Asist¨ª a mi propio suicidio sin quererlo
Un sanitario malague?o de 27 a?os alcanza m¨¢s de un mill¨®n y medio de lecturas en Twitter con una historia real y surrealista a la vez. Todo comienza con una cerveza
Ojo. ¡°A lo largo de mi vida me han pasado cosas surrealistas. Pero como lo que me pas¨® anoche, nunca. Asist¨ª, sin quererlo, a mi propio suicidio¡±. Samuel Anaya no para de contar su historia a familiares, amigos, vecinos, compa?eros de trabajo. Seg¨²n cuenta ahora por tel¨¦fono, hizo muchas fotos y v¨ªdeos, por si no le cre¨ªan. La historia del sanitario malague?o de 27 a?os acumula ya m¨¢s de un mill¨®n de lecturas en Twitter. Se vienen curvas.
Ejemplifica, tambi¨¦n, que el protocolo antisuicidos de Sevilla funciona a la perfecci¨®n, al menos en este caso. 17 de abril. Nueve de la noche. Anaya ...
Ojo. ¡°A lo largo de mi vida me han pasado cosas surrealistas. Pero como lo que me pas¨® anoche, nunca. Asist¨ª, sin quererlo, a mi propio suicidio¡±. Samuel Anaya no para de contar su historia a familiares, amigos, vecinos, compa?eros de trabajo. Seg¨²n cuenta ahora por tel¨¦fono, hizo muchas fotos y v¨ªdeos, por si no le cre¨ªan. La historia del sanitario malague?o de 27 a?os acumula ya m¨¢s de un mill¨®n de lecturas en Twitter. Se vienen curvas.
Ejemplifica, tambi¨¦n, que el protocolo antisuicidos de Sevilla funciona a la perfecci¨®n, al menos en este caso. 17 de abril. Nueve de la noche. Anaya sube a la azotea de su edificio, en la barriada de Bami, donde se encuentra el Hospital Virgen del Roc¨ªo y otras cl¨ªnicas sanitarias. Aqu¨ª, con la puesta de sol a lo lejos, se abre una cervecita del Lidl y llama a su mejor amiga para preguntarle qu¨¦ tal est¨¢, qu¨¦ planes ten¨ªa, ponerse al d¨ªa. Y darle un poco de envidia; decirle, oye, que empieza la feria. Y tanto.
De pronto, Anaya se percata desde su atalaya que un guardia de seguridad sale de la puerta de Urgencias, donde ¨¦l mismo trabaja. El hombre recibe algo nervioso a una patrulla de la polic¨ªa local. Anaya pens¨® que, vaya por Dios, otra vez se habr¨ªa liado dentro. ¡°Ser¨¢ el t¨ªpico gorrilla que entra otras veces¡±, barrunt¨®.
Pero no. No hay cerveza tranquila al lado de un hospital. Aquello se iba poniendo cada vez m¨¢s serio. Apareci¨® otro coche de polic¨ªa, y otro, y otro m¨¢s. Anaya, mientras tanto, a lo suyo: ¡°Me cago en todo. Se ha tenido que liar bastante¡¡±. Lo que se dice en estos casos. Hasta que, de repente, escucha:
¡ªCaballero, deje de hacer lo que est¨¢ haciendo y no se tire.
La patrulla que estaba bajo sus pies estaba en su espalda. ¡°Y le digo a mi amiga: ¡®No s¨¦ qu¨¦ co?o est¨¢ pasando, pero tengo aqu¨ª a la polic¨ªa. Te llamo luego¡¯¡±. Sarandonga, vamos. ¡°El polic¨ªa me dijo que lo hab¨ªan llamado porque estaba gritando que me iba a lanzar. ?Que me iba a tirar!¡±. Su cara, dice, era un cuadro. El agente, al verle con la lata de cerveza, cogi¨® el walkie-talkie y avis¨® por l¨ªnea interna:
¡ªEl presunto suicida est¨¢ consumiendo alcohol ahora mismo.
Debajo, mientras tanto, aparecen tambi¨¦n un par de camiones de bomberos con escaleras gigantescas. ¡°Y yo explicaba por activa y por pasiva que no ten¨ªa intenciones de tirarme, que solo estaba disfrutando del atardecer mientras me tomaba una cerveza, pero lleg¨® un punto en que no sab¨ªa ya ni c¨®mo me llamaba¡±. Y sin beber cerveza.
Los agentes desalojaron la azotea. Fueron a su piso. Anaya les explic¨® que todo era un malentendido. Les ense?¨® la documentaci¨®n hasta que, al fin, un agente empez¨® a creerle: ¡°La que has liado por tomarte una cerveza¡±. Minutos despu¨¦s, los bomberos y los cuatro coches de polic¨ªa abandonaron la zona. Anaya, eso s¨ª, decide bajar al hospital. Quer¨ªa localizar al guardia de seguridad que hab¨ªa llamado a la polic¨ªa. Ah¨ª, dice, jug¨® una baza clave. Le habl¨® como un trabajador m¨¢s: ¡°?Qu¨¦ ha pasado ah¨ª fuera?¡±. El de seguridad empez¨® a contarle la historia. Anaya lo frena: ¡°La verdad, te he llamado porque conozco muy bien al chaval de la azotea. Ese chaval soy yo¡±.
El agente, dice, empez¨® a recular. Vamos, que casi se tira ¨¦l. Tras preguntar a m¨¢s compa?eros, le contaron que muchos pacientes hab¨ªan visto a un chaval en la azotea y que, por eso, hab¨ªan llamado a la polic¨ªa. O dicho a su manera: ¡°Estuve horas en shock. Hasta me esperaba a To?i Moreno con un ramo de flores¡±.