No hemos querido saber su muerte
Javier Mar¨ªas encarn¨® a finales del siglo pasado la incorporaci¨®n de la novela espa?ola a la literatura global
La conmoci¨®n en la sociedad espa?ola, y tambi¨¦n en las tripas de este peri¨®dico, ha sido extraordinaria ante la muerte de Javier Mar¨ªas, probablemente uno de los escritores que de forma m¨¢s rotunda y precoz encarn¨® la incorporaci¨®n de la literatura espa?ola contempor¨¢nea a las letras internacionales. Fue ¡ªes¡ª legendario el programa televisivo sobre libros que le dedic¨® a su obra el cr¨ªtico alem¨¢n Reich-Ranicki: la traducci¨®n de Coraz¨®n tan blanco desde 1996 se convirti¨® en uno de los...
La conmoci¨®n en la sociedad espa?ola, y tambi¨¦n en las tripas de este peri¨®dico, ha sido extraordinaria ante la muerte de Javier Mar¨ªas, probablemente uno de los escritores que de forma m¨¢s rotunda y precoz encarn¨® la incorporaci¨®n de la literatura espa?ola contempor¨¢nea a las letras internacionales. Fue ¡ªes¡ª legendario el programa televisivo sobre libros que le dedic¨® a su obra el cr¨ªtico alem¨¢n Reich-Ranicki: la traducci¨®n de Coraz¨®n tan blanco desde 1996 se convirti¨® en uno de los libros m¨¢s le¨ªdos en Alemania, por encima del mill¨®n de ejemplares vendidos en los a?os siguientes. No es una an¨¦cdota banal: Mar¨ªas est¨¢ en el exiguo lugar donde una cultura literaria re¨²ne el poder de atraer a un lector masivo y fiel, por no decir adicto, y a la vez el reconocimiento de la cr¨ªtica m¨¢s exigente hacia un novelista.
Ni los m¨²ltiples premios e infinitas traducciones de sus libros dan la medida de su significado como novelista de la democracia. Entendi¨® la novela como un oficio en el que la intervenci¨®n del escritor en su sociedad se realizaba de forma diferida, aplazada, sin empujones. Tras las dudas e interrogantes del relato, el lector acababa haciendo suyo el despliegue reflexivo al que lo hab¨ªa invitado un narrador siempre culto, ensimismado, a menudo respond¨®n y con calas de un humor que pod¨ªa ser corrosivo. Su novela rehuy¨® primero la atm¨®sfera y el clima espa?ol ¡ªcon El hombre sentimental o Todas las almas¡ª, pero la madurez fue acercando al escritor a su propio pasado como hijo y como ciudadano en Tu rostro ma?ana o As¨ª empieza lo malo: el pasado hist¨®rico (y personal) se inmiscuy¨® en sus tramas. Por eso parte de su obra m¨¢s valiosa se esconde tambi¨¦n en las semblanzas y ensayos sobre otros escritores, adem¨¢s de haber sido un excelente traductor.
Entre sus virtudes estuvo no rehuir a trav¨¦s de sus art¨ªculos en este peri¨®dico las pol¨¦micas ni la defensa p¨²blica, a menudo en¨¦rgica y malhumorada, de sus discrepancias con el tiempo presente y con h¨¢bitos sociales que llegaban a desalentarlo (segu¨ªa usando m¨¢quina de escribir y elud¨ªa las redes sociales). El lector de este peri¨®dico los ha encontrado durante dos d¨¦cadas ¡ªcon acidez, con sarcasmo, sin medias tintas¡ª en la ¨²ltima p¨¢gina de El Pa¨ªs Semanal. Pero ah¨ª encontr¨® tambi¨¦n la vertiente m¨¢s festiva del escritor: cuando recordaba las pel¨ªculas favoritas de un gran cin¨¦filo, cuando evocaba encuentros con personajes centrales de su vida ¡ªen su propia familia y fuera de ella¡ª, cuando un desd¨¦n sin disimulo le llevaba a ridiculizar figuras p¨²blicas de cualquier ¨¢mbito. Las entrevistas fueron tambi¨¦n otro medio de relacionarse con el lector, y en ellas no ocultaba tampoco el miedo a haber escrito la ¨²ltima novela, a no saber o poder escribir ya m¨¢s ninguna otra. Era parte del arsenal de man¨ªas del escritor. Esta vez ha sido verdad, tras su prematura y dolorosa desaparici¨®n.