El Partido Democr¨¢tico y la batalla por la hegemon¨ªa
El reto vital para Elly Schlein, la nueva l¨ªder de la formaci¨®n, es el de actualizar la cultura pol¨ªtica de la izquierda italiana, aline¨¢ndola con las experiencias m¨¢s avanzadas de la socialdemocracia europea y de los socialistas democr¨¢ticos de EE UU
La izquierda italiana celebra, con raz¨®n, la elecci¨®n de Elly Schlein como secretaria del Partido Democr¨¢tico. Tras una dura derrota en las ¨²ltimas elecciones pol¨ªticas, y una fuerte ca¨ªda de los consensos, causada en gran medida por la incapacidad de los secretarios que sucedieron a Matteo Renzi de hacer una clara elecci¨®n de campo en el que jugar, situando al PD en l¨ªnea con aquellos partidos socialistas, como el P...
La izquierda italiana celebra, con raz¨®n, la elecci¨®n de Elly Schlein como secretaria del Partido Democr¨¢tico. Tras una dura derrota en las ¨²ltimas elecciones pol¨ªticas, y una fuerte ca¨ªda de los consensos, causada en gran medida por la incapacidad de los secretarios que sucedieron a Matteo Renzi de hacer una clara elecci¨®n de campo en el que jugar, situando al PD en l¨ªnea con aquellos partidos socialistas, como el PSOE, que han dejado atr¨¢s la Tercera V¨ªa y el neoliberalismo, hay buenas noticias. La nueva l¨ªder, en efecto, se present¨® como la voz de la izquierda, mortificada por a?os de decepciones, y fue recompensada por un ampl¨ªsimo consenso entre quienes fueron a votar.
?Todo va bien, entonces? No del todo. Como spectateur engag¨¦ de los atormentados asuntos de la izquierda italiana, recomiendo prudencia. Este ¨¦xito es el resultado de un engorroso y pol¨ªticamente objetable mecanismo para elegir al l¨ªder del partido, dise?ado para contrarrestar el peso de los votantes inscritos (que hab¨ªan votado mayoritariamente al candidato percibido como m¨¢s moderado, el presidente de la regi¨®n de Emilia Romagna Stefano Bonaccini) con el de los ciudadanos que se inscribieron para participar en la segunda fase del proceso de votaci¨®n. Estas personas podr¨ªan ser simpatizantes, o futuros votantes, del PD. Sin embargo, en realidad no existe ning¨²n filtro real, salvo el pago de una peque?a cuota para contribuir a los gastos. Por lo tanto, no se puede excluir que sean militantes de otras fuerzas pol¨ªticas, o que hayan sido reclutados por otros interesados en influir en el voto. No hay raz¨®n para pensar que el ¨¦xito de Schlein sea el resultado de tal contaminaci¨®n, pero el problema de fondo de los gazebo, como se denomina en la jerga period¨ªstica a los lugares donde se vota en las primarias, sigue existiendo. Nunca ha sido realmente cuestionado por la direcci¨®n del partido, probablemente porque, desde el principio, las ¡°primarias¡± se concibieron sobre el supuesto t¨¢cito de que la movilizaci¨®n de la opini¨®n p¨²blica ¡°progresista¡± era necesaria para reprimir los instintos ¡°conservadores¡± del aparato. Una visi¨®n que naci¨® en la ¨¦poca en que una parte sustancial de los cuadros del partido a¨²n proced¨ªa del antiguo PCI, pero que hoy est¨¢ completamente alejada de la realidad.
En Italia, a menudo se hace referencia a los laboristas, casi siempre de forma instrumental. Pues bien, si hay una lecci¨®n que el PD deber¨ªa aprender del partido brit¨¢nico, es que un mecanismo que enfrenta a ¡°afiliados¡± y ¡°opini¨®n p¨²blica¡± es potencialmente desestabilizador. Cuando ambos componentes no est¨¢n alineados, como ha ocurrido en los ¨²ltimos a?os, lo que ocurre no es que la opini¨®n p¨²blica ¡°ilustrada¡± tome la delantera, azuzando al aparato conservador. Al contrario, se abre un surco y se desencadena una din¨¢mica de conflicto que puede resultar destructiva.
As¨ª pues, un reto al que se enfrenta Elly Schlein es el del partido. Unirlo, pero no del modo en que los se?ores de la guerra de un pa¨ªs desgarrado por la guerra civil se re¨²nen para concluir una tregua (tomando prestada la imagen utilizada por el polit¨®logo de la Universidad de Oxford Andrea Ruggeri). Hay que volver a unir la cabeza y el coraz¨®n, el aparato y los votantes. Ganar este reto no ser¨¢ f¨¢cil. Elly Schlein tendr¨¢ que protegerse de adversarios externos e internos. Muchos de los cuales ya est¨¢n pensando en c¨®mo meterla en problemas. Ya hemos visto un anticipo de ello en algunos de los comentarios publicados en los principales peri¨®dicos italianos tras la votaci¨®n. De hecho, gran parte de la prensa de mi pa¨ªs lleva a?os dedicando un espacio desproporcionado a las opiniones de un grupo de periodistas y pol¨ªticos que defienden contra toda evidencia la perspectiva de la Tercera V¨ªa, hoy superada en todas partes. Incluso en Reino Unido, donde el Keir Starmer que tanto gusta hoy a los liberales italianos no retoma en absoluto la Tercera V¨ªa de Blair, sino que intenta atraer a los votantes de derechas centr¨¢ndose en los temas de una cultura conservadora cuya hegemon¨ªa acepta: la ley y el orden y la disciplina presupuestaria.
Esto nos lleva al segundo reto vital para Elly Schlein. El de actualizar la cultura pol¨ªtica de la izquierda italiana, aline¨¢ndola con las experiencias m¨¢s avanzadas de la socialdemocracia europea y de los socialistas democr¨¢ticos de EE UU. Uno de los pecados originales del PD, hijo de una concepci¨®n neoliberal de la pol¨ªtica, es el de pensar que la elaboraci¨®n de las pol¨ªticas y la actualizaci¨®n de los principios pueden externalizarse. La cultura pol¨ªtica como el catering. Que se puede subcontratar a partidos o individuos que ofrecen sus servicios a bajo precio. Esto ha hecho que la izquierda est¨¦ cada vez m¨¢s subordinada a intereses privados, que a menudo no salen a la luz, y ha hecho que el PD sea cada vez m¨¢s ajeno a los valores de la socialdemocracia. Hacer pol¨ªtica con eficacia en la izquierda requiere una infraestructura intelectual estable, aut¨®noma de la secretar¨ªa pol¨ªtica, pero fiel a la vocaci¨®n de un partido que debe tener el mismo respeto en su bandera. Ante las urnas, el nuevo PD de Elly Schlein tendr¨¢ que ganar la batalla por la hegemon¨ªa.