Aristocracia
Hoy, a muchos monarcas, arist¨®cratas y v¨¢stagos de las casas reales los medios los han convertido en carne picada para sustento de aquellos que chapoteaban en la piscina del parque sindical o iban por la autopista a la sierra en caravana
Un domingo de mayo, en un tiempo ya lejano, fui invitado por un amigo de la alta sociedad al Club Puerta de Hierro, sin duda el m¨¢s exclusivo de Madrid nutrido por ejemplares de gran alcurnia, banqueros, arist¨®cratas, diplom¨¢ticos, con sus cr¨ªas respectivas. El club est¨¢ situado en un cerro desde cuya altura privilegiada pude observar que el propio paisaje divid¨ªa las distintas clases sociales. En la vaguada a los pies de ese nido bull¨ªa el rumor del parque sindical con su desmesurada piscina dond...
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Un domingo de mayo, en un tiempo ya lejano, fui invitado por un amigo de la alta sociedad al Club Puerta de Hierro, sin duda el m¨¢s exclusivo de Madrid nutrido por ejemplares de gran alcurnia, banqueros, arist¨®cratas, diplom¨¢ticos, con sus cr¨ªas respectivas. El club est¨¢ situado en un cerro desde cuya altura privilegiada pude observar que el propio paisaje divid¨ªa las distintas clases sociales. En la vaguada a los pies de ese nido bull¨ªa el rumor del parque sindical con su desmesurada piscina donde chapoteaban centenares de obreros. Desde la terraza del bar se ve¨ªa la cuesta de las Perdices atascada de coches de la clase media que se dirig¨ªan a la sierra con la suegra, los ni?os y la tortilla de patatas. Al otro lado de la autopista aparec¨ªa el Club de Campo asiento de la burgues¨ªa compuesta por ejecutivos, empresarios y profesionales de gran nivel, pero no el suficiente como para alcanzar la cumbre donde yo era un intruso invitado. Aquella ma?ana en una mesa de la terraza tomaban el aperitivo unas chicas de p¨¢tina dorada y hablar gangoso vestidas aun con el equipo de montar. Desped¨ªan un ligero perfume a sudor de caballo despu¨¦s de haber cabalgado por los umbrosos sotos del cerro, verde esmeralda. Una de ellas dec¨ªa: ¡°Los arist¨®cratas servimos de alimento a la gente com¨²n para que se esfuerce en ser como nosotros. Esa es nuestra labor social¡±. Antiguamente la nobleza, la milicia y el clero eran estamentos que se reg¨ªan por c¨®digos propios del honor y la ejemplaridad y a trav¨¦s de ellos se vinculaban con la sociedad. Ten¨ªa raz¨®n aquella chica dorada, porque hoy a muchos monarcas, arist¨®cratas y v¨¢stagos de las casas reales los medios los han convertido en carne picada para sustento de aquellos que chapoteaban en la piscina del parque sindical o iban por la autopista a la sierra en caravana. Con su honor ahora se hacen hamburguesas de buen tama?o.