La guerra como ideolog¨ªa
Para Putin, la paz es solo una pausa y los civilizados y tediosos envoltorios de la pol¨ªtica y la diplomacia, circunstanciales momentos, cuando la palabra sustituye a la guerra como forma de vida
¡°Que lo entiendan todos: la movilizaci¨®n est¨¢ en marcha y con ella una guerra global por la supervivencia, en la que destruiremos a todos nuestros enemigos. La guerra es nuestra ideolog¨ªa. Y nuestra ¨²nica tarea, la tarea de todos nosotros como l¨ªderes, es explicar y convencer al pueblo ruso entero de que este es nuestro futuro heroico¡±.
El autor de estas frases es Zajar Prilepin, 47 a?os, escritor, pol¨ªtico y combatiente en Chechenia y Donb¨¢s, ...
¡°Que lo entiendan todos: la movilizaci¨®n est¨¢ en marcha y con ella una guerra global por la supervivencia, en la que destruiremos a todos nuestros enemigos. La guerra es nuestra ideolog¨ªa. Y nuestra ¨²nica tarea, la tarea de todos nosotros como l¨ªderes, es explicar y convencer al pueblo ruso entero de que este es nuestro futuro heroico¡±.
El autor de estas frases es Zajar Prilepin, 47 a?os, escritor, pol¨ªtico y combatiente en Chechenia y Donb¨¢s, ahora yaciente en un hospital tras sufrir un atentado con bomba en la regi¨®n de Nizhni N¨®vgorod, probablemente un encargo de los servicios secretos de Ucrania. Raro esp¨¦cimen que solo se da en Rusia, Prilepin fue amigo y camarada de partido, el nacional bolchevique, de otro escritor ya fallecido, Eduard Lim¨®nov, lanzado a la fama por Emmanuel Carr¨¨re, que escribi¨® su biograf¨ªa.
Son gente peligrosa y que vive peligrosamente, tipos duros que sobreviven entre las c¨¢rceles y los palacios, el espionaje y la delincuencia com¨²n, a veces el gulag y con frecuencia la Lubianka, incluso entre el asesinato y la literatura vanguardista. Carr¨¨re describi¨® en Lim¨®nov el momento crucial de su formaci¨®n adolescente en las malas calles rusas, al igual que Vlad¨ªmir Putin: ¡°Comprende la cuesti¨®n esencial de que hay dos clases de gente: aquellos a los que se puede golpear y los que no pueden ser golpeados, no porque sean m¨¢s fuertes o est¨¦n m¨¢s entrenados, sino porque est¨¢n dispuestos a matar. Este es el secreto, el ¨²nico, y el amable y peque?o Eduardo decide pasar al segundo campo: ser¨¢ un hombre al que no se golpea porque se sabe que puede matar¡±.
Mucho est¨¢ en juego en Ucrania. La independencia del pa¨ªs, el orden europeo y quiz¨¢s mundial, tambi¨¦n el futuro de Rusia... Y el papel de la guerra en las relaciones internacionales. Como en las m¨¢s arcaicas sociedades guerreras, para Putin la paz es solo una pausa y los civilizados y tediosos envoltorios de la pol¨ªtica y la diplomacia, circunstanciales momentos, cuando la palabra sustituye a la guerra como forma de vida. Nadie rinde culto a la violencia como instrumento y valor ideol¨®gico sin a la vez ponerla al servicio de la dominaci¨®n y la conquista en guerras de agresi¨®n como la de Putin.
Los que solo creen en la guerra dif¨ªcilmente entender¨¢n a quienes, escarmentados por tantas guerras, ya han renunciado a la guerra en favor de la cooperaci¨®n multilateral para relacionarse con sus vecinos. Querr¨¢n aprovecharse para dominarles a trav¨¦s primero de la amenaza y luego la guerra misma. Ah¨ª est¨¢ el origen de la invasi¨®n rusa, y no en las malas excusas sobre la ampliaci¨®n de la OTAN o las patra?as sobre el nazismo y el militarismo ucranios. El error de Putin fue calcular que ser¨ªan muy pocos los europeos que auxiliar¨ªan a quienes se defienden en Ucrania ante una guerra criminal de agresi¨®n.
Para alcanzar la paz, tr¨¢gica paradoja, a veces no hay m¨¢s remedio que enfrentarse, armas en mano, a la ideolog¨ªa de la guerra.