La era del tecnopopulismo
Los nuevos movimientos apelan al conjunto de la poblaci¨®n prometiendo aplicar las pol¨ªticas adecuadas de forma eficiente, pero no resuelven la crisis de integraci¨®n social de nuestras sociedades
?En qu¨¦ consiste la lucha? Esta es una de las preguntas m¨¢s importantes en pol¨ªtica, pero tambi¨¦n quiz¨¢ la m¨¢s dif¨ªcil de responder, hoy m¨¢s que nunca. La respuesta durante gran parte de los siglos XIX y XX se centr¨® en las ideolog¨ªas rivales. El liberalismo del peque?o Estado luchando contra la aparici¨®n de un movimiento socialista internacional, seguido de un conflicto a menudo violento entre el comunismo y las fuerzas pol¨ªticas conservadoras que iban desde la democracia cristiana hasta el fascismo. La historia de Espa?a en el siglo XX ha estado empapada de ideolog¨ªas, en el choque entre el franquismo y el republicanismo. Pero si intentamos dar sentido a la pol¨ªtica contempor¨¢nea a trav¨¦s de la lente de la lucha ideol¨®gica en Espa?a y en otros lugares, nos encontramos con que no podemos entender mucho de lo que ocurre.
La lucha ideol¨®gica se origina en sociedades estructuradas en torno a las clases y a la identificaci¨®n religiosa. Los partidos pol¨ªticos funcionan como una forma de traducir los intereses de estos grupos sociales en pol¨ªticas y plataformas pol¨ªticas. La vida cotidiana se ve consumida por la identidad y la pertenencia pol¨ªtica, desde el peri¨®dico que se lee hasta la elecci¨®n de la escuela, el club de f¨²tbol y el bar.
Este modelo de pol¨ªtica no ha desaparecido del todo. Las tradiciones pol¨ªticas permanecen y el lenguaje de la pol¨ªtica ideol¨®gica sigue siendo el que utilizamos para interpretar la pol¨ªtica. Pero, al mismo tiempo, el modelo est¨¢ roto. El ¨¦xito pol¨ªtico hoy no puede construirse sobre la base de la ideolog¨ªa. Esta ha sido la lecci¨®n de Podemos en Espa?a. Es una lecci¨®n que est¨¢ reconfigurando el panorama pol¨ªtico espa?ol y que ser¨¢ la clave para futuros gobiernos y coaliciones.
El sistema bipartidista espa?ol descansaba en la rivalidad ideol¨®gica entre el PSOE y el PP. Ambos operaban firmemente dentro del paisaje ideol¨®gico del siglo XX, aceptando la centralidad de los procedimientos democr¨¢ticos pero tambi¨¦n identific¨¢ndose con las fuerzas de la izquierda y la derecha que han animado la pol¨ªtica europea desde mediados del siglo XIX. A principios del siglo XXI, este sistema bipartidista se hab¨ªa desconectado por completo de la sociedad espa?ola. Exist¨ªa como un r¨ªgido caparaz¨®n ideol¨®gico bajo el cual se estaban produciendo dram¨¢ticos cambios sociales. El laicismo y el individualismo hab¨ªan desgarrado al electorado de la derecha tradicional, a la vez que deshac¨ªan las identidades de la clase trabajadora que hab¨ªa sido el n¨²cleo del PSOE. Los dos partidos se acercaron el uno al otro, funcionando como una masa pol¨ªtica indiferenciada, desgarrada por la corrupci¨®n y el clientelismo. Cuando los conflictos econ¨®micos y sociales desgarraron Espa?a en el momento de la crisis financiera, la lucha que surgi¨® fue entre los ciudadanos y sus ¨¦lites pol¨ªticas.
Podemos naci¨® con la idea de que la pol¨ªtica progresista no pod¨ªa seguir tomando la forma de la vieja pol¨ªtica de la izquierda. Los ciudadanos que se manifestaban en todo el pa¨ªs no se identificaban con el lenguaje del socialismo del siglo XX. Podemos articul¨® un nuevo tipo de pol¨ªtica, que apelaba al pueblo en su conjunto y denunciaba la corrupci¨®n y la incompetencia de las ¨¦lites pol¨ªticas. En poco tiempo, la pol¨ªtica espa?ola se vio redibujada por el ¨¦xito de esta apelaci¨®n al pueblo, por el populismo.
El auge del populismo es un s¨ªntoma de la desconexi¨®n entre el Estado y la sociedad y de la fragmentaci¨®n que caracteriza a la sociedad. Al no poder apelar a grupos sociales o comunidades diferenciadas, ya que ¨¦stas han desaparecido, el ¨¦xito en pol¨ªtica significa apelar al conjunto, a todo el pueblo. En lugar de un conflicto entre clases sociales, tenemos una lucha entre el pueblo y la ¨¦lite.
