Rubeus Hagrid¡
Ha muerto el actor Robbie Coltrane, quien interpret¨® a Hagrid, quiz¨¢ el personaje m¨¢s entra?able en las novelas de J.K. Rowling. Mitad gigante y mitad humano, yo quiero ser as¨ª de grande.
Escribo parado sobre dos directorios telef¨®nicos bajo cada pie. No es novedad que me dejo crecer la melena a partir de la llegada del oto?o y me suelto la barba sin afeitar hasta cada marzo para que llegue a luenga (y as¨ª, soltar menos la lengua). En mi af¨¢n por reinsertar la levita decimon¨®nica en los patrones de la moda popular, es sabido que procuro prendas largas y a menudo llevo abrigos oscuros hasta la rodilla que m¨¢s o menos cubran la barriga. Soy Hagrid o al menos, le sigo la sombra, sobre todo cuando se arremolinan ni?os junto a mis tobillos y por lo menos un perro orej¨®n salta para i...
Escribo parado sobre dos directorios telef¨®nicos bajo cada pie. No es novedad que me dejo crecer la melena a partir de la llegada del oto?o y me suelto la barba sin afeitar hasta cada marzo para que llegue a luenga (y as¨ª, soltar menos la lengua). En mi af¨¢n por reinsertar la levita decimon¨®nica en los patrones de la moda popular, es sabido que procuro prendas largas y a menudo llevo abrigos oscuros hasta la rodilla que m¨¢s o menos cubran la barriga. Soy Hagrid o al menos, le sigo la sombra, sobre todo cuando se arremolinan ni?os junto a mis tobillos y por lo menos un perro orej¨®n salta para intentar morder cari?osamente las pantorrillas.
Rubeus Hagrid, mitad gigante y mitad humano es quiz¨¢ el personaje m¨¢s entra?able en las novelas de J.K. Rowling. Hermano mayor de todos los Harrys, un t¨ªo m¨¢s que cari?oso con Ron y Hermione, pero en realidad gu¨ªa-guardi¨¢n y cicerone de todos los elegidos para formarse como debe de ser en el maravilloso castillo de Hogwarts. Hagrid el gondolero que ilumina la madrugada sobre las aguas quietas que conducen al malec¨®n de la magia, el Golem guardaespaldas de aspirantes a todas las cosas de encantamiento, domador de b¨²hos, conductor del tren que sale del and¨¦n invisible para los dem¨¢s mortales en pleno coraz¨®n de una estaci¨®n de neblinas en Londres repleto de novicias a graduarse como brujas y novatos que dominar¨¢n el arte de la varita m¨¢gica..
Rubeus ¨Cseg¨²n Rowling¡ªcomo nombre en homenaje al color rojo en lat¨ªn y todo lo que implica, sea la sangre buena o la ideolog¨ªa de libertades variadas y Hagrid, palabra escocesa que a alude a la condici¨®n que hemos padecido las v¨ªctimas de la cruda, resaca o bien insomnio en sobriedad¡ como casi todos los d¨ªas de mi biograf¨ªa peluda. Anduve muchas veces Hagrid cuando me tropezaba en bosques de birras o pantanos de p¨®cimas escocesas (malta mezclada o single malt) y desde hace poco m¨¢s de dos d¨¦cadas: Hagrid en sobriedad, pero siempre trasnochado, leyendo hasta el amanecer en caba?itas variables siempre en medio de bosques y enredaderas, desde el sagrado bosque de mi infancia hasta el flotante de la memoria que se va repoblando con historias fant¨¢sticas y tantos libros. Sobre todo, el bosque de la infancia, la secreta alquimia de saber perder la sombra y volver a cocerla a la punta de los botines (como Peter Pan), bosque maravilla donde Hagrid el entra?able aparec¨ªa en p¨¢rrafos como guardi¨¢n de la fauna heterodoxa y la flora psicod¨¦lica en ls confines de Hogwarts, luego promovido por las propias novelas al grado de Profesor del Cuidado de Criaturas M¨¢gicas e incluso revelado (como guinda para toda la saga) como Miembro de la Orden del F¨¦nix¡ porque se nos olvida que Harry Potter habita para siempre donde empez¨® todo: en novelas de tinta en p¨¢rrafos antes de volverse pel¨ªculas (algunas de ellas, buen¨ªsimas). Es novela la tierra donde J.K. Rowling se liber¨® de una existencia gris y dolorosa al lado de un marido infame, mientras urdi¨® el plan de evasi¨®n de llevarse a su beb¨¦ en carriola a las mesas de caf¨¦s y a los andenes de madera de una hermosa librer¨ªa en Oporto, Portugal¡ para luego caer en manos de un editor l¨²cido y honesto que ¨Cluego de asegurar que la autora signaba el divorcio del pat¨¢n ahora perdido en el olvido¡ªle abri¨® las puertas de la literatura universal con millones de ejemplares que se siguen vendiendo y que le valieron incluso inaugurar unos Juegos Ol¨ªmpicos en Londres.
Precisamente, desde ese principio en cuadernos con perfiles posibles de personajes dice la Rowling que anot¨® el perfil de Hagrid, el gigante bonach¨®n, propenso a la sincera l¨¢grima por ternuras variadas y a soltarse la lengua, revelando secretos, p¨®cimas, encantamientos y chismecillos al at¨®nito ni?o Harry Potter, el de la cicatriz como rayo en la frente¡ toda esta maravilla en libros que pasaron de manos de mis hijos y que vi hipnotizar mi sobrina Paula disfrazada de Hogwarts en una noche de Georgetown que parec¨ªa noche de brujas y espantos adorables por obra y gracia de unos libros que abaten hasta la fecha el sabor amargo que deja en la saliva cada vez que alg¨²n aguafiestas esgrime cuando afirma que la lectura ha muerto.
Quien ha muerto es el actor Robbie Coltrane. Hagrid de coraz¨®n, como el que escribe aqu¨ª su gratitud por la interpretaci¨®n en el espejo, por andar entre los demonios del mundo sobre zapatones que parezcan zancos (pisando sobre directorios telef¨®nicos) esfumando por debajo de las suelas a los enanos siniestros, los duendes del plagio, simulacro, hipocres¨ªa y mentira de tantas maldades, armado como un Quijote de melena obesa y barba de Sancho, desvelado y desma?ado paseando a un sabueso de tres cabezas que podr¨ªa llamarse al mismo tiempo ¡°Chesterton-Orwell-Fluffy¡± y formar ¨ªntima tertulia con un mago que poco a poco se vuelve hombre (como mis hijos) mientras el actor Coltrane logra volver eterno al personje Hagrid, el gigant¨®n que siempre rescata de la muerte a Harry Potter llev¨¢ndolo en brazos como ramas de un ¨¢rbol inmenso, como el actor de robustos cachetes ros¨¢ceos que hoy cierra los ojos para que crezca luenga su barba ya con canas y se confunda con una abultada cabellera como follaje de ficci¨®n y literatura pura, porque yo hubiera querido que J.K. Rowling me bautizara como JFHagrid, ni?o para siempre intentando ser gigante, pluma en ristre y muchas p¨¢ginas por delante. Solitario habitante de buhardilla en la niebla o caba?a en la neblina m¨¢s espesa del bosque, al filo de un fog¨®n donde se calienta un potaje de magias y bajo una vela donde se leen los pesados pasos de un hombre hecho ¨¢rbol para dar sombra y apapachos, abrazos a los ni?os que nunca dejan de so?ar y so?arse mosqueteros, magos o m¨²sicos¡ porque de grande yo quiero ser as¨ª.