Asesina, no te queremos en el pueblo
La violaci¨®n no acaba cuando el violador es encerrado; sigue en la percepci¨®n que del mundo tiene la v¨ªctima, en sus relaciones con los hombres, en la pregunta temible: ¡°?Mereci¨® la pena denunciar?¡±
Una secuencia r¨¢pida de los hechos. Un d¨ªa de 1998, una madre manda a por el pan a su hija de 13 a?os; a la ni?a la viola un hombre de 62 que la amenaza con cortarle el cuello si dice algo; detienen al violador, Antonio Cosme, Pincelito; la ni?a vuelve al colegio, y all¨ª una compa?era le dice: ¡°Eres una puta, te lo has inventado todo¡±. Y otras le cantan: ¡°Eres la viol¨¢, la viol¨¢¡±. La ni?a se va a otro colegio fuera del pueblo, donde tres alumnos la reconocen y le hacen la vida imposible en clase y en la calle. Un d¨ªa, uno de los hijos del violador le pregunta: ¡°?Te ha gust...
Una secuencia r¨¢pida de los hechos. Un d¨ªa de 1998, una madre manda a por el pan a su hija de 13 a?os; a la ni?a la viola un hombre de 62 que la amenaza con cortarle el cuello si dice algo; detienen al violador, Antonio Cosme, Pincelito; la ni?a vuelve al colegio, y all¨ª una compa?era le dice: ¡°Eres una puta, te lo has inventado todo¡±. Y otras le cantan: ¡°Eres la viol¨¢, la viol¨¢¡±. La ni?a se va a otro colegio fuera del pueblo, donde tres alumnos la reconocen y le hacen la vida imposible en clase y en la calle. Un d¨ªa, uno de los hijos del violador le pregunta: ¡°?Te ha gustado mi padre?¡±. Un grupo de vecinos organiza una manifestaci¨®n en defensa del acusado. Ninguno muestra apoyo hacia la v¨ªctima y su familia; hacen comentarios despectivos en alto cuando se cruzan con ellos: quieren dinero, es f¨ªsicamente imposible que un hombre de 62 a?os viole a una ni?a de 13. Al violador lo condenan con pruebas abrumadoras y en su segundo permiso ve a la madre de la ni?a y va hacia ella: ¡°Buenas tardes, se?ora, ?c¨®mo est¨¢ su hija?¡±. A la se?ora, en tratamiento psicol¨®gico, enganchada a pastillas para dormir y pesando apenas 40 kilos despu¨¦s de varias mudanzas y de sacar a su hija del pueblo para evitarle acoso e insultos, se le clava la frase del violador a la ni?a (¡°si se lo cuentas a tu madre, te corto el cuello con una corvilla¡±), se dirige a una gasolinera, llena un litro y medio de gasolina, va a donde el hombre y le prende fuego tras preguntarle: ¡°?Te acuerdas de m¨ª?¡±. En su primer permiso, a la mujer la reciben 400 vecinos: ¡°Asesina, no te queremos en el pueblo¡±. ¡°Es un demonio¡±, dice una. ¡°Esta puesta en libertad despierta alarma social y miedo¡±, dice el abogado del violador.
Ocurri¨® en Benej¨²zar (Alicante) y lo cubri¨® desde el a?o 2005 una periodista que trabajaba en El Mundo, Gema Pe?alosa, que ha publicado Fuego (Libros del K.O.), la cr¨®nica detallada, con un muy documentado contexto hist¨®rico, de la mujer (Mar¨ªa del Carmen Garc¨ªa) que busc¨® justicia en una botella de gasolina. Es un libro incomod¨ªsimo sobre el que sobrevuela obsesivamente una pregunta, ¡°?qu¨¦ har¨ªas t¨²?¡±, para la que no hay respuesta posible: hay reacciones que desconocemos hasta que no tenemos delante la acci¨®n. Pe?alosa profundiza en cuestiones que no dejan de ser actuales, por ejemplo, la confecci¨®n de la v¨ªctima perfecta: el trabajo que tiene por delante una ni?a violada para parecerlo, su presentaci¨®n en sociedad como violada, medir su discurso de violada, acoplar su estado de ¨¢nimo de violada a lo que se espera de ella, vestir ropas de reci¨¦n violada, soportar estoicamente el juicio clamoroso que le espera a una mujer que ha denunciado una violaci¨®n aunque no pase de los 13 a?os. En el fondo y en la superficie, la violencia sexual contra las mujeres y el paso brutal que supone denunciarla, especialmente en comunidades peque?as. Y, m¨¢s all¨¢, el desamparo que provoca esa denuncia cuando la justicia act¨²a contra el violador sin proteger a la v¨ªctima. La violaci¨®n no acaba cuando el violador es encerrado; la violaci¨®n sigue en la percepci¨®n que del mundo tiene la v¨ªctima, en sus relaciones con los hombres (el primero, un violador; ?el segundo?) y la sociedad (¡°la viol¨¢¡±), en su madre trastornada matando a un hombre, en su huida del pueblo, en una pregunta que muchas llegan a hacerse: ¡°?Mereci¨® la pena denunciar?¡±. La n¨¢usea, en definitiva.