Debates electorales
La exclusi¨®n de la radiotelevisi¨®n p¨²blica de los cara a cara maltrata a un servicio crucial en cualquier democracia
El debate que emite esta noche Atresmedia condicionar¨¢ en buena medida el resto de la campa?a electoral hasta la jornada electoral del 23 de julio, tanto por el hecho en s¨ª de ser un cara a cara entre Pedro S¨¢nchez y Alberto N¨²?ez Feij¨®o como por ser el ¨²nico que el candidato a la presidencia del Partido Popular ha aceptado, al menos de momento. Es una anomal¨ªa democr¨¢tica que los medios de comunicaci¨®n p¨²blicos de Espa?a hayan sido vetados para un c...
El debate que emite esta noche Atresmedia condicionar¨¢ en buena medida el resto de la campa?a electoral hasta la jornada electoral del 23 de julio, tanto por el hecho en s¨ª de ser un cara a cara entre Pedro S¨¢nchez y Alberto N¨²?ez Feij¨®o como por ser el ¨²nico que el candidato a la presidencia del Partido Popular ha aceptado, al menos de momento. Es una anomal¨ªa democr¨¢tica que los medios de comunicaci¨®n p¨²blicos de Espa?a hayan sido vetados para un cara a cara por el aspirante popular a La Moncloa. En Galicia, el Feij¨®o presidente regional ya hab¨ªa incumplido sus promesas de regeneraci¨®n pluralista de la televisi¨®n p¨²blica auton¨®mica (como ayer informaba este peri¨®dico). Como en el resto de Europa, no existe en Espa?a ninguna regulaci¨®n de los debates electorales, y elecci¨®n tras elecci¨®n los ciudadanos est¨¢n al albur de los intereses de los candidatos, sean del tipo que sean esos intereses: tanto sobre el n¨²mero de debates a celebrar (los l¨ªderes que encabezan las encuestas suelen ser remisos a arriesgar) como sobre el lugar de su preferencia para realizarlos. De hecho, al tratarse en esta ocasi¨®n de un cara a cara ¨²nico ¡ªFeijoo acept¨® s¨®lo uno, y en Atresmedia, ¡°porque fue el primero en proponerlo¡±¡ª, esa preferencia deviene en una especie de adjudicaci¨®n a dedo y en exclusiva del espect¨¢culo pol¨ªtico por antonomasia de la contienda electoral.
Las expectativas de voto de los dos partidos mayoritarios, PP y PSOE, se encuentran cerca del empate t¨¦cnico, con el PP en torno a dos puntos por encima del PSOE, seg¨²n los trackings diarios que ofrece 40dB para EL PA?S y la SER. Tambi¨¦n en la ¨²ltima encuesta para este peri¨®dico de la misma empresa, con todos sus microdatos accesibles cada d¨ªa durante la campa?a, el lector podr¨¢ verificar que la mayor¨ªa del electorado es partidaria de la celebraci¨®n de debates entre los candidatos, y lo es tambi¨¦n m¨¢s del 70% de los votantes del PP. Los debates cara a cara ofrecen, como ning¨²n otro formato, la oportunidad de contrastar no s¨®lo las propuestas sino el car¨¢cter de quien aspira a presidir el Gobierno del pa¨ªs.
Los ciudadanos decidir¨¢n en las elecciones generales del 23 de julio la posible continuidad de un gobierno de coalici¨®n entre el PSOE y Sumar o bien dar paso a otro gobierno de coalici¨®n ¡ªseg¨²n indican ahora pr¨¢cticamente todas las encuestas¡ª en el que el PP ya ha anunciado que incorporar¨¢ a la ultraderecha de Vox, si sus votos son necesarios para hacerse con La Moncloa. El debate de los cuatro principales partidos de ¨¢mbito estatal, propuesto tanto por RTVE como por EL PA?S y la SER, ten¨ªa todo el sentido en esta ocasi¨®n, y especialmente tras la publicaci¨®n del primer programa electoral digno de tal nombre por parte de Vox, dado que refleja la agenda reaccionaria con la que se sentar¨¢n a negociar su apoyo a Feij¨®o, si las urnas as¨ª lo deciden. S¨®lo el PP se ha negado a ese encuentro a cuatro alegando que ese tipo de debates ¡°son modelos incompletos y carecen de inter¨¦s¡±. Es comprensible que los populares no quieran visualizarse al lado de Santiago Abascal, pero entonces tendr¨¢n que explicar a los ciudadanos por qu¨¦ s¨ª est¨¢n dispuestos a sentar a Vox en el gobierno de todos y qu¨¦ parte del programa de los ultras acepta y cu¨¢l no.
La historia de los debates en la democracia espa?ola confirma su importancia. Quiz¨¢s ha llegado el momento de regular un m¨ªnimo b¨¢sico sobre debates para cada elecci¨®n con unas reglas que impidan el desprecio discrecional de los medios de titularidad p¨²blica y garanticen la sana competencia entre los privados.