@bot_del_amor
En el enamorado, el enamoramiento es un bot y en la Historia, el amor es un bot
De repente, un cr¨ªtico, te¨®rico literario, semi¨®logo y fil¨®sofo estructuralista franc¨¦s, era consagrado ¡°hombre del mes¡± en la revista Playboy. Roland Barthes hab¨ªa escrito y publicado Fragmentos de un discurso amoroso. Fue un best-seller. ?Por qu¨¦? Seg¨²n el propio autor la necesidad de este libro se sustentaba en la consideraci¨®n siguiente: ¡°el discurso amoroso es hoy de una extrema soledad¡±. Y opt¨® no por describirlo, sino por simular el discurso amoroso, simular su retrato, no psicol¨®gico, estructural, en un libro que ¡°da a leer un lugar de palabra: el lugar de alguien que hab...
De repente, un cr¨ªtico, te¨®rico literario, semi¨®logo y fil¨®sofo estructuralista franc¨¦s, era consagrado ¡°hombre del mes¡± en la revista Playboy. Roland Barthes hab¨ªa escrito y publicado Fragmentos de un discurso amoroso. Fue un best-seller. ?Por qu¨¦? Seg¨²n el propio autor la necesidad de este libro se sustentaba en la consideraci¨®n siguiente: ¡°el discurso amoroso es hoy de una extrema soledad¡±. Y opt¨® no por describirlo, sino por simular el discurso amoroso, simular su retrato, no psicol¨®gico, estructural, en un libro que ¡°da a leer un lugar de palabra: el lugar de alguien que habla en s¨ª mismo, amorosamente, frente a otro (el objeto amado), que no habla¡±. Barthes otorg¨® lenguaje ¡ªque no voz¡ª a los enamorados. Present¨® figuras intr¨ªnsecas al amor, como Ausencia, Coraz¨®n, Dedicatoria, o, mi preferido, Espera, de forma sist¨¦mica, consecutiva, ordenados alfab¨¦ticamente y desarollados a trav¨¦s de fragmentos, citas y recitas, de la tradici¨®n literaria y filos¨®fica en di¨¢logo con el sentimiento de amar y estar enamorado. Entonces era 1977. Hoy, Roland Barthes, tiene un bot en Twitter: barthes el enamorado (@bot_del_amor). Su ¨²ltimo tuit: ¡°Ahora ya no hay resonancias; todo es calmo, y es peor¡± de la figura Exilio. Desde el jueves 6 de abril no tuitea, no funciona. Exiliado, ya no responde ya no consuela los lamentos de sus seguidores.
M¨¢s all¨¢ del bot como un programa que se usa en redes sociales para generar mensajes autom¨¢ticamente y que publican contenido permanentemente de cualquier tipo concreto y espec¨ªfico, m¨¢s all¨¢ de los bots que uno puede encontrar en Twitter, de escritores y poetas, de algunas pel¨ªculas y series, creadores de memes y creadores de pol¨¦micas, m¨¢s all¨¢ del bot de Fragmentos de un discurso amoroso de Barthes, lo interesante es c¨®mo este bot opera como este libro y por qu¨¦ y c¨®mo un libro opera como un bot. La respuesta abarca dos concepciones principales, la ideal: en el enamorado, el enamoramiento es un bot de la misma forma que en la Historia, el amor es un bot. La segunda concepci¨®n, la t¨¦cnica: la fragmentaci¨®n del discurso amoroso que propone Roland Barthes, en un sentido estructural, de estilo, esto es, aut¨¦nticamente, en forma y contenido, marcada por la impulsividad y el avasallamiento de la intertextualidad de pensamientos, recuerdos, deseos, algunos propios, otros ajenos de amigos o grandes autores, es exactamente la misma fragmentaci¨®n que caracteriza el bot de barthes el enamorado que, impulsivo, autom¨¢tico, sistem¨¢ticamente avasalla o acude citando fragmentos de los fragmentos del discurso amoroso intertextualiz¨¢ndolos infinitamente y particularmente seg¨²n a quien avasalle y a quien acuda.
Y as¨ª funciona el pensamiento del enamorado, intertextualizando cualquier atisbo que lo traslade cerca del sujeto amoroso, cerca del que se ama. Atisbos impulsivos, autom¨¢ticos, sistem¨¢ticos, internos o externos, que avasallan la mente y el coraz¨®n del que ama o acuden a sus s¨²plicas. Ya lo advierte el mismo Roland Barthes, ¨¦l no describe, simula. Esta tercera concepci¨®n, bien puede considerarse como tal, ser¨ªa la sentimental. Y es esta concepci¨®n, la m¨¢s simple, la m¨¢s humana, la sentimental o la del sentir, la m¨¢s err¨¢tica e imperfecta, no por ello menos real, menos ideal o t¨¦cnica, menos material, la que hizo que Barthes, aferrado a las reglas de seriedad, discreci¨®n y sobriedad que prescib¨ªan los protocolos acad¨¦micos, se descubriera improvisando sobre el ¡°amor divino¡± ante una redactora de la revista Elle. Volvemos, inevitablemente, a la primera concepci¨®n: el amor como un bot, como un programa de los dioses, persistente e intrusivo, noble y desleal, imprevisible, que a antiguos y a modernos nos condena a la intertextualidad sentimental y al meme y al spam de lo rom¨¢ntico por los siglos de los siglos.