Casado en campa?a
El l¨ªder del PP desoye a sus propios barones en su estrategia del todo vale para desgastar al Gobierno y rivalizar con Ayuso
La radicalizaci¨®n del l¨ªder de la oposici¨®n Pablo Casado ha alcanzado esta ¨²ltima semana un punto in¨¦dito de exceso y arbitrariedad a partir de dos impulsos contrapuestos: el acoso que percibe a su liderazgo por parte de sectores de su partido liderados por Isabel D¨ªaz Ayuso y ...
La radicalizaci¨®n del l¨ªder de la oposici¨®n Pablo Casado ha alcanzado esta ¨²ltima semana un punto in¨¦dito de exceso y arbitrariedad a partir de dos impulsos contrapuestos: el acoso que percibe a su liderazgo por parte de sectores de su partido liderados por Isabel D¨ªaz Ayuso y Cayetana ?lvarez de Toledo, y el viento favorable que le dan algunas encuestas que no le libran, sin embargo, de una competencia feroz con Vox, que es a la vez su ¨²nico hipot¨¦tico aliado tras la desaparici¨®n de Ciudadanos. El efecto combinado de todas esas presiones ha dictado a Casado un giro de agresividad en su estrategia de desgaste al Gobierno basada en acusaciones tan desorbitadas como desprovistas de fundamento. La falta de rigor intelectual que exhibe le acerca al tron¨ªo apocal¨ªptico y mendaz de la ultraderecha.
En sede parlamentaria, Casado se lanz¨® al barro definitivamente y mezcl¨® asuntos pasados, presentes y futuros para denunciar que el Gobierno imped¨ªa investigar grav¨ªsimos delitos de abusos a menores en Valencia y en Baleares. Es una acusaci¨®n falsa que degrada y deval¨²a la gravedad de esos mismos delitos al utilizarlos como baja metralla pol¨ªtica: los delitos a los que se refer¨ªa Casado hab¨ªan sido investigados en profundidad por la Fiscal¨ªa balear, que decidi¨® archivar las diligencias hace un a?o, y por los jueces valencianos, que hab¨ªan castigado los hechos condenando a cinco a?os de c¨¢rcel al culpable. Pero el l¨ªder del PP mantuvo esas acusaciones en falso durante tres d¨ªas consecutivos. Las dispersas llamadas a la templanza que le llegan al l¨ªder nacional desde dentro de su partido, incluidos l¨ªderes territoriales relevantes en el equilibrio interno del PP como Alberto N¨²?ez Feij¨®o, no han calado en el l¨ªder y aun subi¨® el tono sin reparar en los destrozos de descr¨¦dito institucional que provoc¨® a su alrededor. El antecedente m¨¢s lastimoso de esta estrategia se vivi¨® cuando Casado lider¨® el mes pasado la pancarta de los sindicatos policiales contra la reforma de la denominada ley mordaza con argumentos que falseaban la misma reforma y la causa de la manifestaci¨®n.
La tensi¨®n en el seno del PP, con Casado obligado a afirmar su autoridad frente a Ayuso, alcanza ahora a Castilla y Le¨®n. Esta comunidad se ha convertido en el laboratorio donde tratar de demostrar que es el PP, y no Ayuso, quien consigue mayor¨ªas casi absolutas. De la noche a la ma?ana, un presidente siempre discreto como Alfonso Fern¨¢ndez Ma?ueco ha roto su pacto con Ciudadanos, ha convocado elecciones anticipadas para el 13 de febrero y ha cesado a los cuatro consejeros de su socio de gobierno, entre ellos, a la responsable de Sanidad. La decisi¨®n se ha tomado en plena emergencia de covid por la variante ¨®micron y con los ciudadanos sumidos de nuevo en la incertidumbre sobre el impacto en la salud y la econom¨ªa de la curva de contagios. No ha habido una explicaci¨®n convincente que justifique el adelanto m¨¢s all¨¢ de la socorrida acusaci¨®n de descontrol o deslealtad de Ciudadanos, partido contra el que es f¨¢cil disparar acusaciones: est¨¢ en ca¨ªda libre por m¨¦ritos propios pero tambi¨¦n por la fagocitaci¨®n programada que ha dise?ado el PP sobre su electorado. Mientras, los populares siguen usando sus 88 esca?os en el Congreso para impedir desde hace tres a?os la renovaci¨®n del Gobierno de los jueces. El cuadro completo dibuja una de las oposiciones del periodo democr¨¢tico m¨¢s radicalizadas, con la sombra de Vox al acecho.