R¨¦quiem por una librer¨ªa y por tantas cosas
La ciudad se borra y desfigura en el recuerdo y, en cada regreso, cuesta m¨¢s sentirse reflejado en ella, perdi¨¦ndose sin remedio la posibilidad de reunirse con aquel que uno fue
Una vez falt¨® poco para que me atropellara un autom¨®vil en una calle c¨¦ntrica de San Sebasti¨¢n. Un bocinazo a escasa distancia estremeci¨® los 206 huesos que me sostienen. Por un instante imagin¨¦ mi esquela en el peri¨®dico con la f¨®rmula usual que dice: ¡°Falleci¨® despu¨¦s de recibir los Santos Sacramentos y la Bendici¨®n Apost¨®lica de su Santidad¡±. Quiz¨¢ me salv¨¦ porque el Papa no se encontraba en aquellos momentos por los alrededores. Uno llevaba cierto tiempo viviendo en otro pa¨ªs y, mientras tanto, por decisi¨®n municipal, ...
Una vez falt¨® poco para que me atropellara un autom¨®vil en una calle c¨¦ntrica de San Sebasti¨¢n. Un bocinazo a escasa distancia estremeci¨® los 206 huesos que me sostienen. Por un instante imagin¨¦ mi esquela en el peri¨®dico con la f¨®rmula usual que dice: ¡°Falleci¨® despu¨¦s de recibir los Santos Sacramentos y la Bendici¨®n Apost¨®lica de su Santidad¡±. Quiz¨¢ me salv¨¦ porque el Papa no se encontraba en aquellos momentos por los alrededores. Uno llevaba cierto tiempo viviendo en otro pa¨ªs y, mientras tanto, por decisi¨®n municipal, hab¨ªa sido modificada la direcci¨®n del tr¨¢fico en la zona, de manera que los veh¨ªculos que toda la vida hab¨ªan venido de un lado, ahora ven¨ªan del otro. Cambios sucesivos, derribos y edificaciones confirman el t¨®pico de las ciudades como organismos vivos. En algunos casos el exceso de vida de tales organismos hace que con el tiempo se vuelvan irreconocibles incluso para los nativos que, por una u otra raz¨®n, eligieron la ausencia y regresan de vez en cuando. Algo similar ocurre con los hijos. Est¨¢ uno con ellos a diario y apenas se percata de su desarrollo paulatino, mientras que la hija del vecino, a la que hace seis a?os que no ve¨ªamos, nos parece de pronto un ser distinto.
La ciudad se borra y desfigura en el recuerdo y, en cada regreso, cuesta m¨¢s sentirse reflejado en ella, perdi¨¦ndose sin remedio la posibilidad de reunirse con aquel que uno fue. La sensaci¨®n de reencuentro que uno experimenta al observar la fachada de su antiguo colegio, las tiendas de toda la vida o los viejos autobuses urbanos se esfuma con la desaparici¨®n de todo eso, de modo que apenas es significativo para m¨ª el presente de mi ciudad. La cosa se agrava con el fallecimiento de tantos lugare?os que uno conoci¨®. Digo todo esto tras recibir la noticia del cierre de la librer¨ªa Lagun y ya casi como que se me ha roto definitivamente la ciudad.