De qu¨¦ van las elecciones
En un pa¨ªs que valora positivamente las pol¨ªticas socioecon¨®micas del Gobierno, este tiene todas las de perder el domingo porque muchos electores consideran que no ha antepuesto la ¡°fe com¨²n¡± a las demandas de los nacionalistas perif¨¦ricos.
Las elecciones no van de la econom¨ªa, sino de Espa?a. El 23-J no votamos al gestor supremo de la cosa p¨²blica, sino al sumo sacerdote o sacerdotisa de la patria. Porque, como apuntaba el soci¨®logo Robert Bellah, la democracia es una religi¨®n civil, con sus m¨¢rtires, hero¨ªnas y textos sagrados.
Como en la buena religi¨®n, hay que evitar que los dogm¨¢ticos se apoderen de la iglesia y atropellen la raz¨®n con su fe ciega. Guard¨¦monos de los fan¨¢ticos, de los ultranacionalistas de Vox que quieren purgar a her¨¦ticos y ateos de Espa?a, como los independentistas.
Pero, si los l¨ªderes fundamentalistas son perniciosos, para ganar las elecciones, es necesario presentarse como creyente en la religi¨®n nacional. Durante mucho tiempo, Jonathan Haidt advirti¨® a los candidatos dem¨®cratas derrotados sistem¨¢ticamente por republicanos trumpistas de que ese era su principal problema: no parec¨ªan ser devotos de la fe nacional. ?Y acaso alguien que no cree en Dios puede ser elegido Papa?
Es un defecto gen¨¦rico de la izquierda occidental, acentuado desde la guerra de Vietnam y su consecuente (y l¨®gico) rechazo a cierta idea de naci¨®n. Pero los progresistas que han sido capaces de superarlo han cosechado grandes ¨¦xitos. Barack Obama practic¨® la ¡°fe com¨²n¡± de la que hablaba el fil¨®sofo progresista John Dewey y rescat¨® la idea de patria como ¡°naci¨®n inacabada¡±, a la que hab¨ªa que contribuir con pol¨ªticas sociales ambiciosas. Una idea de patria proyectada al futuro, hacia lo que hay que hacer para tener una sociedad m¨¢s justa, y no al pasado, hacia las batallas de Gettysburg o de Covadonga. El actual l¨ªder laborista Keir Starmer se define como un apasionado patriota y quiere que su partido priorice la igualdad de los brit¨¢nicos y no la protesta contra el sistema.
Este es el problema espec¨ªfico del progresismo en Espa?a. En un pa¨ªs con una mayor¨ªa natural de centroizquierda ¡ªatendiendo a la autoubicaci¨®n de la poblaci¨®n en la escala ideol¨®gica¡ª y que valora positivamente las pol¨ªticas socioecon¨®micas del Gobierno, este tiene todas las de perder el domingo porque muchos electores consideran que no ha antepuesto la ¡°fe com¨²n¡± a las demandas de los nacionalistas perif¨¦ricos. ?Una percepci¨®n err¨®nea? Quiz¨¢s, pero el Gobierno no se esfuerza en desmentirla.
Como dijo Mitterrand, el nacionalismo es la guerra. Pero, sin naci¨®n, no hay victoria en democracia. @VictorLapuente
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