Sin embargo, el populismo no es lo ¨²nico que ha surgido de esta desconexi¨®n entre el Estado y la sociedad. Tambi¨¦n hemos visto el surgimiento de otro tipo de pol¨ªtica, una basada en la apelaci¨®n a la competencia y la expertise. Se trata de una forma de pol¨ªtica que no tiene nada que ver con las ideolog¨ªas o los partidos, sino que simplemente est¨¢ interesada en llevar a cabo las pol¨ªticas adecuadas. Esta apelaci¨®n a la pericia la hacen a menudo personas que no se identifican como pol¨ªticos, sino como ciudadanos que est¨¢n m¨¢s all¨¢ de la izquierda y la derecha, cuya expertise proviene de una verdadera carrera profesional. Esta forma tecn¨®crata de hacer pol¨ªtica la encarna Mario Draghi y en Espa?a la promovi¨® durante un tiempo Ciudadanos. Dif¨ªcil de clasificar en una escala de izquierda-derecha, Ciudadanos se presentaba como un partido de ciudadanos comprometidos sobre todo con la traducci¨®n de sus propias competencias profesionales en la elaboraci¨®n de mejores pol¨ªticas para Espa?a.
Lo que ha surgido en toda Europa a principios del siglo XXI, y tras la Gran Recesi¨®n, ha sido una nueva forma de hacer pol¨ªtica, hecha de apelaciones al pueblo y apelaciones a la expertise. Lejos de estar en conflicto, son las dos caras de una misma moneda, la que identifica la pol¨ªtica de partidos tradicional como la enfermedad para la que ¡°el pueblo¡± y la elaboraci¨®n de pol¨ªticas por parte de expertos son las soluciones. Los nuevos movimientos y pol¨ªticos m¨¢s exitosos han aprendido a combinar ambos, dando lugar a lo que podemos llamar tecnopopulismo, una nueva l¨®gica de la pol¨ªtica democr¨¢tica.
La pol¨ªtica espa?ola sigue moldeada por la fuerza de las luchas ideol¨®gicas, pero esto tiene m¨¢s que ver con la din¨¢mica del sistema electoral que con los contornos de la sociedad espa?ola. La transformaci¨®n de Podemos en un partido de izquierda m¨¢s convencional se produjo bajo la presi¨®n de la pol¨ªtica de coalici¨®n en Espa?a. Pero la nueva l¨®gica del tecnopopulismo, que refleja la separaci¨®n del Estado de la sociedad en Espa?a, se est¨¢ imponiendo de nuevas maneras. El propio PSOE se debate entre sus propios or¨ªgenes ideol¨®gicos y un estilo de gobierno que se ajusta a la l¨®gica tecnopopulista.
Los nuevos desarrollos, como el lanzamiento de ¡°otras pol¨ªticas¡±, combinan una apelaci¨®n al pueblo en su conjunto con un enfoque en las pol¨ªticas pr¨¢cticas y cotidianas que se definen por la diferencia que hacen en la vida de las personas y no por ning¨²n tipo de ideolog¨ªa. Las l¨ªderes de las ¡°otras pol¨ªticas¡± son emblem¨¢ticas de esta l¨®gica tecnopopulista. Se relacionan con el p¨²blico de una manera profundamente personalista, como personas con sus propios proyectos pol¨ªticos m¨¢s que como representantes de un partido o una tradici¨®n pol¨ªtica. Al mismo tiempo, su mensaje es claro: la pol¨ªtica tiene que consistir en encontrar soluciones a las cosas que realmente le importan a la gente. Otras figuras pol¨ªticas destacadas ¡ªcomo Isabel D¨ªaz Ayuso¡ª persiguen su propia versi¨®n de esta l¨®gica tecnopopulista. Frecuentemente calificada de populista, la popularidad de D¨ªaz Ayuso se basan tambi¨¦n en lo que sus partidarios consideran el ¨¦xito de sus pol¨ªticas como presidenta de la Comunidad de Madrid.
El tecnopopulismo, sin embargo, no es una soluci¨®n a la brecha que existe entre la esfera p¨²blica y la pol¨ªtica. Es un s¨ªntoma de ello. Construir nuevos movimientos pol¨ªticos que apelen al conjunto de la poblaci¨®n, prometiendo aplicar las pol¨ªticas adecuadas de forma eficiente, s¨®lo puede hacer que la brecha sea a¨²n m¨¢s evidente. En la ra¨ªz de esta nueva pol¨ªtica tecnopopulista est¨¢n las sociedades atenazadas por la fragmentaci¨®n y el individualismo, donde los conflictos que existen est¨¢n tan disgregados y aislados unos de otros que no pueden generar el tipo de identidades colectivas necesarias para superar los problemas a los que se enfrentan estas sociedades. El tecnopopulismo ha llegado para quedarse como una nueva l¨®gica de la pol¨ªtica, pero no es una soluci¨®n a la crisis de integraci¨®n social a la que se enfrentan nuestras sociedades.
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