La t¨¢ctica del fuera de juego
Si es verdad que la guerra saca a la luz la dimensi¨®n dilem¨¢tica de la pol¨ªtica, la que consiste en sortear contradicciones, ?por qu¨¦ hay tan pocas dudas y debate en el ambiente?
Mirar la guerra es exponerse dolorosamente a sus contrastes, a la quiebra entre la bomba que arrasa un hospital de maternidad y los sesudos y solemnes an¨¢lisis y discursos que construyen la narrativa de lo que sucede. Ese relato nos ofrece algunas certezas: la invasi¨®n ha alineado los objetivos estrat¨¦gicos de 27 Estados, resucitado a la OTAN, cambiado la pol¨ªtica exterior alemana y roto el tab¨² de la Europa geopol¨ªtica y de la defensa. Todo eso que se nos repite machaconamente es cierto, pero es interesante comprobar el efecto que produce la guerra en los estados de opini¨®n. Sabemos que la ansiedad y el miedo que provoca degrada nuestra capacidad para evaluar lo que ocurre, adormece el debate sobre muchos temas, activa el marco patri¨®tico y une a la poblaci¨®n en torno al l¨ªder. Las elecciones francesas son un ejemplo de esto: la mera declaraci¨®n de la candidatura de Emmanuel Macron lo dispara casi al 30% en intenci¨®n de voto, situando a sus adversarios como extras discutiendo en el vac¨ªo: las cr¨ªticas son percibidas como un ataque a la unidad nacional.
En Francia se habla ya de una ¡°campa?a escamoteada¡± o ¡°asim¨¦trica¡± donde habr¨¢ poco debate sobre los temas cruciales que la guerra pone sobre la mesa. Parte de la responsabilidad es de los pol¨ªticos y analistas que la cuentan, que recurren a eso que Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n llamaba ¡°la t¨¢ctica del fuera de juego¡±: el central emite un silbido para que la defensa se adelante, de forma que los delanteros queden en fuera de juego. Porque, si es verdad que la guerra saca a la luz la dimensi¨®n dilem¨¢tica de la pol¨ªtica, la que consiste en sortear contradicciones, ?por qu¨¦ hay tan pocas dudas y debate en el ambiente? La llamada a bajar la temperatura de los calentadores, por ejemplo, descuida la justicia social: no todos sufriremos igual la crisis energ¨¦tica en ciernes. De hecho, frente al consenso inicial mostrado por Europa, la introducci¨®n de la ¡°cuesti¨®n social¡± por la pol¨ªtica ambiental trae de vuelta las viejas divisiones a una UE que, en lo econ¨®mico, sigue teniendo debilidades de f¨¢brica, aunque muestre unidad para enviar armas a Ucrania. La descarbonizaci¨®n necesitar¨¢ incentivos para el cambio y medios para que los usuarios mitiguemos lo que se avecina, pero muchos pa¨ªses se resisten a la creaci¨®n de un fondo com¨²n para ello. Ucrania nos muestra la necesidad de librarnos del yugo ruso, tanto ambiental como pol¨ªtico, pero la subida de la luz no es una cuesti¨®n temporal.
Esta crisis es el anticipo de lo que vendr¨¢. Los populismos azuzar¨¢n con falsos dilemas (el precio de la energ¨ªa frente al derroche del Ministerio de Igualdad), pero liberarnos de la dependencia de los hidrocarburos supone transformar nuestro estilo de vida y nuestra econom¨ªa. Pocos l¨ªderes hablan de ello, pero la solidaridad que debemos activar con Ucrania exige algo m¨¢s que palabras solemnes, armas y ayuda humanitaria: debemos mirar de frente estos problemas. Y hacerlo sin parpadear.
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