El refugio
Pese a su locura, Hitler no ten¨ªa capacidad para destruir a la humanidad; en cambio, hoy un hombre, un solo hombre, tiene en sus manos el poder de devolver nuestra civilizaci¨®n al neol¨ªtico en un fin de semana
No preguntes por qui¨¦n suenan estas sirenas, que anuncian un inminente bombardeo. Aunque se oigan muy lejos en las calles de Kiev, esas sirenas tambi¨¦n suenan por ti para que te pongas a salvo. En este caso no hay que bajar al s¨®tano o correr en busca de una estaci¨®n de metro. El refugio lo lleva cada uno dentro de s¨ª. Pese a su locura, Hitler no ten¨ªa capacidad para destruir a la humanidad; en cambio, hoy un hombre, un solo hombre, tiene en sus manos el pod...
No preguntes por qui¨¦n suenan estas sirenas, que anuncian un inminente bombardeo. Aunque se oigan muy lejos en las calles de Kiev, esas sirenas tambi¨¦n suenan por ti para que te pongas a salvo. En este caso no hay que bajar al s¨®tano o correr en busca de una estaci¨®n de metro. El refugio lo lleva cada uno dentro de s¨ª. Pese a su locura, Hitler no ten¨ªa capacidad para destruir a la humanidad; en cambio, hoy un hombre, un solo hombre, tiene en sus manos el poder de devolver nuestra civilizaci¨®n al neol¨ªtico en un fin de semana. Se llama Vlad¨ªmir Putin, un tipo que hace 40 a?os era un pobre diablo, un esp¨ªa de tercera, un don nadie nacido en San Petersburgo entre paredes mugrientas de un barrio marginal poblado de pandillas de matones con los que hab¨ªa que fajarse si uno quer¨ªa volver sano a casa. Putin era uno de ellos. No preguntes c¨®mo lleg¨® a la cumbre pisoteando sabandijas y repartiendo pu?aladas, hasta conseguir el favor del beodo y destartalado Boris Yeltsin. Con la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn la Uni¨®n Sovi¨¦tica entr¨® en una fase de derribo. En medio de esa olla podrida, Putin se propuso devolver a la patria humillada el orgullo perdido de primera potencia y se le vio avanzar con espolones de gallo por una alfombra roja a lo largo de los fastuosos salones del Kremlin; a su paso se abr¨ªan puertas de oro bajo la luz de mil l¨¢mparas y espejos, los mismos que reflejaron el antiguo esplendor de los zares. Aquel don nadie es ahora ese mat¨®n que est¨¢ arrasando Ucrania y tiene a todo el mundo en vilo. En medio de los estertores de guerra ha pronunciado dos palabras ¨Dbomba nuclear¨D que en el inconsciente colectivo van asociadas al apocalipsis.
Contra esa amenaza Europa tiene un arma, la m¨¢s poderosa, con la que en su d¨ªa venci¨® al fascismo. Las sirenas suenan hoy para que los ciudadanos libres busquen refugio de nuevo en la imbatible fortaleza de la democracia.