierra de los eternos destemplados me pregunto si eso es verdad. Escucho amigos que aseguran estar bien porque su trabajo consiste en encerrarse y escribir, de modo que esto no fue tan diferente. Para m¨ª lo fue, lo es: ese mundo que me ten¨ªa harta ¡ªviajes, hoteles, ferias, congresos, aviones¡ª prove¨ªa riesgo e improvisaci¨®n. Ahora, el m¨¢ximo desaf¨ªo consiste en decidir si se acepta, o no, una reuni¨®n por Zoom. Me he preguntado, a lo largo de esta larga noche, cu¨¢ntos de los que est¨¢n ah¨ª afuera se har¨¢n esas preguntas: ?qu¨¦ soy, c¨®mo se vive ahora? Escribo esto bajo un cielo filoso como un buen presagio. Vuelvo aqu¨ª, de donde no me he ido, quiz¨¢s para acercarme a un sitio donde estemos solos pero menos rotos. As¨ª se vuelve.