Brasil es menos derechista de lo que podr¨ªa parecer
A pesar de haber sido zarandeado por la ola de una derecha te?ida de odios y oscurantismo, el pa¨ªs sudamericano prefiere el equilibrio de una democracia sin extremismos
Tras cuatro a?os de gobierno de una extrema derecha de tintes fascistas, Brasil llega a las elecciones generales lleno de escombros pol¨ªticos y sociales, con un clima de odios y desgarros que ha engendrado hasta un aumento de enfermedades mentales. La sorpresa en v¨ªsperas de las elecciones, sin embargo, es que los brasile?os mayoritariamente siguen firmes, seg¨²n todas las encuestas, en defensa del r¨¦gimen democr¨¢tico y ...
Tras cuatro a?os de gobierno de una extrema derecha de tintes fascistas, Brasil llega a las elecciones generales lleno de escombros pol¨ªticos y sociales, con un clima de odios y desgarros que ha engendrado hasta un aumento de enfermedades mentales. La sorpresa en v¨ªsperas de las elecciones, sin embargo, es que los brasile?os mayoritariamente siguen firmes, seg¨²n todas las encuestas, en defensa del r¨¦gimen democr¨¢tico y se preparan a dar en las urnas un ¡®no¡¯ a un r¨¦gimen autoritario.
Un estudio hecho por Miriam Leitao, una de las columnistas m¨¢s solventes de este pa¨ªs y quien fue torturada a sus 19 a?os durante la dictadura militar, revela que ¡°la conclusi¨®n que se saca de todos los sondeos es que, en general, el brasile?o tiene posiciones de centro con fuertes preocupaciones sociales y ambientales¡±. Y subraya que los que se declaran totalmente de derechas son apenas un 27% de los ciudadanos y que, incluso entre los evang¨¦licos, una de las categor¨ªas m¨¢s derechistas, solo un 37% se confiesa de tendencia conservadora.
Es significativo que a pesar del bombardeo de derechismo extremo alimentado en este Gobierno bolsonarista ¡ªapoyado sobre todo por las clases pudientes y por los menos escolarizados¡ª, y a pesar del odio derramado contra la izquierda vista como el mal absoluto, el sondeo del Ipec del martes pasado prev¨¦ una ventaja de 17 puntos de Lula frente a Bolsonaro, lo que favorece la posibilidad de resolver el pleito el domingo sin necesidad de una segunda vuelta.
A pesar de que aqu¨ª en Brasil la mayor¨ªa num¨¦rica de los votantes la constituye la clase m¨¢s pobre ¡ªque podr¨ªa parecer ajena a los valores de la libertad porque est¨¢n absortos en asegurar su subsistencia, su empleo y su pan en la mesa para los hijos¡ª, un 60% afirma en los sondeos que prefiere la democracia a la dictadura. Y hasta en temas en los que esas masas de pobres suelen sentirse m¨¢s inclinadas al conservadurismo, se revelan en su mayor¨ªa, por ejemplo, a favor del aborto visto como un problema de salud, o contra la pena de muerte, a pesar de ser ellos los m¨¢s castigados por la violencia institucional y por el crimen organizado.
La constataci¨®n de que Brasil aparece como un pa¨ªs equilibrado con preferencias por un centro pol¨ªtico con fuertes tintes sociales, explica que en v¨ªsperas de las elecciones el 99% de los innumerables sondeos casi diarios, den como vencedor a Lula contra Bolsonaro. Y es que el viejo sindicalista ha tenido la genialidad de intuir el esp¨ªritu de la gente y de presentarse como candidato no de la izquierda pura, la de su partido, el PT, sino con una formaci¨®n de partidos que abarcan desde la izquierda a la derecha democr¨¢tica.
Ello ha hecho que quedaran a la vez, parad¨®jicamente, eliminados sin posibilidad de victoria los partidos tradicionalmente considerados de centro. Lula los ha abrazado a todos y se prepara para ofrecerles una victoria que revelar¨ªa que Brasil, a pesar de haber sido zarandeado por la ola de una derecha te?ida de fascismo, odios y oscurantismo, sigue prefiriendo el equilibrio de una democracia sin extremismos.
Una democracia moderna, capaz de devolver al pa¨ªs sus valores, que lo hab¨ªan hecho so?ar con un pa¨ªs de futuro, insertado en la modernidad, sin el escarnio de ser un pa¨ªs capaz de alimentar a medio mundo mientras a sus mesas apenas si llegan las migajas de los que a¨²n se resisten a abordar las grandes reformas. Esas reformas que una pol¨ªtica te?ida de corrupci¨®n e intereses personales impidi¨® llevar a cabo.
El domingo se resolver¨¢n una buena parte de los enigmas que mantiene en vilo al pa¨ªs, con miedo incluso a acciones de violencia popular instigados por el ala m¨¢s extremista del bolsonarismo. El voto va a confirmar, le guste o no al extremista Bolsonaro, por qui¨¦n sonar¨¢n las campanas del gigante americano en el que est¨¢n puestos los ojos dentro y fuera del pa¨ªs, por su peso no solo econ¨®mico sino tambi¨¦n de gusto por la vida y la felicidad.
Un pa¨ªs que hab¨ªa acu?ado el lema ¡°Dios es brasile?o¡±, por las riquezas de todo tipo que les hab¨ªa regalado y la convivencia pac¨ªfica de todas las religiones, hoy se sorprende al ver a ese Dios ser enarbolado por el bolsonarismo m¨¢s radical. Una derecha que ha izado la bandera del oscurantismo, del odio y la violencia entre hermanos amenazando hasta con una guerra civil. Una guerra que s¨®lo existe en la mente enferma de los que pretenden usar la rancia religiosidad de los viejos demonios y de las calderas ardientes de los infiernos, en los que ya no cree ni la Iglesia del perd¨®n y de la felicidad del papa Francisco ni las iglesias evang¨¦licas menos politizadas y m¨¢s cercanas a los dolores de los m¨¢s despreciados y abandonados a su suerte.
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