Civismo y violencia sexual
Los cambios en la percepci¨®n de la violencia contra las mujeres conviven con la perpetuaci¨®n de estereotipos desfasados
La ¨²ltima encuesta del CIS sobre la percepci¨®n de la violencia sexual contra las mujeres constata la inquietante persistencia de estereotipos sociales pero tambi¨¦n una liberaci¨®n del discurso sobre estos temas que debe valorarse positivamente. Al ser preguntadas ellas mismas, el 21,7% de las mujeres contestaron que s¨ª hab¨ªan sido v¨ªctimas de alguna agresi¨®n sexual en su vida. Esto podr¨ªa explicarse por el efecto que el movimiento Me Too ha tenido a la hora de quebrar la verg¨¹enza o el pudor mal entendido que las amordazaba para hablar sobre ello y puede leerse tambi¨¦n como un ¨¦xito de la lucha de las nuevas generaciones contra la estigmatizaci¨®n y descalificaci¨®n social de la voz de las v¨ªctimas. Esta liberaci¨®n ha permitido, a su vez, que la idea de igualdad se extienda al hecho de ser percibida la mujer como voz relevante para calibrar el alcance del problema.
La sociedad espa?ola cada vez identifica con mayor claridad la violencia en el ¨¢mbito digital, donde ha crecido de forma sustancial. Nada menos que entre un 80% y un 97% consideran inaceptables y punibles por ley cuestiones como enviar mensajes ¡°con contenido sexual no deseado¡± o ¡°compartir fotograf¨ªas o v¨ªdeos de car¨¢cter sexual¡± sin consentimiento. La aplastante mayor¨ªa que piensa as¨ª refuerza una noci¨®n mucho m¨¢s igualitaria de las ¡°reglas del juego¡±.
Sin embargo, el dato negativo que arroja el estudio tiene que ver con la relaci¨®n entre el agresor y la v¨ªctima. El 20% de los espa?oles cree que obligar a la pareja a tener sexo no debe ser castigado por la ley. Esto quiere decir que el consentimiento en la pareja sigue d¨¢ndose por descontado (o, peor a¨²n, que resulta indiferente si hay o no hay consentimiento). A su vez demuestra tambi¨¦n que las denuncias tienen ¨¦xito cuando se reproducen los patrones m¨¢s tradicionales sobre lo que entendemos por violaci¨®n. De acuerdo con ellos, la violaci¨®n sucede cuando se produce por un perpetrador conocido o desconocido y puede ser identificada por un m¨¦dico. La investigaci¨®n refleja que todav¨ªa es importante avanzar en la concienciaci¨®n social de las llamadas violaciones ¡°ordinarias¡±, esto es, aquellas que son en gran parte invisibles o indetectables y que no dan lugar a una respuesta penal precisamente porque no son identificadas como violaciones.
El mismo porcentaje de personas que opinan que obligar a la pareja a tener sexo no debe estar penado considera a la vez que es ¡°inaceptable¡±. Hoy parece obvio que esos actos son inadmisibles cuando, hasta hace poco tiempo, eran tolerados como parte del proceloso mar de la convivencia e incluso simplemente no identificados como agresiones. Para esta revoluci¨®n fueron fundamentales normas como la Ley contra la Violencia de G¨¦nero (2004), pero tambi¨¦n las movilizaciones que cambiaron la mentalidad sobre el consentimiento tanto como ces¨® la incapacidad para hablar p¨²blicamente sobre este tipo de violencia.
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