Mi credo
Creo que una cosa es el pa¨ªs con sus problemas y otra los corruptos con sus maniobras de distracci¨®n. Creo en la gente. Creo en la decencia de Espa?a
Es un credo demasiado adolescente, pero creo que nuestra democracia necesita una nueva adolescencia. Y creo en la honestidad de la mayor¨ªa social que se levanta cada ma?ana para ir de su coraz¨®n a sus asuntos. Yo, que no me tengo por pecador, ni me confieso a ning¨²n Dios, afirmo un credo c¨ªvico. Creo en la decencia del conductor de autobuses, la profesora, la m¨¦dico o el estudiante. Aunque me duelen las cloacas, creo en el aire limpio. Hemos tenido mala suerte, eso s¨ª. Hubo determinados l¨ªderes que convirtieron a sus partidos en una asociaci¨®n para el robo. Madrid, Barcelona y Valencia alcanza...
Es un credo demasiado adolescente, pero creo que nuestra democracia necesita una nueva adolescencia. Y creo en la honestidad de la mayor¨ªa social que se levanta cada ma?ana para ir de su coraz¨®n a sus asuntos. Yo, que no me tengo por pecador, ni me confieso a ning¨²n Dios, afirmo un credo c¨ªvico. Creo en la decencia del conductor de autobuses, la profesora, la m¨¦dico o el estudiante. Aunque me duelen las cloacas, creo en el aire limpio. Hemos tenido mala suerte, eso s¨ª. Hubo determinados l¨ªderes que convirtieron a sus partidos en una asociaci¨®n para el robo. Madrid, Barcelona y Valencia alcanzaron cotas muy altas de agresividad institucional a la hora del enriquecimiento vergonzoso. Pero d¨¦jenme creer que esa no es la realidad espa?ola.
Es verdad que la situaci¨®n lleg¨® al extremo cuando los sucesores pol¨ªticos de los corruptos utilizaron el poder del Estado para ocultar esc¨¢ndalos. Comisarios, jueces y ministros se mezclaron en la red, junto a empresarios y periodistas. Creo que esos polic¨ªas, jueces y ministros llegaron a ser m¨¢s peligrosos para la democracia que los propios delincuentes. Pero nunca representaron a la ciudadan¨ªa.
Creo que una cosa es el pa¨ªs con sus problemas y otra los corruptos con sus maniobras de distracci¨®n. Creo en la gente. Creo en la decencia de Espa?a. Creo en los finales de curso y en los libros pendientes. Creo en la resurrecci¨®n de la dignidad. Creo que no nos definen los mentecatos reunidos para aplaudir y hacer de cortesanos ante la deshonestidad. Creo en un pa¨ªs que a veces desciende a los infiernos, pero luego regresa al cielo y a la tierra, y encuentra zapatos para sus pies descalzos, y caminos para andar, y sue?os, y argumentos en la historia para saber que el pueblo silencioso es mejor que los se?oritos vendepatrias. M¨¢s que discutir con los vendepatrias, creo que conviene hablar con el pueblo silencioso.