?Que se caiga el mundo!
Las reglas del periodismo, como la verificaci¨®n y el contraste de fuentes, no pueden alterarse por los ritmos de las redes sociales
La mensajer¨ªa y el periodismo son oficios distintos. Respetables, pero diferentes. La mensajer¨ªa se define como la actividad de reparto, de entrega de cosas. El periodismo es la entrega de informaci¨®n. Ambos oficios coinciden en aspectos muy puntuales, como el de que los dos giran alrededor del concepto de intermediaci¨®n.
En la mensajer¨ªa, parte del ¨¦xito consiste en que el intermediario se esfuerce al m¨¢ximo por no tener contacto con lo que entrega: una carta debidamente cerrada, un paquete sin alteraciones o una comida sellada y libre de contactos. En el periodismo, por el contrario, ...
La mensajer¨ªa y el periodismo son oficios distintos. Respetables, pero diferentes. La mensajer¨ªa se define como la actividad de reparto, de entrega de cosas. El periodismo es la entrega de informaci¨®n. Ambos oficios coinciden en aspectos muy puntuales, como el de que los dos giran alrededor del concepto de intermediaci¨®n.
En la mensajer¨ªa, parte del ¨¦xito consiste en que el intermediario se esfuerce al m¨¢ximo por no tener contacto con lo que entrega: una carta debidamente cerrada, un paquete sin alteraciones o una comida sellada y libre de contactos. En el periodismo, por el contrario, se exige que el intermediario ejecute una serie de acciones sobre el ¡°material¡± que se entrega a la sociedad.
Todos los d¨ªas llegan a las redacciones (de emisoras, canales, diarios y portales) documentos, declaraciones, testimonios o audios que, antes de ser hechos p¨²blicos, deben pasar por procesos de verificaci¨®n, contraste o sustentaci¨®n, mucho m¨¢s cuando comprometen la honra de personas, el buen nombre de funcionarios o la reputaci¨®n de empresas.
Solo el cotejo, la confirmaci¨®n y la prueba rigurosa permiten que se haga la publicaci¨®n, y este proceso puede tardar horas, d¨ªas, meses o, en definitiva, no llegar a un t¨¦rmino satisfactorio. Las redes, en cambio, en muchos de sus matices, se acercan a lo que podr¨ªa ser una ¡°emotiva¡± mensajer¨ªa.
La gente se acostumbr¨® a recibir a trav¨¦s de ellas informaciones, documentos, im¨¢genes o videos que, de manera expr¨¦s, se comparten sin mayor constataci¨®n de veracidad. Cuando m¨¢s, se acompa?an de frases como ¡°me lleg¨® esto y lo publico como lo recib¨ª¡±, ¡°?qu¨¦ opinan ustedes de esto?¡± o ¡°?alguien sabe si esto es verdad?¡±.
En las redes puede exhibirse material period¨ªstico, pero no dictan ellas las reglas del periodismo, que son las mismas que funcionaban d¨¦cadas antes de que las redes nacieran y que, seguramente, seguir¨¢n existiendo en el futuro. Parece una herej¨ªa decirlo, pero habr¨¢ periodismo cuando ya no exista Twitter. El periodista puede utilizar las redes para informar, pero est¨¢ obligado a no dejar que le impongan patrones de conducta que contravengan el oficio.
Los directores, editores y jefes de redacci¨®n deben aplazar la informaci¨®n que traen los reporteros mientras se produce su verificaci¨®n e, incluso, archivarla definitivamente. A los periodistas esto a veces los mortifica, porque todo el mundo quiere tener una exclusiva, pero esas decisiones se toman no solo para protegerlos a ellos y a la credibilidad de los medios, sino, en ¨²ltimas, para blindar a la sociedad de las falsas noticias o de informaciones con lagunas en la verdad.
Para no ahogarse en esas lagunas, hay que entrar a ellas con precauci¨®n, seguridad y sentido com¨²n. O el periodista se ahoga en afanes. El af¨¢n, por estos d¨ªas, ¡°mata¡± m¨¢s periodistas que el c¨¢ncer. Para plantearlo en t¨¦rminos digitales, como en el famoso meme: ¡°vamo a calmarno¡±. Y a respetar los protocolos y tiempos que requiere el riguroso tratamiento de la informaci¨®n. Y si el mundo se cae alrededor de los periodistas por no publicar las cosas de inmediato, que se caiga el mundo entonces.