Los fuertes o los justos
Caemos constantemente en el error de juicio de presentar a los dictadores autoritarios, los d¨¦spotas y quienes acallan las voces cr¨ªticas en sus pa¨ªses como l¨ªderes fuertes
Hac¨ªa tiempo que Europa no viv¨ªa una situaci¨®n de tanta tensi¨®n como el acoso ruso a Ucrania. A la espera de una guerra que se desencadene por el estallido de la chispa justificativa, se han acumulado fuerzas militares en las fronteras. Algunas fuentes dicen que la conclusi¨®n del pulso ser¨¢ la toma por parte de Putin ...
Hac¨ªa tiempo que Europa no viv¨ªa una situaci¨®n de tanta tensi¨®n como el acoso ruso a Ucrania. A la espera de una guerra que se desencadene por el estallido de la chispa justificativa, se han acumulado fuerzas militares en las fronteras. Algunas fuentes dicen que la conclusi¨®n del pulso ser¨¢ la toma por parte de Putin del control absoluto de Bielorrusia, pues lo que persigue es frenar la injerencia internacional para mantener gobiernos t¨ªteres en los pa¨ªses de su esfera. Todo el mundo sabe que la guerra ser¨ªa un desastre humano. Sorprende que en un periodo pol¨ªtico en el que los partidos nacionalistas europeos exprimen el problema migratorio para escalar electoralmente, su postura frente al desaf¨ªo de Putin est¨¦ siendo tan tibia y discreta. Nunca la ultraderecha europea estuvo tan callada sobre un asunto, quiz¨¢ porque le debe a Rusia algunos de sus grandes ¨¦xitos en desinformaci¨®n e influencia medi¨¢tica. Lo dif¨ªcil es entender ese silencio cuando el ataque contra Ucrania desencadenar¨ªa un torrente de refugiados hacia Europa. Vivimos en una excesiva tolerancia con reg¨ªmenes autoritarios cuando gozan de una econom¨ªa poderosa, recursos energ¨¦ticos y m¨²sculo comercial. Se trata sencillamente de la flaqueza en valores que padecemos.
Benjamin Netanyahu ha representado durante a?os a uno de esos halcones que ejerci¨® un mandato casi absoluto en Israel. Pertenece a esa descripci¨®n de personajes que se hacen fuertes en una democracia mientras la degradan y condicionan. Sacarlo del poder cost¨® varias repeticiones electorales y, finalmente, un pacto de opuestos a¨²n fr¨¢gil y a duras penas sostenido. ?l s¨ª se atrevi¨® a dejar una visi¨®n sobre la fuerza cuando dijo: ¡°En Oriente Medio, y en muchas otras partes del mundo, existe una verdad muy sencilla: no hay sitio para el d¨¦bil. El d¨¦bil es borrado de la historia mientras que el fuerte, para bien o para mal, sobrevive. Los fuertes son respetados, las alianzas se hacen con los fuertes, y al final la paz se firma con los fuertes¡±. El cinismo no est¨¢ re?ido con la sinceridad, pero deber¨ªa avivarnos una conciencia del mal que padecemos. Lo hemos visto durante estos d¨ªas en las negociaciones frente a Rusia. Tan solo en la semana pasada, los negociadores rusos han despreciado los acercamientos diplom¨¢ticos de la UE, de Francia y de Reino Unido, este ¨²ltimo tildado por el ministro de Exteriores Lavrov como un di¨¢logo de sordos con mudos.
Todos los medios europeos se apresuraron a decir que Macron hab¨ªa sido humillado en su visita a Mosc¨². Esa imagen de la mesa enorme con cada mandatario en un extremo opuesto remit¨ªa a lo medieval, pero luego se supo que respond¨ªa a la negativa del presidente franc¨¦s a dejarse robar un an¨¢lisis de ADN. Convendr¨ªa recalcar que lo que se se?alaron como debilidades de Macron son exactamente las fortalezas de nuestro sistema. Un presidente con una oposici¨®n firme en su pa¨ªs, pendiente de unas elecciones cercanas, con prensa cr¨ªtica y voces libres que analizan su gesti¨®n al mil¨ªmetro no deber¨ªa ser presentado como un presidente d¨¦bil. Caemos constantemente en este error de juicio y contribuimos a presentar a los dictadores autoritarios, los d¨¦spotas y los que acallan las voces cr¨ªticas en su pa¨ªs como l¨ªderes fuertes. La democracia se exige a s¨ª misma garant¨ªas y una justicia decente. ?Acaso no es eso lo que anhelamos como ciudadanos libres?